Ronald Agénor (Rabat, 13 de noviembre de 1964) da sus argumentos con la misma fuerza con la que se movía en la pista. Como periodista, siempre buscas una buena historia, especialmente de forma directa. Lo que me encuentro al descolgar el teléfono es un álbum de vivencias que supera mis expectativas.
Nacido en Marruecos pero de familia haitiana, Ronald creció en el Congo y se desarrolló tenísticamente en Francia. Llegó al #22 del mundo, ganó tres títulos ATP y volvió tras retirarse para convertirse en el top-100 más veterano, con 35 años, tras Jimmy Connors. Luego se dedicó a la música. ¿No es una historia atractiva? Espera a leer que jugó la primera final entre dos personas negras de la historia de nuestro deporte.
De sus lazos y la situación tenística de África, aquella final contra Yannick Noah, el racismo a nivel global y tenístico y la situación actual y a medio plazo del tenis hablamos durante un largo rato. Agénor esconde una historia poderosa y el vigor de querer cambiar las cosas. Su relato es uno que merece la pena escuchar, estés más o menos de acuerdo con sus motivos.
Tus inicios fueron completamente distintos a los de la gran mayoría de jugadores.
Soy de Haití, mi padre nació en Haití y la familia de mi madre se mudó en los años 30 a Haití. Mis tres hermanos nacieron en Haití, yo soy el único de la familia que no nació allí. Mi padre empezó a vivir en Marruecos ya que trabajaba allí para las Naciones Unidas, así que yo nací en Marruecos.
Cuando tenía 10 años me mudé al Congo y allí es cuando cogí una raqueta por primera vez. Durante cuatro años jugué por diversión en algunos clubes allí, me encantaba: íbamos al colegio por la mañana y teníamos la tarde libre para jugar al tenis. Cuando cumplí los 14 años, mis hermanos y mi hermana ya vivían y estudiaban en Francia, en Burdeos. Mi hermano mayor se dio cuenta de que tenía talento y de que me encantaba jugar, así que me mudé a Francia para desarrollar mi juego. Mi hermano fue mi entrenador durante mucho tiempo.
Eres un hombre de mundo, alguien que ha podido comprobar de primera mano las desigualdades que existen para jugar al tenis en países del tercer mundo, creciste en uno de ellos. ¿Existe un progreso real en este tema?
El tenis siempre ha sido un deporte para gente rica. Clubs, eventos sociales… aunque ahora las cosas sean diferentes. Sin embargo, si hablamos de África, el problema es que allí el tenis aún no se considera un deporte valioso, igual que el resto excepto el fútbol. El tenis es un deporte politizado. Cuando eres presidente de la Federación de Tenis en un país del tercer mundo, la mayoría de veces tienes otros objetivos. Yo experimenté esto en Haití, nunca entendí por qué el Presidente de la Federación de Haití, un tipo bastante rico, nunca construyó una pista de tenis en mi país durante sus 20 años de mandato. Hay gente que hace buenas cosas, pero muchos utilizan esto con motivos personales detrás. Ese presidente de Haití del que te hablo ahora es Embajador de Haití en Canadá, por ejemplo.
La ITF tenía un papel importante que jugar, asegurarse que el dinero proviene y va hacia la gente correcta, pero si te fijas, hoy el número de jugadores profesionales africanos es treinta veces menor que hace treinta años. Ya no ves a jugadores africanos brillando en el top-100, no hay ejemplos que dar a los jóvenes que buscan un ídolo. La ITF no está invirtiendo en este tema, y es necesario porque, al fin y al cabo, para que estos países crezcan necesitan dinero y recursos humanos. Añádele que muchos de estos países están en situaciones de pobreza, no es rentable para ellos invertir en uno o dos jugadores.
Por ejemplo, cuando Yannick Noah crecía y jugaba en Camerún, Arthur Ashe lo descubrió. Ashe llamó a la Federación Francesa y gracias a eso pudo jugar por Francia. Destacar en este contexto es muy difícil, y el único programa de la ITF que llegó a funcionar tuvo lugar hace 30 años.
Has mencionado el problema que tuviste con la Federación de tu país. En 1983, antes de convertirte en profesional, dijiste que querías convertirte en un “embajador” para Haití.
