¿Tenis con público en mitad de una pandemia? Se puede, sí

La Copa del Rey de tenis, en su 95º edición, dio un ejemplo de cómo llevar a cabo un evento con público en mitad de la pandemia. Esta fue la historia del torneo

Carlos Navarro | 26 Jul 2020 | 22.38
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La Pista Central en la Copa del Rey de Tenis, en Huelva. Fuente: Antonio García de la Cruz
La Pista Central en la Copa del Rey de Tenis, en Huelva. Fuente: Antonio García de la Cruz

Un mar de mascarillas inundan la Pista Central del Real Club Recreativo de Tenis de Huelva. Un escenario que durante años y años albergó a las mejores raquetas del mundo, relegado a las postrimetrías por la exigencia del calendario ATP y reconvertido en un torneo Future con total éxito que se ve obligado a volver a replantearse todo debido a la pandemia. ¿Se podía llevar a cabo un torneo de tenis de forma segura, con un protocolo importante de seguridad y con el ambiente que caracteriza a Andalucía y a Huelva?

Esta fue la pregunta que probablemente todos los directivos del Club se hicieron. Un Club que se ubica en el corazón de la ciudad onubense, alejado de los lujos y la ostentosidad. Es un club donde se respira tenis, y donde no importa la edad: allí te encuentras a los más ancianos viendo un partido de Roland Garros 2017 repetido (verídico) y a los más jóvenes corretear esperando un entrenamiento que no va a llegar. Los torneos que se celebran en un club tienen un romanticismo especial, un sabor añejo que crea una atmósfera casi inigualable.

En Andalucía, con el Challenger de Sevilla, ya había experimentado esto. Huelva no es menos. La sensación familiar se incrementa conforme tratas y conoces a los miembros organizativos. Es día de partido y los nervios recorren el club: el riesgo está ahí, cuentan con ello, pero han tomado una decisión que no puede dar marcha atrás. Mientras la gente del club arremete una importante batalla contra el celo y el fiso para colocar papeles en las gradas que obligan al distanciamiento social, todo está listo para la acción.

Y cuando la pelota echa a rodar, lo último que esperas es que el torneo que estás presenciando sea de exhibición. Aquí han ganado los mejores: desde Emilio Sánchez Vicario, Sergi Bruguera, Carlos Moyá o un joven Rafael Nadal, hasta representantes de la Legión argentina como Agustín Calleri o Guillermo Coria. También en los últimos años hubo espacio para los picapedreros del circuito, con el paso del torneo a un cuadro de Futures. Y si algo queda claro es que aquí no importa la fama de quien venga: todos son tratados por igual.

Hasta Pete Sampras estuvo a punto de unirse a la fiesta en 1995, aunque por desgracia la enfermedad de su entrenador, Tim Gullikson, fastidió la fiesta. Los que pelean ahora, sin embargo, son Sergio Gutiérrez y Roberto Bautista. Ambos saben lo que es sufrir en los escalafones más bajos del circuito: les separan años y rodaje, pero ambos conocen el sufrimiento del circuito. Roberto sale victorioso y se medirá en la final al ganador del De Miñaur vs Davidovich, un duelo que se va hasta las postimetrías del día y que se disfruta y se sufre a partes iguales.

Y es que el australiano comete una doble falta con bola de partido a favor; más tarde pierde el saque y también el segundo set. Nos vamos al supertie-break del tercero, un formato innovador que trata de acortar el duelo y no fatigar en exceso a los tenistas. La atmósfera de silencio, la presencia de público... parece un torneo ATP y no una exhibición que ni tan siquiera es retransmitida. Alex echa el capón a la noche recuperándose y venciendo.

Las gradas se vacían en el mayor desafío de la jornada: evitar las aglomeraciones. Solo los acreditados con una pulsera, personas altamente involucradas en la celebración del evento, pueden acceder al salón del club, y eso que el público está formado exclusivamente por socios o invitaciones de los mismos. También la prensa; allí está el photocall del torneo. Otra novedad en el protocolo anti-COVID: los camareros llevan a cada persona la comida a su propio asiento. Así, durante los descansos la movilidad es mínima. El último muro de separación del virus son las mascarillas, absolutamente obligatorias y que lleva prácticamente el 100% de los asistentes.

También los jugadores son plenamente conscientes de su uso: más allá de los partidos, al salir de cada entreno, las utilizan siempre. Y el día de la final todo parece salir a pedir de boca: Bautista gana en un partido disputadísimo, de Miñaur saca buenas sensaciones y el público se marcha con una hora y media de tenis de alto nivel. Durante el partido, las llamadas de la megafonía a mantener el distanciamiento social son incesantes: entre cada set y al finalizar el encuentro se pide al público que, por favor, deje el recinto escalonadamente. Solo es en torno a 1/3 del posible aforo, pero el miedo reina.

Y aunque el miedo pueda reinar, la celebración de la Copa del Rey fue una decisión valiente. A día de hoy puede ser una victoria moral, ya que la sensación es que el Club ha hecho todo lo posible para evitar cualquier propagación y, además, ha asegurado que los asistentes disfruten de la mejor experiencia posible. Un buen nivel de tenis era simplemente la guinda, y este existió.

Es, además, una invitación a que todos acudan, acatando las medidas ante el coronavirus, a los clubes y torneos locales que tengan en su territorio. El tenis nació en los Clubes, y lejos de las apariencias debe seguir viviendo allí. En Huelva, desde luego, hicieron un trabajo magnífico. ¿Se puede disputar el tenis en mitad de una pandemia? Claro que sí. Y este es el camino para hacerlo.

Fotografías: Antonio García de la Cruz