Gusti Fernández es un absoluto ídolo a lo largo y ancho de toda Argentina, pero quizás no muchos conozcan de su tremendo palmarés en una modalidad que, a veces, queda encerrada entre el ruido mediático de las raquetas más famosas. Ver tenis en silla de ruedas, con todas sus particularidades y extrañezas, es una experiencia tremenda. No es que sea únicamente recomendable, es que uno puede fijarse en el esfuerzo sobrehumano que hacen muchos de estos jugadores. Su preparación física, potencia y psicomotricidad están a unos niveles increíbles. Es por eso que, en ocasiones, el poco reconocimiento que estos profesionales reciben resulta una losa desagradable con la que cargar.
Sobre todo esto, el campeón de 5 Grand Slams decidió desahogarse y reflexionar profundamente en un espacio idóneo para hacerlo, Behind The Racquet. Tras su historia personal se esconde una profunda reivindicación de una disciplina que merece no solo los aplausos sino la atención del gran público. Una disciplina que, además, resulta un buen conejillo de indias para muchos torneos, que deciden erradicarla para aminorar gastos en una época, la de la pandemia, que afecta de igual modo a estos jugadores.
"Mi vida siempre ha estado relacionada con el deporte. Mi padre fue un jugador de baloncesto en Argentina y ganó cinco campeonatos de Liga seguidos. Llevo en una silla de ruedas desde que tenía un año y medio. Siempre he amado al deporte y he intentado jugar casi todos. Una vez entré en el mundo del tenis me di cuenta que tenía muchas posibilidades de convertirme en profesional. Con el paso de los días y de los años, mejoré y me convertí en un jugador del circuito. Mi motivación proviene de mi pasión por el deporte y de mi deseo de competir. Tengo un fuego competitivo prácticamente innato y he desarrollado la capacidad de jugar muy bien bajo presión. Además, he trabajado muy duro, dedicando años de mi vida a este deporte.
Cuando tenía 11 años, dije que me convertiría en número uno del mundo. La verdad, lo recuerdo como algo gracioso, nunca racionalicé mi sueño. Conseguir campeonatos o llegar a ser el número uno del mundo no es algo normal, pero estaba completamente convencido de que lo conseguiría.
A veces los deportes sobre silla de ruedas no son considerados como deportes profesionales porque algunos aspectos no están demasiado desarrolladas todavía. Eso es algo que me duele. Nadie sabe por lo que pasamos cada día. Trabajo durísimo. Lo doy todo para ser un jugador de élite sobre silla de ruedas. He dejado la vida para estar donde estoy. Hay mucha gente que no aprecia estos deportes paralímpicos porque no está acostumbrada a ver a deportistas en sillas de ruedas. Parece injusto, pero es una parte más de los deportes para discapacitados. Todos nosotros pasamos por ello. Espero que algún día la mentalidad evolucione y la gente nos vea como iguales, porque eso es lo que somos.
Mucha gente podría pensar que la discapacidad es algo que he superado a lo largo de mi vida, pero es que yo no creo que una discapacidad sea algo malo. Es simplemente un aspecto más de la vida que atraviesas. Todas las vidas los tienen. No lo veo como un problema: hago lo que quiero más allá de mi discapacidad. Mi fuerza de voluntad se forjó de manera separada. Mi carácter se ha forjado gracias a la forma en la que mi familia me enseñó a vivir, así que no quiero que la minusvalía sea una gran parte de mi vida. No es justo ni para mí ni para mi familia el decir que la discapacidad me ha hecho más fuerte. Mi familia y mi equipo son los que me han hecho ser quien soy".