Pere Riba y una retirada accidental
El que fuera Nº65 del ranking ATP confirma su retirada del tenis a los 32 años tras haber sufrido un aparatoso accidente de tráfico. “Mi cuerpo ya no es el mismo”.


Han pasado más de dos años desde la última vez que Pere Riba (Barcelona, 1988) pudo terminar un partido de tenis sin dolores. Aquel partido, además, fue el último antes de presenciar uno de los episodios más angustiosos de su vida. Con los 30 recién cumplidos, el tenista español afrontaba en la primavera de 2018 un nuevo asalto a la clasificación tras su último paso por el quirófano. El objetivo estaba claro, regresar al top100, un camino que conocía bien. Lo que no esperaba era la carta que le tenía preparado el destino a la vuelta de la esquina.
Un accidente de coche justo el día después de aquel encuentro lo paralizaba todo, hasta el punto de llegar a temer por lo más importante. Dos años después, el catalán recuerda aquel suceso y confiesa en Punto de Break que sus días como jugador ya han terminado, aunque hace tiempo que anda enfocado en su nuevo proyecto. Una academia de tenis junto a Marcel Granollers (GR Tennis) donde iniciar una nueva aventura como entrenador.
Challenger de Tallahassee, 2018. Un torneo que no olvidarás, Pere.
Recuerdos y emociones encontradas, sin duda. En ese momento llevaba ya demasiadas operaciones encima y los médicos me dijeron que hacía falta una más. Mentalmente no me veía preparado para pasar otra vez por todo aquello, así que decidí esperar. Finalmente tuve suerte y lo pudimos salvar sin pasar por el quirófano. Me encontraba bien, jugando cada día mejor, subiendo en el ranking. En ese torneo conseguí mi primera victoria en cuatro meses y luego perdí en segunda ronda con Nishioka, en tres sets. Estaba feliz, pero al día siguiente, yendo a entrenar, tuve un accidente de tráfico.
Concretamente, el 26 de abril. ¿Qué fue lo que pasó?
Yo ni siquiera llevaba el coche, iba sentado detrás del conductor. Estábamos parados en un semáforo cuando, de repente, apareció un coche en contra dirección con la mala suerte que chocó contra mi puerta. Me desperté en la ambulancia sin saber lo que había pasado y luego me quedé unos días en el hospital.
¿Lo recuerdas todo?
Todo no, tengo lagunas. El impacto fue tan fuerte que incluso me volvieron a brotar algunas problemas del pasado en la cadera, me fallaron articulaciones, se me rompió la malla de una hernia inguinal… ¡y aún así tengo suerte de estar contándolo ahora mismo! Aquello me dio mucho que pensar, sentía como que me habían pegado una paliza.
Asusta escucharte.
Que ahora mismo estemos haciendo esta entrevista ya es muy fuerte, de verdad. Estuve una semana sin moverme, me hablaban y no podía girar el cuello, esto me llevó a pensar en lo peor. El médico me dijo que sería un afortunado si podía volver a jugar al tenis, aunque precisamente fue la musculatura que me ha dado el tenis lo que sujetó que el impacto y las consecuencias no fueran más graves.
En 2019, once meses después, vuelves al circuito y juegas tres partidos. En los tres acabas retirándote.
Dos fueron por la hernia inguinal, que me repercute también a nivel testicular. La última fue por una torcedura de tobillo. Mentalmente es duro, todo me recordaba a esos momentos previos a las operaciones, a sentir molestias casi a diario, es una sensación malísima. Lo intenté hasta el final, con muchísima paciencia, pero decidí que solamente volvería si un día me veía al 100%. Las tres veces que me salí del top100 fueron por temas de operaciones, así que uno piensa que puede hacerlo una cuarta.
Indirectamente, ese parón te llevó a probar otros caminos. Entrenador a los 30 años.