En aquel momento, era un ignorante acerca de la política en mi país. Cuando me retiré, tenía la intención de comenzar mi carrera diplomática, quería estar en las Naciones Unidas, como mi padre. Entonces descubrí algo que nunca me había imaginado, quizás porque nunca viví durante mucho tiempo en Haití, pero me bloquearon los permisos y no dejaron que lo consiguiese. Puedo decir que me convertí en un problema para Haití cuando me retiré. Quizás pensaron que le iba a quitar la plaza de alguien, la política es un mundo totalmente diferente.
Así que decidiste dejar tu carrera diplomática a un lado, definitivamente.
Estamos en 2020. Haití es un país muy pequeño, donde prácticamente todos nos conocemos y los círculos de poder son muy pequeños. Yo dependo de este grupo para conseguir mi pasaporte diplomático. A día de hoy todavía lo estoy esperando. Estaba muy bien aplaudirme cuando jugaba y representaba a mi país, pero cuando realmente aspiré a continuar a hacer cosas para mi país en política, me di cuenta de que no merecía la pena.
Es interesante todo esto, y más sabiendo que tú declinaste la nacionalidad francesa, querías representar únicamente a Haití.
La mitad de mi familia vive en Francia y me ofrecieron la nacionalidad francesa con 15 o 16 años, cuando entrené durante seis meses con la Federación en Burdeos, a quienes les estoy muy agradecido porque realmente yo no era francés. En 1982 fui a jugar los Juegos del Caribe y América Central a Cuba y gané el oro. De repente me convertí en un héroe para Haití, nadie nunca había ganado una medalla de oro. Volví de Cuba y me recibieron con alfombra roja en el aeropuerto, me encuentro de repente representando a un país pequeño, al Caribe… si no llega a pasar eso, probablemente no hubiese jugado por Haití.
Vamos a hablar un poco de tu carrera. Creo que mucha gente se acuerda y te relaciona con Roland Garros, y aunque viviste en Francia durante 20 años, quizás en París no recibiste el apoyo que merecías.
¿Te refieres a un partido específico…?
Quizás durante un periodo de tiempo, en partidos contra jugadores como Jimmy Connors…
Ese, ese partido. Sí, en 1991. Francia me acogió y me trató muy bien siempre. Es cierto que jugar aquel partido contra Connors fue una experiencia que no fue fácil. Aquel día tuve que luchar contra tres cosas: contra Jimmy Connors, que estaba jugando increíble; contra el árbitro y los jueces de línea, que claramente le estaban beneficiando y, no luchar en este caso, pero la grada le animaba a él. Connors siempre fue un favorito para la gente, muestra mucha pasión, mucha energía en pista. Creo que solo me pasó en ese momento particular, siempre he disfrutado jugando en Francia.
Otro de los momentos más reseñables de tu carrera se da en 1987. Basilea, te enfrentas a Yannick Noah en la primera final entre dos jugadores de color en la historia del tenis.
Fue un momento icónico. Yo ya sabía de la importancia de mi final contra Noah por aquel entonces, más que nadie. Los periódicos europeos no se centraron en eso: simplemente se hablaba de Noah, el francés, contra Agénor, de Haití. No veían más allá de eso. Pero era la primera vez que dos jugadores negros se enfrentaban en una final. Hace 2 años me introdujeron en el Salón de la Fama de los Tenistas Negros en América y fue un momento increíble. Si reflexionas, hoy día… muy poca gente sabe sobre aquella final. No fue algo a lo que los medios prestasen mucha atención. Incluso la ATP, la ATP nunca ha destacado nada de aquel partido.
Has mencionado el tema de las protestas. No sé si alguna vez te encontraste con claros ejemplos de segregación dentro del tenis.
Hay que denunciar el racismo, hablar en voz alta sobre ello. También a veces tienes que olvidar, entender que hay gente muy ignorante y muy estúpida en el mundo. Sufrí una buena dosis de racismo, aunque hay que decir que el racismo con el que me encontré en Europa y Francia, donde viví 20 años, fue muy tibio. Nunca temí por mi vida. Sí que experimenté racismo dentro del mundo del tenis, proveniente de un puñado de jugadores. Eran sobre todo bromas muy ofensivas, pero sí tuve varios encontronazos con jugadores que yo pienso que eran racistas.
Con uno de ellos, fue un jugador estadounidense. Pasó durante mi vuelta al tenis, creo que tenía envidia de los resultados que estaba teniendo. Él cuestionó mis resultados, dejando caer que me dopaba. Aquel partido estaba lleno de tanto odio… me puse 5-0 arriba en el tercer set y ahí es cuando empezó a hablar, a hacer comentarios racistas, se pensaba que no podía oírle, pero sí. Lo increíble es que perdí el partido. Me vino a chocar la mano tras ganarme y le dije, “vámonos fuera y chocamos la mano fuera, fuera del club”. Se giró y le empezó a decir al umpire que lo estaba amenazando. Le dije que era un cobarde y empezó a decir insultos raciales en mi cara. Pronto publicaré todo lo que me dijo, aún tengo el recorte de periódico con la foto en la que se ve que nos enfrentamos cara a cara.
