Desasosiego e impotencia. Esa deben ser las sensaciones de todos los rivales de Novak Djokovic cuando le ven sobre la pista. Con la apariencia de un robot, el serbio ha hecho de la victoria un hábito, algo totalmente rutinario y que cuando se alinean los astros y no se produce, genera una ola de sensaciones en todo el planeta tierra. Da igual que juegue, en tierra, pista dura, hierba o sobre la arena de una playa, si está al 100% es imposible de ganarle.
No hay ni una sola razón para pensar que Djokovic no es favorito para Roland Garros. Su tenis no da respiro, y su condición física y mental son sencillamente perfectas. Nadie conoce la fórmula para ganar a este titán...o es que ¿quizá no la haya? Eso sí, en tierra las posibilidades de ganarle deberían ser mayores si en frente tiene a especialistas en esta modalidad como son Rafael Nadal o Dominic Thiem. Mientras el resto de rivales del circuito se afanan en hallarla, Djokovic sigue ganando y ganando y volviendo a ganar, como diría el mítico Luis Aragonés. Sin esfuerzos aparente, sirviéndose de una especie de ley de la gravedad. Igual que una manzana cae al suelo si se la deja en el aire, Djokovic vence cuando salta a una pista de tenis. Es inevitable.
Jeremy Chardy no pudo desafiar a la ley de gravedad del tenis. Se esperaba mucho más del jugador francés, uno de los tenistas capaz de darte un susto en cualquier momento. Sin embargo, el bueno de Chardy se vio tremendamente intimidado. Bajo un sol abrasador, la pista central del Mutua Madrid Open se convirtió en un infierno para el jugador galo, que no hizo más que encadenar sinsabores en forma de errores no forzados.
[getty:1147993856]
Cometió muchísimos y para colmo Nole se mostró como un muro inexpugnable desde el fondo de la pista, lo que pone de manifiesto que no fue dominador, sino dominado. Djokovic tomó las riendas del partido y jugó con comodidad, lo que le llevó a conectar numerosos golpes ganadores y a ser decisivos en las continuas subidas a la red. Siempre dentro de pista, variando alturas y ritmos, y haciendo correr a su rival cual marioneta, Novak abusó de Chardy.
Hubo atisbo de batalla en la segunda manga, cuando el francés consiguió llegar al final del set con opciones, pero Nole ya es especialista en este tipo de situaciones, y sabe cuando toca apretar. Djokovic reaccionó como quien espanta a una mosca en una cálida tarde de verano. Un simple manotazo y se acabó lo que se daba en un tiebreak donde apenas hubo igualdad.
Con un contundente 6-1 y 7-6 (2), el serbio puso la segunda piedra de las cinco que se propone en este Mutua Madrid Open. Un partido menos, o un partido más, según cómo se mire. Djokovic no sufre, solo gana, gana, gana... Marin Cilic será su próximo obstáculo.