Siento predilección por David Ferrer. Lo reconozco. Quizá alguno piense que esto que estoy diciendo no tenga relación con el título del artículo y sobre quién está centrado, Alexander Zverev, pero luego más tarde entenderán que sí la tiene. El de Jávea es un luchador nato, respetuoso y agradable tanto con sus rivales como con el resto de la gente. Cada punto ATP que consiguió se lo ganó con el sudor de su frente y nadie le regaló nada para codearse codo con dodo con tres de los mejores tenistas de la historia en los mejores momentos de sus carreras.
Puede que su palmarés no sea el mejor de la historia, pero cuánto mérito tiene esa final de Roland Garros de 2013. Cuánto mérito todas esas semifinales de Australia o US Open. Cuantísimo mérito aquella final de la Copa Masters en 2007 en su primera participación allí, asombrando a todo el mundo en una superficie que no es su preferida. Cuánto mérito, también, esas finales en Roma, Montecarlo, Miami (qué pena aquél Ojo de Halcón que se escapó por milímetros), Cincinnati o Shanghái y, sobre todo, cuánto mérito ese título de París en el año 2012. Ese título, el único que consiguió de Masters 1000 en su carrera, pero que tiene un valor inmenso.
Ferru tuvo que lidiar contra el mejor Federer, el mejor Nadal, el mejor Djokovic y un magnífico Murray. No había forma, casi, de meter la cabeza ni en pista dura, ni en tierra, ni en césped. Pero ahí estaba David. Peleando contra todos, estando por detrás de los "marcianos" en el Ranking y labrándose una carrera envidiable para muchos. Me emocionó mucho leer la entrevista que le público ayer Murciego, donde hablaba de su carrera con una sensibilidad que traspasaba la pantalla. Gente así, como Ferrer, es lo que necesita este deporte. Personas a las que seguir como ejemplo para que muchos niños decidan intentar imitarle.
Por todo esto que expongo, me dolieron especialmente las palabras de Sascha la semana pasada en París. Admito que algo se me removió por dentro cuando vi que había menospreciado lo que David consiguió en aquél año 2012, en Paris-Bercy. El alemán venía caliente, tras perder de forma aplastante ante Khachanov en cuartos de final por 1-6 2-6, quejándose de problemas de hombro, y se quejó en rueda de prensa por el calendario.
"Espero que la ATP se dé cuenta de que no podemos jugar durante 11 meses al año y que necesitamos tiempo para descansar", defendía el alemán, que este año ha sido el top que más partidos ha jugado con 72 en total, más los que juegue en Londres, para hacer un total de 21 torneos disputados en 2018. Eso sin contar la Laver Cup y la Davis. Creo que todos estamos de acuerdo en que el Calendario podría reducirse y tener algún descanso más entre giras, por ejemplo, que ayude a que los tenistas recuperen mejor, pero en un deporte que paga millonadas a los top, incluso simplemente por hacer acto de aparición en un torneo (el Masters de Londres le va a pagar a Zverev 203.000 dólares solo por ir, haga lo que haga), esas quejas no tienen sentido que se lancen desde su lado, con ocho cifras en su cuenta del banco (y subiendo) cuando en la sociedad, la gran mayoría trabaja 11 meses al año, más de 8 horas al día por vivir al día y apenas tener para ahorrar. Eso sí que es duro, Sascha.
Pero lo peor que iba a soltar por la boca Zverev en esa rueda de prensa venía después. "Este torneo (París) tiene un historial de ganadores que no hubieran ganado el torneo, usualmente, y eso es porque los top llegan aquí habiendo jugado mucho y están cansados", aseguró. Sascha habló de forma despectiva de nombres como el de David, pero también de otros como Soderling, ése que fue el único que pudo parar a Nadal en su mejor época en Roland Garros; de Tsonga, finalista de Grand Slam y ganador de otro Masters 1000 venciendo a Federer en la final; de Nalbandián, que hacía magia con su raqueta; de Berdych, de Davydenko y de muchos más. De tantos compañeros con un palmarés tremendo y que también jugaban 70 partidos al año, ganando mucho menos que él y sin hablar con esos aires de soberbia.
Lo dije hace justo cuatro meses, que por ser rico y tener fama allá por donde vaya, eso no hace que Zverev sea mejor que nadie. Veo que no solo no ha aprendido nada en este tiempo, sino que va a peor. La fama se le ha subido a la cabeza. Puede que su palmarés presente más títulos importantes que el de Ferrer y es probable, incluso, que acabe su carrera con algún grande en sus vitrinas porque tiene mucho talento y es cuestión de tiempo de que se retiren los del Big Three y eso abra camino a los jóvenes, pero hay algo que no se gana golpeando a la pelota en una pista de tenis y es el respeto y el cariño de la gente, como sí tiene Ferru o alguien a quien él admira tanto, como Roger Federer. Eso, vale más que ningún título y que todo el dinero que puedan repartir. Porque lo material, un día dejará de tener valor o se acabará gastando y es ahí donde le sugiero a Sascha que recuerde una frase de Maya Angelou, que dice: "Aprendí que la gente olvidará lo que dijiste, también olvidará lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo les hiciste sentir".