El tema es que este tipo de historias nunca han sido tratadas ni denunciadas en el mundo del tenis.
Sin embargo, te digo: donde verdad he encontrado más racismo es en Estados Unidos. Muchas veces me han dicho que soy ‘marrón’ (I'm brown). Vale, me da igual ser marrón o negro, para lo importante es la misma mierda. Hay un problema grave en América. El racismo que hay en Europa hacia los negros es muy diferente al que hay en USA. En Francia, el racismo que hay ni se acerca al de América. Aquí pierdes la vida (lo remarca). La pierdes. Es diferente aquí, el esclavismo ha estado presente durante generaciones.
Tú has vivido de primera mano la situación de países africanos, Francia, Estados Unidos…
El racismo se da porque hubo esclavitud. Empieza justo ahí. De no haber tenido esclavitud, la gente negra habría nacido aquí, con derechos, como los indios, pero vinieron de África como esclavos. Pero esto es un tema que da para mucho más (risas). Intentaré aportar mi granito de arena para que la gente sepa más sobre el tema, se eduque. La nueva generación no quiere vivir aún con los recuerdos de las colonizaciones, de los negros traídos desde el Congo hacia Bélgica, Francia. No quieren vivir con ese racismo presente. Tenemos que darle el poder a esta nueva generación, la gente joven es el futuro, son menos racistas.
Pero aún así, incluso en países europeos, sigue habiendo racismo…
¿Sabes por qué? El mundo globalizado ha estado muy bien para algunas cosas, pero para otras es un desastre. La gente, durante mucho tiempo, ha vivido con fronteras. Si las personas que vienen de África viviesen en un país fuerte, con las necesidades básicas cubiertas, ¿crees que emigrarían a hacer trabajos forzados? Ahí está el problema. No todos los países son modernos ni tienen una buena educación. La única forma en la que el mundo podrá curarse será cuidando a estos países, a la gente que viene de una situación muy mala. Los países más desarrollados tienen que despertar, darse cuenta de que los países del tercer mundo necesitan crecer, desarrollarse. Hay demasiada gente en una situación de pobreza. ¡Demasiada!
La realidad es que en estos países modernos vemos a África como un continente distante, la preocupación por lo que allí ocurre es poca.
Hay demasiada diferencia entre Europa y África. Entre América y Sudamérica. Si la gente no ha tenido educación, se crea un gran problema. Cuando alguien que ha recibido educación viaja a otros sitios, se integra bien. La oportunidad de la educación aquí sí se está dando a las personas negras, hay billonarios negros. Al final, aquí hay un sistema que da a los negros ciertas oportunidades, por mucho que la justicia sea totalmente desigual. ¿Por qué? Porque pueden acceder a la educación.
Esa acaba siendo la diferencia entre los negros en América y los negros que viven en África. Ellos sí tienen una oportunidad, aunque sea pequeña…
¡Exacto! Si los gobiernos, la gente rica, tiene ese dinero, ¡úsalo para ayudar a tu gente! El mundo necesita un sistema en el que algo de su dinero se destine a reconstruir estos países, así es como resuelves un problema enorme a nivel mundial.
Me encanta que empezamos la entrevista hablando de tenis, pero nos hemos trasladado a otro tema diferente…
¡Pero es que en el tenis pasa igual! Son los mismos motivos.
De hecho, me mencionabas antes el ejemplo de Yannick Noah. Quizás si se hubiese quedado en Camerún, nunca hubiese sido el gran campeón que es ahora…
Pero en su caso hay una diferencia. Noah, Monfils y Tsonga. En el caso de Noah, su madre es francesa, así que tiene derecho a la nacionalidad francesa. En el caso de Tsonga, su madre es francesa también. De todos modos, hay un problema aún más grande, imagínate que se solucionase el problema de la inmigración, que las economías se hiciesen fuertes. Probablemente, aún con todo eso, existiría gente racista. Existe gente racista. ¿Qué hacer? Déjalas solas. ¡Que les den! Si no entienden que somos parte de la humanidad, sepárate de ellos. Ignóralas, son gente estúpida.