Bueno, justo en ese momento se abrió la oportunidad de crear un grupo de competición en el Polo de Barcelona junto a Marcel Granollers, así que me involucré bastante con ello. Yo seguía yendo a rehabilitación, pero lo iba compaginando con la academia. Al final me di cuenta de que por mucho que lo intentara, la parte mental y física no terminaban de estar donde quería, los dolores no desaparecían. Ahora llevo trabajando con Roberto Carballés desde noviembre, además de con otros jugadores que tenemos en el grupo.
Después de tanto tiempo de lucha, imagino que la palabra retirada aparece cada mañana en tu cabeza.
La palabra retirada es una palabra que no me gusta nada. Intenté jugar unos torneos cuando empecé a ejercer de entrenador, no quería tirar la toalla, pero los resultados me indicaban que mi cuerpo ya no estaba igual, desde el accidente de coche ya nada era lo mismo. No podía seguir sacrificándome de esa manera si luego era imposible alcanzar los resultados.
En vez de retirada, lo llamaremos cambio de etapa.
El paso está dado, totalmente, lo acepté hace tiempo. Ahora mismo ya no estoy capacitado para el tenis de alto nivel, para volver al ranking que tuve en su día. Mis objetivos actualmente están volcados en ser entrenador y en transmitir a los jugadores todo lo que aprendí estando en pista.
¿Y qué tal la experiencia desde el otro lado?
Si el calendario diera algo más de margen, estaría bien que el jugador profesional invirtiese al menos un mes en ser entrenador. Ahí te das cuenta de lo mucho que sufre un jugador por tonterías que no tienen ninguna relevancia, es un panorama completamente diferente, pero es necesario verlo desde ese punto de vista. Ahora que viajo con gente más joven, me recuerdan a mí cuando me tocaba lidiar con angustias, miedos, una larga lista de emociones que se te pasan por la cabeza durante esa etapa.
Tú además tuviste muy buenos maestros.
Para mí, el mejor entrenador que he tenido fue Jordi Arrese. Estuve con él doce años, esto hoy en día ya no se ve. La nueva mentalidad consiste en cambiar toda la estructura a la mínima que las cosas van mal. El jugador suele echar las culpas hacia fuera, pero muy pocos hacen autocrítica, esto también se ha perdido. De todos mis entrenadores aprendí algo, pero lo más bonito se da cuando el jugador realmente confía en su entrenador, ahí es cuando se produce esa conexión y llegan los resultados.
Fuiste Nº65 del mundo, jugaste todos los Grand Slams, ¿alguna victoria especial que subrayar?
Me acuerdo de todos los partidos, te lo prometo. Por ejemplo, en la Caja Mágica le gané a Nishikori cuando él estaba 20º del mundo. Me vienen victorias contra Nicolás Massú, Gastón Gaudio, Marin Cilic…
¿Y si te digo Barletta 2010?
Increíble. Ese partido me permitió entrar al top100 por primera vez, siempre es especial superar esa barrera, algo que persigues toda la vida. Se me retiró Steve Darcis en la final después de ganar yo el primer set por 6-3, y menos mal. No sé si hubiera aguantado la presión. Pero lo mejor que me llevo de todo este viaje es haber sido capaz de remontar cada vez que tuve lesiones y caí de ranking. Eso sí, también me llevaré siempre la sensación de haber podido dar un poquito más.
La última, ¿por qué te pusieron de apodo ‘El Mago’?
Viene de lejos. Tenía 18 años y estaba jugando en Umag mi primer ATP, donde pasé la previa. Allí se pronuncia ‘Umago’, es importante este detalle. Llegué el primer día al hotel y pedimos un coche para que nos llevara al club, pero nos dijeron que no, que podíamos ir andando. Bueno, pues andando empecé a ganar partidos, los tres de la Qualy y uno del cuadro final. En segunda ronda me tocó con Carlos Moyá, pero ese día ya me pusieron coche, cuando el primer día no nos daban ni la hora (risas). Ahí empezó la tontería de ‘El mago de Umago’, lo repetimos tanto que al final se quedó, aunque a día de hoy mucha gente me lo dice y no sabe ni por qué. De todas formas, me faltó magia ese día, Moyá me pegó una paliza que todavía me acuerdo.