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Esquí y tenis. En un primer vistazo, dos deportes que no parecen tener nada que ver el uno con el otro. Sin embargo, solo aquellas personas que los han practicado podrán revelar la relación tan estrecha que guardan. Novak Djokovic ya lo avisó hace tiempo, subrayando que la suerte de esquiar le dotó más tarde de una elasticidad, una flexibilidad, incluso unas habilidades mejoradas gracias a tan peculiar modalidad. Lo que no esperaba el de Belgrado es que, catorce años después de su nacimiento, otra futura estrella del tenis iba a seguir su misma estela. Jannik Sinner, el jugador más joven del top100 en estos momentos, nos cuenta su historia.
“Siempre mantuve una relación directa con el tenis, siempre jugué un poco, tal vez dos veces por semanas en mi etapa de crecimiento, y lo disfrutaba mucho. Cuando tenía 13 años, unos entrenadores me vieron jugar y ahí es donde conocí a Ricardo Piatti. Después de algunos días de prueba, los entrenamientos se convirtieron en un cosa mucho más seria, recuerda el tenista de 18 años, quien hasta ese momento había practicado también el esquí. “Son deportes muy diferentes, pero el equilibrio es muy importante, tanto en uno como en el otro. Puedo llegar a entender por qué Novak dijo que el haber esquiado le ayudó para jugar a tenis”, asegura.
Para comprender la relación de Sinner con el esquí hay que buscar en sus orígenes, en las montañas del Tirol del Sur, donde sus padres tenían un restaurante especializado en comidas de esta región. “Allí tenemos una gran zona de esquí, cerca de Austria, lo más normal era que yo esquiara en algún momento de mi niñez, ya que todos lo hacen. Fui campeón italiano en mi grupo de edad en 2008, en slalom. Más adelante, en 2012, acabé segundo. Alberto Tomba fue uno de mis héroes, pero prefería a Bode Miller porque me encantaba su estilo”, confiesa el jugador nacido en San Candido.
No fue hasta los 13 años, con la aparición estelar de Piatti, donde el italiano se decantó por fin por el deporte de la pelota amarilla. “Todavía iba a a la escuela en mi ciudad natal, pero me tomaba mi tiempo para bajar a su Academia y luego volver a subir. Es cierto que complementar ambas cosas me hacía estudiar un poco menos que los niños normales, es una realidad a la que todavía me enfrento, ya que de momento no he dejado los estudios”, manifiesta el actual número 95 del mundo.
“Empecé bastante tarde, además mis padres realmente no jugaron nunca, pero tampoco me han presionado, lo cual creo que es bueno. Todavía me permiten esquiar, pero sí es cierto que con mucho cuidado. En Navidad siempre esquío, pero voy despacio, aunque mis amigos siempre me instan a que vaya más rápido. Ahora la idea es mudarme a Montecarlo, un lugar hermoso donde te levantas cada mañana y puedes ver las montañas, para mí eso es el paraíso. En esta profesión hay que viajar mucho, así que volver a casa y relajarme de esta forma es perfecto”, expresa en un reportaje para Daily Mail.
Jannik Sinner, una promesa camino de la realidad. Empezó el año siendo el 549 del mundo y disputando el ITF 15M de Monastir. Once meses después, su apellido es el más joven de entre los cien primeros y está compitiendo en las Next Gen ATP Finals de Milan, siendo el más rápido en clasificarse para semifinales. Una progresión fuera de lugar, un talento que ha roto moldes, un jugador que todavía tendrá muchas más oportunidades de contarnos cómo pasó de jugar los ITF a los Grand Slam en el mismo año. Si algún día le ven ejecutando un golpe irreal, defendiendo una bola imposible o, sencillamente levitando por la pista, bastará con imaginarle con unos esquís por la montaña. Ese fue su mejor entrenamiento.