Probablemente volvamos a este tema más pronto que tarde, ya que al final tu historia tiene relación con esas desigualdades, con tus raíces haitianas…
En Europa, a Haití se la ve como una isla del Caribe, bonita, casi nunca he recibido menciones negativas sobre Haití. Pero aquí en América… casi siempre ha habido odio. ¿Te imaginas, por ejemplo, a un haitiano ganándole a Agassi, Sampras o Connors? Esto era dramático para ellos.
Te pongo un ejemplo: me enfrenté a Brad Gilbert en Key Biscayne. Ahora somos buenos amigos, eh. Había un buen grupo de gente de Haití animando en las gradas, en torno a 100 personas. Lo primero que me dice, para intimidarme: “Qué pasa, ¿has traído a toda tu familia hoy aquí o qué?” Y a lo mejor había 100 personas, eh. No lo entienden. Es un jugador americano que ha jugado en gradas americanas casi toda su vida. Yo nunca he tenido esa oportunidad, salvo en la Copa Davis. Lo hizo porque no quería perder contra mí, para alguien como él casi se ve como algo problemático perder contra un haitiano.
Entonces, ¿ahora sois amigos?
Sí, hombre, ahora somos buenos amigos (risas). La vez que le gané, era en Stuttgart y él era el #12 del mundo. Después de ganarle, nunca más hizo un comentario sobre la gente de Haití. ¿Ves? Tuve que ganarle para ganarme su respeto. Esa es la imagen que los americanos tienen de los haitianos: somos pobres, ¿cómo es posible que les ganemos? ¿Cómo? He jugado partidos en el que los jugadores tenían una motivación extra para ganarme, porque pensaban, "¿cómo es posible que alguien que venga de este país me gane?"
El otro día hablaba con mi mujer y le dije: “Gracias a Dios que viví en Francia durante mi carrera, porque estoy seguro de que no hubiese llegado lejos si viviese en Estados Unidos”. Imposible. Demasiado racismo, es muy complicado.
Te retiraste en 1992, después de haber sido el #22 del mundo. A finales de los 90 vuelves al tenis. Háblame de aquella época.
Haber jugado por Haití me negó la posibilidad de invitaciones o grandes patrocinadores. Cuando perdí mi ranking volví jugando torneos Satélites, pero me comuniqué con Roland Garros, Wimbledon, Open de Australia y Us Open. Intenté conseguir una invitación. Todas las respuestas eran iguales: daban wildcards a sus jugadores locales. Los franceses me decían que además era demasiado viejo. Me di cuenta de lo que es el sistema. Si hubiese sido francés o estadounidense, me habrían dado invitaciones en bandeja de plata.
Esto es un tema que sigue teniendo vigencia hoy día.
Es una demostración de lo corrupto del circuito. ATP, ITF… son un desastre. Porque ellos deberían tener algún tipo de regulación con respecto al sistema de las invitaciones, que es terrible.
Luego está la reciprocidad entre las naciones que tienen Grand Slams, ¿no? Roland Garros deja una invitación reservada para tenistas australianos, el Open de Australia deja otra para tenistas franceses…
(Se ríe) Esto es el mayor fraude de la historia del tenis. Es un fraude. Esto ya no es ni racismo, no sé ni lo que es. ¿Cómo es posible que esto exista? Pensemos en países con un gran jugador entre el 250 o el 300 del mundo que no tienen la oportunidad de jugar Roland Garros, y ahora piensa en los que sí tienen ese privilegio solo por pertenecer a ese país. Debería ser ilegal, pero los líderes de esas organizaciones son gente muy elitista. El tenis es un deporte completamente politizado, como deporte internacional, hay política por todos lados.
Volvamos al tenis. Hay una anécdota muy curiosa. Segunda ronda de Roland Garros, 1989. Te enfrentas a Tim Mayotte. ¿De verdad el vino de Burdeos te hizo ganar ese partido?
¡Claro! (risas). Es la verdad. Salí en la portada de L’Equipe Magazine, debajo de mí estaba Maradona. Estábamos 5 iguales en el cuarto set. Él tenía un juego muy mediocre en tierra, pero era el número 8 o 9 del mundo, seguía siendo complicado. Nunca fui capaz de llevar el partido al fondo de la pista, él hacía saque y volea, pegaba cortado… no era un partido fácil para mí, me estaba desmontando. En ese momento paramos por la falta de luz. Salí de la pista estresado, sentía mucha presión.
