El suero para derrotar a Pete Sampras

Fernando González recordó la anécdota de cómo superó al estadounidense en Miami 2002 habiendo estado enfermo la noche anterior. “Sufri una diarrea importante”.

Fernando Murciego | 2 May 2020 | 22.18
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Fernando González y su golpe de derecha. Fuente: Getty
Fernando González y su golpe de derecha. Fuente: Getty

Pocos jugadores pueden presumir de tener el H2H ganado a Pete Sampras, incluso de no haber perdido nunca contra él. En el caso de Fernando González, le sirvió con llevarse el triunfo en la única ocasión que cruzaron sus raquetas. Fue en la segunda ronda de Miami 2002, cuando el chileno todavía estaba fuera de los cincuenta mejores del mundo y el estadounidense abordaba sin saberlo su última temporada como profesional. Aquel triunfo quedó para siempre en la memoria de Feña, aunque no fue hasta la semana pasada en una charla con José Luis Clerc para ESPN cuando confesó las malas condiciones en las que llegó a ese duelo.

“La noche anterior de jugar contra Pete me pusieron dos botellitas de suero, había estado con mal de estómago, aunque lo que me tenía realmente preocupado era que al día siguiente pudiera pasar una vergüenza grande en un estadio como el de Miami”, apuntó el de Santiago en mitad de una entrevista donde fue repasado cada etapa de su carrera profesional. Su final en Australia, sus medallas olímpicas o su relación con Massú fueron temas que no faltaron en la conversación, hasta que la anécdota de aquel encuentro con Sampras eclipsó todo. “Pasé una noche muy mala, una diarrea importante, pero sabía que tenía que entrar a jugar ante Pete de la manera que fuera. Al día siguiente, por suerte, me sentí mucho mejor, aunque esto nunca lo supo él”.

Era una de esas citas que no podían dejarse escapar, aunque su estado de salud no fuera el mejor. Aquel sería su primer y último enfrentamiento, con un Pete de 30 años fuera del top10 y en horas bajas, ante un González de 21 años que venía crecido de ganar el título en Viña del Mar el mes anterior, el primero de los cuatro que terminaría levantando en su país natal. Finalmente, el 7-6 y 6-1 a favor del sudamericano fue definitivo, confirmando un relevo generacional que ya era evidente. Eso sí, nadie le quitaría al estadounidense el privilegio de retirarse al final del verano con una nueva corona de Grand Slam en la maleta. Pero septiembre aún quedaba lejos, hoy nos quedamos con lo sucedido en Florida.

“El ambiente estaba un poco húmedo, no había ese calor gigantesco que sabemos que hace en siempre en el mes de marzo en Miami. Además, Sampras jugaba todo el rato puntos cortos, una estrategia que me beneficiaba, era todo lo contrario que Agassi. En aquella época entrenaba con Horacio de la Peña, quien me señaló por dónde solía sacar más veces, pero al final solo me quedó aceptar la posición del arquero, aunque sabía que no le iba a acertar todos los servicios”, recuerda el ex Nº5 del mundo de este capítulo escrito hace 18 temporadas.

Pero Sampras, que el año pasado ya había cedido en la misma ronda ante un Andy Roddick que ni siquiera era top100, no tuvo un buen al día con el servicio. No lo tuvo, en parte, gracias al buen rendimiento de Fernando al resto. “Hiciera lo que hiciera, me iba a matar a saques de todas formas, solo que aquella tarde fui como un portero, tuve mucha suerte”, valora el chileno, aunque luego terminarían empatados a saques directos (5-5) y con González mostrado mejores porcentajes de primeros saques y puntos ganados con ese primer servicio. Incluso con los segundos fue mejor.

Lo más importante era romperle el saque al menos una vez. Se lo rompí una vez en el primer set y luego en el segundo ya fue todo más fácil, el partido se volvió más cómodo. Pero sí, para frenar su saque mi táctica era la de salir antes de tiempo. Tampoco lo conocía mucho por el hecho de nunca habernos enfrentado, cuando juegas muchas veces contra un jugador acabas familiarizándote hasta con la manera de tirarse la bola, vas adivinando cada gesto”, subraya el triple medallista olímpico.

En apenas unas horas, el bombardero de la Reina pasó de estar recibiendo suero a estar fulminando al mejor tenista de la historia, al campeón de 13 Grand Slams (el número 14 llegaría meses después en el US Open). “Yo sabía que cuando el punto era importante él me sacaba para la derecha, así que ahí estaba yo para responder con toda la furia. Apuntaba mis tiros con mucho margen, cuando se me escapaba un poquito no era porque yo la quisiera poner tan profunda, tan a la esquina, pero salían para allá porque le pegaba un poco tarde. Ganarle a Pete se convirtió en mi sueño, más incluso que ganarle a Agassi, que era mi ídolo. Pero claro, Pete había ganado más”.