
Hace no mucho, el nombre de Kevin Anderson aparecía en las rondas finales de la gran mayoría de torneos importantes. Us Open y Wimbledon vieron al gigante sudafricano acceder al partido por el título, una cita histórica y soñada para todos aquellos que empuñan la raqueta en el circuito y que, si bien acabaron en sendas derrotas ante miembros del Big-3, demostraron que Kevin tenía tenis de sobra para formar parte de la élite. Súmenle victorias de entidad ante nombres como el de Roger Federer, una gran regularidad y una ética de trabajo irrompible: Anderson se había ganado, de todas todas, su estatus.
Pero nada es para siempre y mantenerse en la élite es una tarea ardua y compleja. Hace una semana, Anderson tenía un balance de victorias y derrotas negativo durante este 2021. Su ranking había caído tanto que, en esos torneos en los que antes llegaba a las finales, la fase previa era su única manera de poder participar en ellos. Lesiones, operaciones y un absoluto calvario con su cuerpo que le habían mandado fuera del top-100, de vuelta a posiciones en las que no se encontraba desde hace una década. Todo eso, sin embargo, parece haber terminado.
Su título en Newport, culminado en una perfecta demostración de experiencia y saber estar en los momentos importantes ante el joven Jenson Brooksby, supone un envión de moral para continuar ese proceso de vuelta a los mejores escenarios. No solo el componente anímico entra en juego: también le permitirá poder entrar al Us Open 2021 de manera directa, sin tener que pasar por el costoso peaje de los tres partidos de fase previa.
Para un tipo que ha experimentado todo tipo de sensaciones en la auténtica montaña rusa en la que se convierte el tenis profesional, este título, por menor que parezca, es un bálsamo perfecto a los malos momentos del pasado. "He pasado momentos muy complicados con las lesiones en los últimos tiempos. Poder volver al torneo que alberga el Museo de la Fama, con una historia tan brutal, se convierte en la mejor semana posible para empezar con mi regreso, por así decirlo. Tengo muchísimas ganas de volver, estoy muy motivado, pero todo el proceso va partido a partido, y hoy pude conseguir la victoria", afirmaba en la ceremonia postfinal.
2008. Esa fue la primera edición que Kevin Anderson vivió que respira la historia del tenis por sus cuatro costados. Han pasado trece años de aquello y muchos podrían pensar que, a sus 35 años, la carrera del sudafricano se encuentra en sus últimos compases. Nada más lejos de la realidad: "Estoy muy agradecido al torneo por darme esta invitación. Ha funcionado, desde luego. Este título significa muchísimo para mí: la última vez que estuve aquí fue en 2008, solo acababa de comenzar mi carrera. Ahora se supone que estoy más cerca del final, pero definitivamente estoy muy motivado por poder continuarla".
Pocas veces hemos visto a Kevin pronunciar declaraciones fuera de tono, tener faltas de respeto con sus compañeros o árbitros: es uno de esos tenistas que, sin hacer demasiado ruido, se ha granjeado una carrera excelente y ha aparecido en muchas postales históricas de las últimas decádas. Desde inicios de 2019 su cuerpo "le abandonó" por completo, pero su fuerza de trabajo, voluntad y amor por el tenis hacen que la llama siga viva... e incluso más prendida que nunca.
"En 2018 tuve una temporada en la que jugué muchísimo (llegó a la final de Wimbledon, ganó dos títulos e hizo semifinales en las ATP Finals), pero mental y emocionalmente me sentí bastante bien. Comencé muy bien el 2019, con un título en Pune, y tenía ganas de jugar en Australia. Entonces, me lesioné: una tendinitis en el hombro bastante complicada que me hizo la vida mucho más díficil durante un par de meses. Es probable que todo lo que jugué en la temporada anterior afectase, pero es imposible de definir con exactitud. Fue muy duro no poder continuar con mi buen estado de forma, teniendo en cuenta lo mucho que había trabajado. Perderme cada torneo fue difícil".
Ver a nombres trabajadores encontrar la motivación y recibir alegrías siempre es recibo de buen gusto. Puede que Kevin Anderson no pase a la historia por ser el tenista más carismático, pero el título en Newport le dará la oportunidad de seguir con un proceso complicado y cuyo final, la retirada, se empieza a vislumbrar. Realizarla a su manera, dejando huella en las pistas que le han visto crecer a lo largo de los últimos años, sería sin lugar a dudas lo ideal.