Casi 18 años después, el torneo de Bastad vio coronarse de nuevo a un tenista italiano. Fabio Fognini, demostrando todo el potencial que ostenta sobre esta superficie, remató una semana fantástica en Suecia imponiéndose a Richard Gasquet en otra batalla a tres mangas (6-3, 3-6, 6-1) y capturando el segundo trofeo de la temporada tras el que ya amarró en febrero en Sao Paulo. Golpe de autoridad de un hombre que ha encontrado la paz en su raqueta y que ahora mismo es undécimo en la Race.
Puede sonar inesperado, pero es posible que Fabio Fognini esté firmando su mejor temporada como profesional. Lo dice su tenis y lo apoyan sus números. El de San Remo disfruta de una vida diferente a la de hace un par de temporadas debido a su paternidad, un nueva etapa que no le ha sentado nada mal a su profesión. Y si encima llegamos a su parte favorita de la temporada, la gira de tierra de verano, el resultado solo pueden ser buenas noticias para el italiano. Esta ve la magia se dio en Bastad, un torneo que no disputaba desde 2010 y que le ha recibido con los brazos abiertos desde el primer hasta el último encuentro.
Tras una batalla a cara de perro con Verdasco en semifinales, el último trozo de tarta tocaba jugárselo con Gasquet, otro veterano curtido en mil batallas. Se esperaba un duelo intenso donde la explosividad del italiano podía marcar la diferencia. Y así fue. Fabio empezó frío, muy frío, perdiendo los dos primeros juegos cargándose de múltiples errores. Dibujó una cara con tintes de sorpresa y de humor, como pensando: “Bueno, pues me va a tocar remontar”. Cero persión, él sabía que jugando bien era superior en esta cancha. Fue carburando la maquinaria y en 32 minutos logró darle la vuelta al set (6-3). Parecía fácil pero no lo era. Cosas de Fabio.
Pero el nivel estaba siendo bajo, no lo vamos a negar. Mucho miedo, poca iniciativa y un sistema excesivamente defensivo. Ganaba quien menos fallaba. Fognini conducía el ritmo del partido pero no como en sus mejores tardes. ¿Por qué? Podría ser motivación. Uno no sale con tanto ímpetu a jugar cuando enfrente está Nadal o Djokovic a cuando enfrente está Gasquet. Ni siquiera tratándose de una final en la que, según el pueblo, él era el favorito. Eso también pesa y por eso saltas a pista con el freno de mano puesto, con el pensamiento de querer cumplir lo que dicen las quinielas. Muchas veces es uno mismo el que provoca que esos pronósticos se esfumen.
Amenazaba tormenta y la lluvia llegó. Toda en la cabeza de Fabio. Entró en un juego lento, sin fuerza, donde solo el revés de Gasquet generaba algo de talento en pista. El francés, que parecía perdido, le encontró el sentido al laberinto y se llevó por 6-3 el segundo asalto. Seguía vivo y sin tantas penalizaciones, pero no le duraría mucho la sonrisa. Fognini salió más centrado que nunca en la tercera manga y no dio opciones, como un auténtico dictador de la tierra batida, demostrando la raza y la superioridad que ostenta en este tramo del curso. Séptima corona ATP para él, todas sobre polvo de ladrillo. En los meses siguientes veremos si le alcanza para pelear por aquello que se le escapó en 2014: el top10.