A sus 32 años, Julia Goerges no ha tardado en comprobar qué se siente fuera de la competición. Una vida completamente diferente que no ha tardado en experimentar la tenista alemana después de tomar la decisión de retirarse tras una vida entregada al tenis. Como ha contado en 'The Guardian', la germana ya habla de un cambio drástico, que su cuerpo ha notado de manera directa e inmediata, una vez los viajes, el estrés y la competición se han alejado de su día a día.
Después de tantos años con la misma rutina, Goerges es especialmente elocuente explicando lo que siente ahora. Y lo nota en todo su cuerpo. “Ahora puedo sentirlo en mi cuerpo. Tengo menos tensión, menos dolor, porque el estrés mental que afecta tu cuerpo y mucho a tu mente, se ha ido. Me complicó el hecho de tener muchas expectativas sobre mis hombros y que la gente esperara mucho de mí. Fue un período difícil porque de repente estaba entre los 20 primeros y no tenía la experiencia sobre cómo lidiar con eso".
La sensación de cambiar las cosas era muy habitual en los momentos previos a una nueva temporada. “Siempre que llegaba la pretemporada, cuando estás en casa durante dos semanas y luego tienes que irte y volver a hacer las maletas, me venía a la mente: 'Bueno, podría hacer algunas otras cosas también'”.
Como todo proceso, Goerges fue viendo, sobre todo en mitad del Covid-19, cuyas restrcciones para el tenis duraron tanto tiempo, que la retirada era una gran posibilidad. En vez de estar dos semanas pensándolo, fueron muchos meses, lo que acrecentó esa posibilidad. “Sabía que en algún momento también es bueno alejarse y no estar en el centro de atención todo el tiempo. Prefiero estar en casa, quedarme en pijama todos los días y nadie me ve".