Estaba cansado. Casi nunca bebí vino en toda mi carrera, pero me dije, bueno, voy a pedir una botella de vino, quería servirme un vaso. Al final acabé bebiéndome la botella entera (risas). Al día siguiente vuelvo a la pista y solo perdí un juego.
En cuartos te enfrentas a Chang, que sería el campeón aquel año.
Aquí volvemos a hablar de otro problema, de otra desigualdad, esta vez entre blancos y gente asiática. En Europa, mucha gente se reía de los asiáticos, de cómo hablaban. A nadie le gustaba Chang en aquel momento. Tenías a este tipo, asiático, que para los europeos por mucho que fuese americano representaba a China. En aquel momento, China era el Partido Comunista. Te lo digo totalmente en serio. A nadie le caía bien, pensábamos que lo que le hizo a Lendl fue una falta de respeto, también trató de hacérmelo a mí… era probablemente el tipo más odiado.
¿Piensas que en aquel momento tenístico Michael Chang era el hombre más odiado en el circuito?
Solo durante aquel torneo. Tenía 17 años y tuvo la valentía y el coraje de hacer lo que hizo. Pero pienso que, si no hubiese ganado aquel torneo, la gente le habría seguido odiando. Muchos lo veían como ese pequeño chino que llegaba al circuito, relacionado con el comunismo.
Es otro ejemplo de cómo tienes que ganar un gran torneo para ser respetado. ¿Tú sentiste que aquella forma de restar el saque era una falta de respeto?
En aquel momento sí nos lo parecía porque nadie lo había hecho nunca. La generación de los 80 éramos una generación de jugadores muy cortés, educada. Que un jugador viniese y nos hiciera eso no era bienvenido. Pero hoy en día tenemos a Kyrgios, jugadores a los que nada les importa y el juego se ha vuelto un show de mierda, un caos.
Desarrolla un poco eso.
La única razón por la que la gente sigue viendo los Grand Slam es porque están viendo historia. Se rompen récords. Lo único que mantiene el interés de la gente es la carrera por los Grand Slams de estos tres jugadores.
Y el debate está en qué va a pasar cuando estos tres jugadores se retiren, claro.
Ahí se acabó. It’s over. Hay demasiados torneos, el sistema es terrible, está roto. Los jugadores abandonan, compran partidos… salvo los Grand Slams, el tenis está roto. La globalización ha destrozado parte de nuestro deporte. Ahora tienes 40 Futures seguidos en un país. A la gente en América ya no le interesa el tenis. Hay un sistema en el que el dinero se ha reducido a los 50 mejores del mundo. Han dejado que la corrupción se establezca. Todos los jugadores a los que pillan en temas de doping, vendiendo partidos… la ATP y la ITF podían haber arreglado eso, pero no lo han hecho. Para mí es fácil arreglarlo, pero no lo han hecho.
Los Futures se han convertido en un negocio increíble para los hoteles, para los resorts de cinco estrellas. Turquía nunca ha sido un lugar para el tenis y ahora tienes allí 40 Futures seguidos. ¿Para qué? No hay suficientes jugadores locales para hacer eso, lo tienes ahí para que la gente vaya a visitarlo. El tenis se ha convertido, ahí, en un negocio para hacer turismo. Eso crea un entorno ideal para los apostadores, etc…. Pon las reglas que existían hace 30 años en el tenis y verás como toda la corrupción y los temas de apuestas desaparecen.
¿Crees que era más complicado llegar arriba hace 30 años?
Era más duro porque tenías mejor competencia. No tenías 26 torneos por todo el mundo en una misma semana. Ahora tienes como 30 o 40. Es demasiado, no puedes controlar eso. Se ha convertido en un negocio para muchos torneos, y estos torneos dan puntos ATP, y esto lleva a la corrupción. No es posible que a día de hoy sigan existiendo torneos profesionales con un prize money de $25,000. ¿Qué se supone que vas a hacer con eso? Lo mínimo que un torneo debería dar es $100,000, ese debería ser el punto de partida para un jugador. A partir de ahí, subes. ¡Estamos en 2020! Pero ahora mismo buscan el volumen, y es mucho mejor para ellos tener diez torneos de $10,000 que uno de $100,000. ¿En qué ayuda eso al tenis? ¿En qué ayuda eso a los jugadores?
