La noticia ha pasado algo desapercibida, entre las fechas en las que nos situamos y la inminente vuelta a la competición por parte de todos. 2021 está más cerca que nunca y el circuito volverá a la acción en apenas unos días. Vivimos momentos en el que los torneos redoblan esfuerzos para proteger a los jugadores. La amenaza que se les presenta es prácticamente invisible, pero con una fuerza que puede dejar a más de uno fuera de combate durante largo tiempo. Así pues, de los jugadores se espera el mismo esfuerzo para que todo esto no sea en vano, ¿no?
Sin embargo, a finales de 2019 a Sam Querrey se le ocurrió la brillante idea de escaparse de San Petersburgo. No solo él lo hizo: también su mujer e hijo, creando una escena más propia de película de comedia barata. La jugada cobra dimensión cuando uno se entera que el estadounidense rechazó someterse a los test de coronavirus, sin saber, así pues, en qué estado estaba dejando su hotel y creando momentos de incertidumbre total dentro del torneo. El mismo torneo que, al igual que el resto de eventos, trata de mantenerse a flote como puede.
En definitiva: Querrey se saltó los protocolos contra el coronavirus, rechazó someterse a tests, se fue del hotel sin avisar y huyó del país en un avión privado sin haber comunicado absolutamente nada al torneo. Los hechos son reveladores e invitan a pensar que, inmersos en las circunstancias extraordinarias que vivimos, no pueden quedarse impunes. La performance de Sam parecía prácticamente una carcajada enfrente de todos los entes gobernantes del circuito. Supongo que una pequeña sanción sería lo mínimo que se despacha...
Pasaron los meses y nadie dijo absolutamente nada de este altercado. Querrey seguía sin aparecer, se bajó de los torneos que quedaban y volvió a su país sin ningún tipo de inconvenientes. Se aplicará la sanción al inicio del 2021, suponía, ingenuo de mí. Resulta que Sam Querrey volverá a comparecer en una pista de tenis en apenas unos días sin haber recibido ni tan siquiera una multa económica, revocada por la ATP. ¿De verdad?
Ahora les pondré una pequeña situación imaginaria que se me ha venido a la cabeza. Imaginen, por un instante, que hubiese sido Karen Khachanov, tenista ruso, quien hubiese escapado de la burbuja de Nueva York. Tenista ruso huye de territorio americano por vete tú a saber qué motivos sin decir ni una sola palabra. ¿Creen que hubiese recibido la misma sanción? ¿Creen de verdad que la ATP hubiese hecho caso omiso de esta situación, optando por dejar pasar la mano y permitiendo que Khachanov continuase compitiendo en apenas semanas?
En esta situación que podía haber puesto en peligro no solo a él mismo, sino a las personas que conformaban el torneo, la ATP ha sido cómplice de una ruptura premeditada de los protocolos. Su silencio y su inacción resultan absolutamente bochornosas para el crédito de nuestro deporte. ¿De verdad merece la pena hablar de burbujas, múltiples tests y seguridad cuando el primer tenista que los incumple se marcha de rositas?
Es lo que tiene, supongo, que la ATP sea una organización anglosajona, Sam Querrey sea un tenista estadounidense y la infracción se haya cometido en suelo ruso. Si no, que alguien me lo explique. Quizás alguno de ustedes pueda hacerlo. Lo único que sé es que el hecho de que Sam vaya a competir dentro de unas semanas convierte a la ATP en una auténtica farsa. Y hasta aquí puedo leer.