
Una final de Grand Slam Junior no gana en simbolismo hasta que pasan unas cuantas temporadas, dependiendo del crecimiento y madurez de las jugadoras. En este caso, hablaremos de dos mujeres que no han perdido el tiempo. Amanada Anisimova (2001) y Cori Gauff (2004) cruzaron sus caminos en la final junior del US Open 2017, cuando ambas tenían 16 y 13 años, respectivamente. Sí, han leído bien, por edad a ninguna le tocaba estar allí. Eso sí, aquel encuentro no tuvo mucha historia, una paliza cruda por 6-0 y 6-2 a favor de la más mayor.
Anisimova tocaba el cielo en casa y se despedía de su rival, quien tocaría el cielo de París la temporada siguiente. Hoy, en pleno 2021, las dos siguen siendo rabiosamente jóvenes, pero el WTA 250 de Parma ha querido reunirlas de nuevo en su primer compromiso en el circuito profesional. El artículo se vende solo.
“No nos hemos visto dentro de la pista desde hace mucho tiempo, pero creo que será un gran partido”, afirmó Gauff tras dejar en cinco juegos a Camila Giorgi y avanzar hasta los cuartos de final del torneo italiano. “Amanda es una gran jugadora, golpea la pelota a lo grande, con mucha confianza en sus tiros, por lo que será una buena prueba para ver cómo me defiendo. Será importante atacar y arriesgar cuando tenga la oportunidad, ser lo más ofensiva que pueda”, aseguró la de 17 años, quien estrena esta semana presencia en el top30 del ranking mundial.
El misterio de Cori Gauff, a estas alturas, es que ya no hay ningún misterio. Todo lo bueno que logró siendo una junior se vio correspondido en sus primeras incursiones en el circuito profesional. Pero no se ha quedado ahí, en este 2021 la hemos visto ya pisar cinco veces la ronda de cuartos de final, superar a dos top10 y mejorar su ranking semana sí, semana también. A su edad, ser 30º del mundo es el mejor ejemplo de que esta chica está llamada a grandes cosas. Y lo más importante, no le tiene alergia a ninguna superficie, prueba de ello son sus números en pista rápida y sus números en esta gira de arcilla, donde a punto estuvo de colarse en la final de Roma.
Pero antes que Gauff hubieron otras, como la propia Anisimova. La oriunda de Nueva Jersey protagonizó su salto de altura particular en la primavera de 2019, cuando avanzó hasta las semifinales de Roland Garros con tan solo 19 años. Aquel torneo le hizo quedarse a las puertas del top20, asegurando un futuro prometedor, hasta que el fallecimiento súbito de su padre Konstantin –que también era su entrenador– le arrebató todo el impulso. Desde ese momento, su balance en partidos oficiales es de 21-21: ni blanco, ni negro. Amanda entró en un limbo del que todavía no ha salido, aunque su actual ranking (40º) todavía le ayuda a entrar en los grandes eventos.
“Aquel resultado me dio mucha confianza, unas semifinales de Grand Slam es algo muy grande. Fue la prueba de que puedo jugar al máximo nivel, dos años después todavía guardo esa sensación dentro de mí”, afirmó este miércoles tras sumar su segunda victoria en Parma, algo que no había logrado en ningún torneo disputado esta temporada. “Estoy entrenando muy duro, así que espero jugar muchos más partidos de tenis y tener la oportunidad de hacerlo bien de nuevo. Sé que no he jugado demasiado hasta llegar aquí, pero aún puedo aprovechar los próximos torneos para mejorar. Estoy deseando que lleguen”, valoró antes de afrontar los cuartos de final, una ronda que no pisaba desde enero de 2020.
Choque de realidades
Las sensaciones de una y otra no pueden ser más opuestas, pero ya saben que el talento nunca desaparece, solo se mantiene oculto. Hoy tendremos un partido para despejar esa duda de nivel que nos dejó aquella final del US Open 2017. Cuatro años después, ya con las dos conviviendo en la élite, es momento de volver a verse las caras y rescatar una rivalidad preciosa. Pase lo que pase, lo que está claro es que el tenis estadounidense sigue siendo el gran protagonista dentro del circuito femenino.