En los torneos ATP se debería volver al sistema de ranking antiguo. Si un jugador pierde una barbaridad en primera ronda, su ranking sufre. Antes, jugadores como Brad Gilbert o Jimmy Connors se saltaban Roland Garros; sabían que no lo iban a hacer bien allí. Los jugadores españoles nunca iban a Wimbledon, tenían miedo de que si perdían en primera ronda su ranking se vería muy afectado. Tenían conciencia, unos preparativos adecuados. Eso ha desaparecido. Ahora no importa si pierden en primera ronda, pueden perder veinte veces seguidas, su ranking no se ve afectado.
Ronald, hay un tema que aún no hemos cubierto. Tu carrera musical. Es una historia curiosa la tuya, no sé de dónde viene esa afición y ese lado que muchos no conocen.
Yo empecé a tocar la guitarra cuando tenía 15 años. Desde ahí, viajaba a todos lados con mi guitarra, a todos lados. La música era mi pasión, estaba al mismo nivel que el tenis. Mi primera vez en un estudio fue cuando aún estaba en el top-30, fue una gran experiencia.
Cuando vi que mi carrera diplomática no tenía futuro, mientras estaba entrenando, volví a componer música y saqué mi álbum en 2007. El álbum se llama #22, en homenaje a mi mejor ranking (risas). Si la gente puede ir y escuchar mi música en Youtube o en iTunes, sería muy feliz. Iba a sacar un nuevo álbum, pero por el Covid-19 se ha atrasado un poco. Se va a llamar ‘Strings of Life’. Tiene un significado diferente, profundo.
La música es una parte muy importante de mi vida. Hay amor en la música, hay amor. La música, como una raqueta, es una forma de creación, de expresión. Cuando me das la oportunidad de contar mi historia, como estás haciendo ahora, es una forma de expresión. Tú, como periodista, cuando haces una entrevista y le haces una pregunta a alguien, también te estás expresando, consigues una historia y eso te llena el alma. La música, como las cuerdas de mi raqueta, dan sentido a mi vida. Por ahí va mi canción, la de “Strings of my life”. Dice:
Strings of my life,
Will never lie
Strings of my life,
Will never die
Cuando yo toco la guitarra, la guitarra no miente. Las notas no mienten. Y nunca van a morir, podrás escucharlo dentro de 50 años, quizás (risas).
Lo cierto, Ronald, es que eres un orador muy potente, he visto que has dado charlas motivacionales en los últimos años. Has hablado del problema que hay en el tenis, ves a Tsonga o a Aliassime hablando en los medios sobre sus experiencias. ¿Nunca te has planteado volver a la industria del tenis para dar a conocer estos problemas, quizás para entrenar a algún jugador…?
Durante el Covid-19 y antes de las protestas ya había planificado cómo quiero pasar mi tiempo en los próximos años. Si pudiese ser entrenador, me gustaría que no solo hiciera eso, me gustaría transmitir valores, mi experiencia, a que los jugadores escuchen mi mensaje. Cualquier jugador, me refiero. Está claro que si es africano, es negro, es un plus. Hay una razón por la que no hay jugadores negros en Estados Unidos, no hay. Salvando a Tiafoe, que es hijo de inmigrantes, no hay jugadores que hayan nacido y se hayan criado en América. Creo que tengo la oportunidad de volver a través del mentoring (mentoría), convertirme en una voz y compartir mi experiencia. Quiero motivar a los jugadores y a la sociedad, que se unan, para acabar con el racismo. Me encantaría que ese fuese mi labor próximamente.
Unas preguntas rápidas para acabar. ¿Cuál dirías que es el recuerdo más feliz de tu carrera? ¿Quizás esa final contra Noah?
Ese fue un gran momento, pero ganar la medalla de oro en Cuba fue algo muy sentimental. También mis títulos ATP. Aún así, creo que los mejores recuerdos que tengo de mi carrera tenística son cuando era un chaval y jugaba en Burdeos, donde jugaba torneos por equipos con mis compañeros de club. Podía compartir esos momentos con mi familia, mis amigos y mis compañeros de equipo. Fue una experiencia que no olvidaré en toda mi vida, esos años como júnior en Francia.
¿Quién fue el jugador contra el que más te gustaba enfrentarte?
Andre Agassi, de lejos. También contra Connors, a quien pude ganar una vez.
¿Y a quién te hubiese gustado enfrentarte?
Una pregunta complicada esa (risas).Me hubiese encantado jugar contra Bjorn Borg en un partido. Él o Arthur Ashe. Ellos dos fueron mis ídolos. De hecho pude jugar contra Borg en un partido del Circuito de Leyendas, pero no a nivel competitivo, y con Arthur Ashe pude hablar por teléfono una vez, lo recuerdo con mucho cariño.