Dice Novak Djokovic que no es el partido más importante de su carrera. Si lo pierde, no parece que sus opciones de terminar como el mejor de la historia bajen demasiado, aunque suban las de Rafa, pero si lo gana, seguramente Novak se retracte de lo dicho, -¿estrategia para quitarse cierta presión?-, por más que Rafa sea el favorito a la victoria. El número 1 del mundo sabe que ganar una final de Roland Garros a Rafael Nadal es otro logro añadido, impensable, a la cantidad de victorias y records que viene acumulando. Ya le ha ganado tres finales de Wimbledon a Roger Federer pero lo que se avecina mañana parece más complicado.
Debe empezarse así esta previa de la final de Roland Garros 2020 porque el partido que se va a disputar mañana, día 11 de octubre de 2020, tiene un significado mayúsculo. No es definitivo, ninguno de los dos va a condicionar sus planteamientos más que para levantar el título y no para estar ante una última oportunidad, pero es evidente que la trascendencia del choque es enorme. Así, éste era uno de los partidos que la historia debía cobrarse para terminar de colocar las piezas que un día, en el futuro, sabrán en qué orden quedarán ubicadas.
Entre lo más cercano y concreto, hay que comenzar desgranando la final desde su circunstancia más particular, la única que nunca estuvo antes y que abre aún más el desarrollo del partido y quien sabe si su desenlace: a qué altura golpea cada jugador y a que altura puede hacerle golpear al otro. Esta razón, que es crucial, y que sólo una predisposición al enfrentamiento hace que se anticipe una excusa desde el lado del español, hace que el juego cambie con respecto a los otros duelos que Novak y Rafa han mantenido sobre arcilla. Si bien Novak es el jugador que mejor ha soportado y frenado el tipo de golpeo y bote que caracteriza al balear, las condiciones actuales le conceden un extra para llevar o recuperar la iniciativa de los puntos.
El tenis, como todos los deportes que se juegan en un espacio delimitado y geométrico, es una cuestión de tiempo y espacio. Cuando estas dos variables se juntan, surge el timing, en el caso del tenis, el timing para golpear. Y ese, favorece a Novak. Esta lectura debe hacerse desde las dos caras: Rafa debe adaptarse más pero Novak tendrá que aprovecharlo. Y lo más importante, ver si esta oportunidad táctica y técnica, se traduce en lo tenístico y sobre todo en lo mental, el aspecto más importante. A Rafa no parece que nada termine afectándole cuando se encarama a acariciar otro título en París, así que Nole tendrá que exponerlo.
Entre las variantes técnicas y estratégicas de la final, vamos a pararnos en dos puntos muy concretos. Uno es el uso del ritmo de los intercambios, pues aquí va a ser más importante el cambio de velocidades, que el de alturas, por motivos ya explicados: es más difícil jugar con las alturas, pues si tenemos en cuenta que de manera genérica hay tres alturas de bote (slice, plano y liftado), en esta ocasión es más complicado, aunque se producirán, jugar con grandes diferencias (Rafa siempre consigue abrir espacios o empujar hacia atrás con su 'top spin').
En el caso del ritmo, Novak Djokovic viene utilizando de manera absolutamente magistral la dejada, el dropshot, un golpe que ha ganado en relevancia durante los últimos quince días, por la pesadez de la pelota y las condiciones climáticas: la bola se queda mucho más muerta y es muy difícil ponerla de nuevo en juego. Nole, que técnicamente podría vanagloriarse de ser su mejor ejecutor desde el lado del revés, la está poniendo sobre la mesa con una claridad y elección perfectos. Casi el golpe definitivo que mejor rendimiento está dando, aparece como amenaza extraordinaria para romper la dinámica de los intercambios y llevar hacia su terreno el ritmo de los puntos.
¿Cuál puede ser la respuesta, previa o posterior, del jugador español? Su revés cruzado. Por varios motivos. Rafa viene conectando con muchísima confianza un golpe que le facilita mucho el control del centro de la pista. Por un lado, le permite ganar más tiempo en lugar de invertirse de derecha (pasa a invertirse sólo ante bolas cortas con las que definir), mientras por el otro puede cargar la zona por que a Djokovic más le cuesta para contragolpear: su derecha. Atacar la zona de la derecha del serbio, con golpes planos y descendentes, impide a éste pasar al ataque, con el añadido de que la triple amenaza (revés paralelo, cruzado o 'dropshot') se mantiene alejada. Si Rafa juega con inteligencia y determinación para atacar esa zona (ni hablar de hacerlo con su derecha paralela, que es su golpe más demoledor en términos tácticos), podrá compensar la ausencia de 'spin' que con su derecha domina la iniciativa en condiciones calurosas y normales de Roland Garros 2020.
Por último nos vamos a quedar con el servicio, un arma aparentemente secundaria en tierra batida pero valiosísima desde lo mental y táctico: para ambos jugadores, el saque es una vara de medir sus sensaciones, el primer indicador de su confianza dentro del encuentro, la primera pica de todas. La capacidad de conectar muchos primeros y solucionar con él los momentos complicados volverá a resultar fundamental para las aspiraciones de levantar el título.
Preparado el tablero, dispuestas las piezas, a punto de darle la vuelta al reloj, Roland Garros 2020, uno de los torneos más particulares de la historia, se ha visto recompensado con un momento crucial en la historia del tenis. Ell premio: Rafael Nadal vs Novak Djokovic, por mucho más que el ficticio reino de Francia. Por un bocado de historia.