
Las expectativas no solo se cumplen, sino que se superan con lo que está haciendo Christian Garín en las últimas semanas. Una de las dos grandes esperanzas del país andino por reverdecer los laureles ya marchitos que supusieron Fernando González y Nicolás Massú, el joven Garín parecía algo estancado. A sus 22 años, este potente jugador con una capacidad innata para imprimir potencia a sus golpes llevaba tiempo perdido, sin rumbo, incapaz de hacer valer su tenis dominante de épocas pasadas en el ATP Challenger Tour. Su nombre saltó a la palestra a nivel mundial cuando entrenó junto a Rafael Nadal en Mallorca en 2017, ligado al de otra joven promesa: Nicolás Jarry. Éste último lleva tiempo asomándose a la élite con cada vez más desparpajo mientras que Garín caía en el olvido.
Sin embargo, en apenas tres semanas ha acelerado de forma muy llamativa su progresión. Comenzó la temporada en el puesto 312 del ranking ATP y este lunes su nombre figura como 89 del mundo. Más de 200 puestos ganados en un año donde el trabajo a nivel psicológico ha sido clave en un hombre de tenis indomable, que no era capaz de aunar potencia con selección certera de golpes, de la mano de su entrenador, el argentino Andrés Schneiter. "Me ha llevado cuatro años dar el salto y asentarme en el ATP Challenger Tour, pero ahora me siento seguro de mí mismo. He mejorado mucho en el autocontrol, ha sido un trabajo silencioso junto a un psicólogo, que va más allá del tenis", comenta el flamante ganador de los torneos de Campiñas, Santo Domingo y Lima, todos ellos sobre tierra batida.
"Estoy recuperando la pasión por este deporte, una que no sentía desde que tenía 15-17 años. Ha habido años en los que me costaba competir, no aceptaba que hubiera jugadores mejores que yo, pero ahora vuelvo a ser el que era. A inicios de este año me di cuenta de que el tenis es lo que me apasiona en esta vida, y que tenía claro que quería alcanzar mis objetivos", asevera en RedGol un hombre que denuncia la campaña de desacreditación que ha recibido durante mucho tiempo a través de las redes sociales. "Me han hecho mierda en cada partido que perdía, aunque también hay gente que me ha apoyado muchísimo y gracias a ellos estoy ahora jugando a este nivel".
Muchas voces son las que han denunciado en el seno del tenis chileno, que no se aprovechó el éxito de sus grandes jugadores de lustros pasados para generar una cantera de tenistas de nivel, e invertir en su formación. El tenis sigue sin convertirse en un deporte global en el país andino, incapaz de abrirse paso en todos los estratos sociales por la falta de inversiones, o el mal empleo de las mismas. La irrupción de Christian Garín en el top-100 puede ser un paso más para que esta situación cambie.
Jugador incisivo donde los haya, Garín ha mejorado mucho en movilidad y tiene más paciencia para trabajar los puntos. Su efecto liftado ha subido prestaciones lo que le permite jugar con peso y margen, ganando pista e imponiendo un estilo de juego tan polivalente como completo. Aún en fase de formación y mejora, Christian Garín tiene muy cerca el poder asegurarse una plaza en el cuadro final del Open de Australia 2019, en lo que supondría un hito para el tenis chileno, que volvería a colocar a contar con dos espadas de nivel y, lo que es más importante, con un gran futuro.