Guillermo Coria, el tenis, ayer y hoy
El argentino Guillermo Coria y una entrevista para guardar. El 'Mago' comparte su vida actual y repasa grandes episodios de su trayectoria.


No ganó Roland Garros pero fue uno de los mejores jugadores del momento sobre tierra batida. No ganó Roland Garros pero fue apodado el 'mago' por su parroquia, por sus compatriotas. Y sí, era un verdadero mago, tenía y hacía magia con las manos, pero no tuvo una carrera sencilla. Guillermo Coria siempre tiene algo que contar porque aunque cuenta su carrera y su vida como tenista una vez tras otra, sus palabras, leídas y escuchadas, relatan entre muchas otras cosas interesantes, una final perdida, la de Roland Garros 2004, que hoy y siempre será difícil de creer que la perdiera. En una entrevista con Enganche.com, Coria repasa su vida actual, ligada a la formación de jóvenes, y la vida anterior, la del circuito ATP y las idas y venidas en la élite.
“Sin dudas que sí", es la respuesta que da el argentino cuando la entrevista comienza queriendo saber si a Guillermo el tenis le sigue dando alegrías. "Ver la motivación de tantos chicos me pone muy feliz y transmitir mis experiencias es algo realmente especial. Ir con la fundación a barrios humildes para ofrecerles la posibilidad de hacer deporte me da mucha satisfacción; cuando me dieron la oportunidad de liderar este programa me metí a fondo. Me di cuenta que no hay mejor forma que esta de devolverle al tenis lo que me dio, trabajar con los chicos, con el futuro".
Coria no tiene ninguna duda ni reparo en reconocer que el tenis le cambió por completo como persona pero sobre todo cuando puso punto y final a su carrera. “Cambió mi personalidad cuando dejé de jugar. Me costó al principio formar un equipo, trabajar con distintas personas, porque como tenista te acostumbras a estar con gente que prácticamente te hace todo. hora tengo que resolver un montón de situaciones de logística, problemas, saber cómo está el tenis nacional, analizar otras federaciones extranjeras para ver qué puede ser bueno para nuestro país".
Coria, que tuvo que salir de Argentina para crecer como jugador, cuenta cómo fue llegar a Miami con 13 años. “A mí me ayudó mucho para todo lo que vino después, pero no lo recomendaría. Por ejemplo, con mis hijos no lo haría. Me lavaba la ropa solo, vivía con 50 dólares a la semana, iba a la tienda y tenía que ver qué comprar para no llegar a la caja y pasarme. Comía cereales con leche. Había recuerdos de los que me había olvidado y los recordé ahora que formó chicos jóvenes. Por otro lado, yo era un inconsciente, y ese carácter fue clave cuando fui subiendo de nivel. El miedo lo transformas en motivación. Todos estos chavales que tienen 9 o 10 están tomando decisiones continuamente, a cada momento, pero tienen que estar tranquilos y disfrutar. Nosotros vemos chicos que también están convencidos de querer dedicarse pero la ascensión es difícil. Hay que insistir para que no dejen de ir al colegio, es fundamental".
"La final de Roland Garros 2004 la pierdo ante Verkerk, en las semifinales de 2003"
Guillermo tuvo claro desde muy pequeño que quería ser deportista, pero no tardó en elegir el deporte que le haría un talento enorme. “Yo sabía que iba a ser tenista o futbolista. Me encantaba el fútbol pero el tenis era diferente, 'yo solo contra todos'. Era responsable. Siempre tuve los retos claros, quería triunfar y conseguir todo con el tenis, pero mi primer desafío era ganar dinero para comprar una casa para mi familia. Ahí me puse en la cabeza ser 1 del mundo, porque había sido número 2 en junior y llegué a ser nº3 en ATP. Fui un afortunado, tuve mucha suerte, pero la busqué, se me presentaron chances. Y no es como dicen que el tren pasa una sola vez: el tren pasa muchas veces, pero hay que estar preparado para poder subirte cuando pasa. Hoy me siento un afortunado de haber podido ganar lo que gané y haber llegado a ser lo que fui. En el tenis necesitas ser fuerte mentalmente desde pequeño para llegar. El que es dejado y no es responsable no llega. Lo bueno del tenis es que dependes de tú mismo, entras a una cancha, llegas a un evento y depende de ti ir ganando".
Es imposible, llegados al punto de poder entrevistar a Coria, no preguntarle por el momento más amargo de su vida: la final de Roland Garros 2004, una final que repasándola resulta increíble que no la ganara. “En su momento esa final me dolió no haberla ganado habiendo estado a un punto dos veces, a menos de cinco centímetros de ganar ese torneo. Pero también llegué a esa situación de punto de partido en condiciones increíbles, después de haberme acalambrado. Mi único error fue que antes de jugar tenía la única preocupación de acalambrarme. Yo no supe manejar mi ansiedad, era joven y no tenía experiencia previa de vivir esa situación. Ese Roland Garros a lo mejor lo pierdo no ahí, si no el año anterior, en la semifinal del 2003 contra Verkerk, que tiré la raqueta, no pude seguir jugando y perdí un partido que no tenía que perder. Era difícil que le ganara a Ferrero, pero ahí me hubiera quitado ese peso de jugar una final y hubiera competido diferente la final al año siguiente."
Coria también tuvo tiempo de valorar su castigo por doping y lo que significó en aquel momento en su carrera. “La sanción fue muy injusta por parte de los directivos de la ATP, no regresé de la misma forma, tuve que parar un año casi, vivir toda esa situación. Volver al circuito y que en el primer partido te llamen a las 6 de la mañana para decirte que te van a hacer un control antidoping tratándote de que eres la peor basura que hay en el circuito... eso es muy duro. Jugaba con mucha rabia".