Hay personas en el mundo del deporte capaces de generar sensaciones especiales, independientemente de sus resultados. En un mundo donde todo va demasiado deprisa y da la sensación de que la línea que separa éxito del fracaso y héroes de villano es demasiado fina, contar con una deportista que va más allá del mero carácter resultadista supone todo un lujo y un claro referente para explicar en qué consiste el deporte. Lucha, sacrificio, honestidad, modestia y mucho amor por el tenis es lo que encarna María José Martínez, erigiéndose en una guía espiritual del tenis femenino español y honrando a este deporte con su presencia continua en las grandes citas. La de Yecla se ha labrado una carrera repleta de grandes resultados, pero sobre todo, se ha granjeado el reconocimiento del gran público y de compañeras y rivales, que han sabido ver en ella un ejemplo de cómo afrontar una larga carrera, paladeando cada momento bueno y superando con resiliencia los baches que se han podido producir.
A nivel deportivo, lo primero que se viene a la mente cuando se habla de la murciana es esa semana mágica en Roma 2010. Nunca podrá desligarse su nombre del de la histórica ciudad italiana, cuando consiguió ganar a Francesca Schiavone, Caroline Wozniacki, Lucie Safarova, Ana Ivanovic y Jelena Jankovic. Destapó el tarro de las esencias y brilló con luz propia en unos días repletos de inspiración donde su tenis ofensivo y vintage alcanzó un estatus superior. Zurda, de gran saque, elegantes movimientos y facilidad natural para subir a la red, María José encandiló a los más románticos del tenis mundial y consiguió un título que le catapultó al top-20 del ranking WTA. Fue su momento cumbre, aunque no debemos olvidar que en su palmarés figuran otros cuatro títulos WTA a nivel individual, como Bogotá y Bastad, en 2009, y Seúl y Bad Ganstein, 2011.
Fueron tres temporadas gloriosas para la española, que combinó sin ningún tipo de rubor con una modalidad en la que acabó alcanzando sus mayores cotas de éxitos y le permitió figurar entre las mejores del mundo hasta el final de su carrera: el dobles. 21 títulos WTA y 22 ITF conforman un palmarés brillante de una mujer que llegó a ser número 4 del mundo en 2010, después de proclamarse campeón de las WTA Finals 2009 junto a Nuria Llagostera, dejando en el camino a las hermanas Williams, un triunfo que perdurará en la historia del tenis femenino nacional. Anabel Medina, Liezel Huber, Lourdes Domínguez, Gabriela Dabrowski, Sara Sorribes, Daria Jurak y Andreja Klepac, con quien figuró entre las mejores del mundo después de haber sido madre, son las otras compañeras con las que ganó algún título, lo que demuestra su amplia capacidad de adaptación a jugadoras de perfil muy diverso.
En 2012 se viven los peores momentos de su carrera. Después de saborear las mieles de la gloria y mirar con optimismo a una temporada en la que se disputarían Juegos Olímpicos, la de Yecla sufrió una espiral de lesiones que le impidió rendir al nivel esperado y frenó su trayectoria. Participó en Londres 2012 pero lo hizo lejos de su mejor nivel, cayendo en segunda ronda ante Victoria Azarenka, mientras que en dobles no podía confirmar el favoritismo con el que partían Nuria Llagostera y ella, sucumbiendo ante las chinas Peng y Zheng, también en segunda ronda. Fue un duro varapalo para María José, que creyó necesitar un período de desconexión y lo encontró de la manera más dulce posible: siendo madre.
Una de las experiencias vitales más importantes en la vida de una persona fue canalizada por María José como el acicate necesario para darse una nueva oportunidad en el tenis profesional. Resultó entrañable ver cómo se afanaba por retornar a las pistas apenas unos meses después de dar a luz, y su imagen viajando con su hija por el mundo fue el claro ejemplo de mujer empoderada que tanto se necesita en el mundo y el deporte. Volvió a estar entre las mejores en la modalidad de dobles, olvidándose casi por completo de competir a nivel individual y centrando sus esfuerzos en una modalidad en la que es una auténtica maestra y ha demostrado ostentar una inteligencia natural para rendir a un nivel muy alto durante muchos años.
Posiblemente una de las espinitas a nivel resultados que se queda clavada en María José Martínez sea el no haber podido dar más brillo a su palmarés con algún título de Grand Slam en la modalidad de dobles. Su mejor resultado fueron las semifinales alcanzadas en Roland Garros 2010 y 2012, y en el US Open 2012. También se presentó en la penúltima ronda de los dobles mixtos de Wimbledon 2017 y ganó la Copa Hopman 2010 junto a Tommy Robredo. En el plano individual, consiguió meterse en la tercera ronda de todos los Grand Slams. Pero por encima de todo eso, está su manera de entender la vida y el deporte, su compromiso infinito con el equipo español de Fed Cup y la manera en que ha tratado a todos los que tuvieron contacto con ella en esta dilatada trayectoria profesional. Por eso y mucho más, todos los aficionados españoles al tenis solo pueden decir una cosa. ¡Gracias, María José!