
Si bien parece que lleva un largo tiempo en el circuito y se supone que es uno de los veteranos, Kei Nishikori recién tiene 31 años (en diciembre cumplirá 32) y aún le queda mucha cuerda para dar. De hecho, algunas lesiones severas (muñeca, principalmente) lo alejaron de los principales flashes de la élite del tenis. Sin embargo, poco a poco recobró regularidad, volvió a imponerse frente a rivales -a priori- menores y se está intentando restablecer nuevamente entre los mejores (se ubica actualmente en el puesto 69 del ranking internacional). Más allá de eso, encontró en los Juegos Olímpicos de Tokio el evento necesario e ideal para sacar a la luz todo aquello que tenía guardado.
Tanto es así que alcanzó los cuartos de final luego de vencer a Ilya Ivashka por 7-6(7) y 6-0 y, en efecto, se medirá frente a Novak Djokovic en un partido clave en la lucha por medallas. El que gana tendrá dos chances de colgarse una en su cuello, mientras que el perdedor se retirará mascullando bronca. "Sé que va a ser difícil, pero tengo muchas ganas de jugar mañana. Es el Nº1, el jugador más duro del cuadro y es por eso que tendré que jugar lo mejor posible si quiero tener posibilidades", afirmó en la zona mixta en diálogo con los periodistas locales, según palabras recogidas por TennisHead.
Lógicamente, Nishikori intentará ganar una medalla por segundo torneo consecutivo. De hecho, se quedó con la de bronce en Río 2016 al superar a Rafael Nadal en el partido por el tercer puesto. Y qué mejor que poder lograrlo en su casa. "Es muy inspirador", comentó sobre el hecho de representar a su país. Además, agregó: "He podido mirar otras disciplinas como softbol, tenis de mesa, natación y en todos les está yendo muy bien (a sus compatriotas). Sin dudas, eso me inspira a seguir adelante y me permite obtener diferentes emociones".
MENOS CARTEL, PERO MÁS CENTRADO
Durante muchos años, Nishikori fue la gran esperanza japonesa del circuito. Habituado a disputar las instancias finales de los principales certámenes (fue finalista del US Open 2014, por ejemplo), la prensa local se alanzaba hacia él para no perderle registro alguno sobre sus pasos. No obstante, la aparición de Naomi Osaka (campeona de Grand Slams y ex Nº1) eclipsó todo. Incluso, ocupó el último lugar del relevo de la antorcha olímpica. A pesar de eso, sus problemas relacionados a la depresión, al estrés mental y demás afectó su rendimiento dentro de la cancha y se despidió antes de tiempo del torneo. En consecuencia, Kei pasó a ser la última carta con vida para poder darle una alegría a la tierra del sol naciente en la modalidad del tenis.