El trabajo duro tiene su recompensa

Reinventarse. Nunca rendirse. Juan Martín del Potro entrenó solo, sin nadie que le acompañase, soñando con volver a levantar un gran título un buen día. Y lo logró.

Jose Morón | 19 Mar 2018 | 23.20
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En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
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"Esto es así, chicos. Uno está solo acá en el gimnasio, no hay nadie. El día llueve. Hay lluvia en Buenos Aires y las ganas de entrenar son muy pocas. Las ganas de salir de la cama son muy pocas. No tener a nadie que lo motive, no tener a nadie que la acompañe, por todas esas cosas se hace mucho más difícil todo pero el orgullo y el amor propio es mucho más fuerte y yo estoy acá gracias a ustedes, mis amigos, que siempre me bancaron cuando yo estuve muy mal y ahora todo el esfuerzo que hago es para que puedan disfrutar de verme jugar y para que durante muchos más años estemos todos juntos peleando para que yo pueda ser feliz dentro de una cancha. Les mando un abrazo y que en todo lo que haga cada uno, se deje todo. Si sale bien, buenísimo y si no, que se queden tranquilos ya que lo dieron todo". Esas fueron las palabras de Juan Martín del Potro en un vídeo que el argentino le mandó a sus amigos a través de Whatsapp en su etapa más oscura, cuando no veía la luz al final del túnel. Un par de años después, el argentino saboreó las mieles de la victoria y mira hacia arriba con las ganas y la ilusión de un niño.

Aquél vídeo de Delpo se hizo viral hace dos años y fue usado incluso en charlas motivacionales de empresas. Tras someterse a varias operaciones en su muñeca, Juan Martín acumulaba mucho tiempo alejado de las pistas y decidió con mucho dolor separarse de Franco Davin, su entrenador, y de Martiniano Orazi, su preparador físico. No sabía si podría volver a ser tenista un día y no quería que los dos siguieran sin poder trabajar ya que él estaba lesionado. En aquellos días tan duros, donde Delpo trabajaba solo, en la sombra, sin nadie al lado que lo motivara, es donde nace ese vídeo. Un vídeo que hoy podemos darle el verdadero valor que tiene y es que nadie excepto Del Potro sabe lo que ha tenido que luchar para besar una copa como la de Indian Wells.

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Juan debe ser un ejemplo para muchos. Su amor por lo que le gustaba hacer en la vida le llevó a intentar hasta el último aliento el poder volver a sentirse tenista. Muchas operaciones y muchos comentarios de los médicos donde no le daban muchas esperanzas casi le hicieron arrojar la toalla pero él nunca se rindió. Ahí donde cualquier otro se hubiera rendido, él siguió y siguió, soñando con que un día regresaría a las mismas pistas que un día le vieron ganar tantos partidos.

Las posibles consecuencias eran importantes. Quizá no lo sepa mucha gente, pero Del Potro necesitaba hacer un par de horas de calentamiento exclusivo de su muñeca antes y después de sus partidos para que al día siguiente no tuviera tantos dolores que no pudiera ni agarrar la raqueta. Y eso un día y otro, y otro, y otro. Siempre. Cada semana. Debía hacer eso si quería salir a la cancha y competir. Pero él nunca se quejó en público ni nada parecido. Sus palabras ante la prensa siempre fueron de felicidad al verse competitivo y jugando cuando ya pensaba que tenía que dedicarse a otra cosa en la vida.

Se reinventó. Creció. Delpo sabía que su revés quedaría mermado pero aprovechó eso para mejorar su derecha. Ese drive ya era un arma casi perfecta y la mejoró hasta el punto que dobla las manos de cualquier tenista que se le ponga enfrente. Una y otra vez. Una y otra vez. Derecha. Derecha. Derecha. La entrenó tanto que posiblemente no se haya visto en mucho tiempo una derecha tan potente como la suya. También mejoró el slice al no poderle pegar fuerte de revés y su juego en la red, voleando.

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Quizá en ese momento no lo viera pero hoy, Juan Martín es posible que entienda que todo pasó por algo y que ese problema que tuvo le sirvió para demostrarse de lo que es capaz en la vida. Le sirvió para darse cuenta lo mucho que ama el tenis. Le sirvió para no rendirse ante ninguna situación adversa que se le presente en la vida, tanto personal como profesional. Quizá lo entendiera aquella noche que saltó enfermo y con fiebre a la pista en el US Open, esa noche donde terminó remontando un partido que tenía perdido por dos sets a cero abajo y que en otro momento de su vida le habría visto retirarse. Pero hoy no. Del Potro ya no se retira. Como él decía en aquél vídeo, lo deja todo en la pista. Si sale bien, buenísimo y si no, se quedaría tranquilo al haberlo dado todo.

Anoche, tras ganarle a Roger Federer en la Central de Indian Wells y levantar por primera vez un título de Masters 1000 y situándose como segundo mejor tenista de lo que llevamos de año demostró que todo trabajo duro tiene su recompensa. Sus amigos seguro que están disfrutando de verle a este nivel y él se debe sentir el más feliz del mundo pudiendo jugar al tenis. Y es que en la vida no hay nada como trabajar y nunca perder la fe. No hay mayor satisfacción que podamos sentir que conseguir algo que nos costó tanto alcanzar.