Si la perfección existe en el deporte del tenis, está encarnada en el Roger Federer que se está viendo en Madrid. A sus 37 años y tiempo después de que muchos le dieran por retirado, el helvético está practicando un juego de otro planeta, un juego que deja boquiabiertos a aficionados y rivales y por igual... ¡y en tierra batida! Su entrenador Ivan Ljubicic es el único que no parece sorprenderse de los restos en mitad del cuadro de saque, del frenético desplazamiento de piernas y de los golpes secos y a la vez sutiles del, probablemente, mejor jugador de la historia.
Un mejor jugador de la historia que se ha sabido reciclar, y modificar sus automatismos para volver a ser competitivo. Federer ha bajado su nivel si lo comparamos con ese 2017 que hizo levantar a todo el público de sus asientos, pero en este 2019 parece estar en disposición de luchar por el cetro mundial frente a Novak Djokovic y Rafael Nadal. Y es que al contrario de lo ocurrido en los últimos años, el suizo ha decidido disputar la temporada de tierra batida. Si ya en su debut venció en menos de una hora a Richard Gasquet, hoy no iba a hacer menos, y derrotó por un trabajado 6-0, 4-6 y 7-6 (3) al francés Gael Monfils.
El francés es el número 18 del mundo, y viendo el encuentro parecía un niño corriendo al son de los golpes de un adulto. Pero un adulto cruel y malvado, que ni siquiera dejaba un resquicio de diversión al bueno de Gael. Y es que a Federer no le hizo falta estructurar los puntos con paciencia, ni siquiera subir a la red con riesgo. No tuvo ningún argumento el bueno de Monfils frente a la oleada de tenis que se le vino encima. Ni una sola bola de break tuvo el francés en el primer set, que se erigió en testigo de excepción de una auténtica exhibición de tenis resumida en los numerosos golpes ganadores y escasos errores no forzados con los que acabó Federer el encuentro. Y por si esto fuera poco, el helvético acompañó el show de un gran saque con el que ganó el % de los puntos jugados con el primer servicio.
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Reaccionó el francés en la segunda manga, golpeando muy bien con su derecha y cerrando la pista con recurrentes subidas a la red. Federer no lograba tomar las riendas del encuentro y a las primeras de cambio entregaba su servicio. Lo recuperaría más adelante pero Federer mostraría serias dudas a continuación. La frustración del helvético fue tal que se le vio con algunas dudas en su rostro y llegando incluso a golpear la bola hacia la grada, ganándose un warning, una imagen un tanto extraña de ver en él.
Monfils supo cerrar el set con maestría y exprimiendo todas sus energías. Lejos de quedarse vacío tras lo realizado, el jugador francés continúo jugando a un grandísimo nivel y se puso rápidamente con break arriba. Parecía que estábamos ante la posible despedida de Federer en Madrid, pero el suizo se reinventó y consiguió igualar el partido y salvar incluso dos bolas de partido. El partido se iba a decidir en el desempate, y allí Federer jugó sencillamente perfecto y venció por un parcial de 7-3.
Triunfo trabajadísimo de Roger hoy, pero esto no ha servido más que para llegar a los cuartos de final. Ahora comienza lo realmente complicado, cuando mañana tendrá que hacer frente ante el jugador más en forma sobre tierra batida, el austríaco Dominic Thiem, en un encuentro que para muchos podría tratarse de una… ¿final anticipada? El espectáculo y la emoción están servidos sobre la Caja Mágica.