
No hay de qué preocuparse cuando se está en el camino correcto... ¿o sí? Simona Halep se debate entre la alegría por el salto cualitativo dado esta temporada en su juego y resultados, y la decepción por no haber podido materializarlo con un gran éxito. La rumana lleva años en la élite pero nunca se la vio tan cerca como en 2017 de alcanzar un estatus superior en su carrera profesional, ya fuera con un título de Grand Slam o con el número 1 del mundo.
Ambos objetivos los ha tenido muy cerca, a apenas unos juegos. Ya degustaba las mieles de la gloria cuando Jelena Ostapenko y Johanna Konta le arrancaron el sabor dulce de sus fauces con brusquedad. Halep ha de rearmarse mentalmente para no entrar en un bucle de inseguridad que aprisione su juego en los momentos importantes; tiene aún muy cerca la posibilidad de terminar la temporada en la cúspide del ranking WTA y el US Open 2017 se erige en un objetivo anhelado y merecido para la de Constanza.
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Halep desprendió un aura ganadora propia de una jugadora de leyenda durante toda la gira sobre tierra batida. Su épica remontada ante Elina Svitolina en cuartos de final de Roland Garros 2017, cuando tenía una desventaja de un set y 5-3 en la segunda manga, demostró que la rumana estaba plena de confianza. Se le otorgó el papel de favorita en la final del torneo parisino, que se antojaba como el partido más importante de su carrera.
Sin embargo, los nervios atenazaron a la jugadora rumana; dominaba por un set, 3-0 y ventaja al resto en el segundo parcial pero el vértigo a la gloria pudo con el temple que había demostrado durante meses. Vio cómo Jelena Ostapenko daba la vuelta al partido y terminó con un poso de inseguridad que relució en los torneos siguientes. Y es que los fantasmas se le aparecieron a Simona en el torneo de Eastbourne, donde volvió a desaprovechar una clara ventaja ante Caroline Wozniacki, y también en Wimbledon 2017.
Una victoria ante Johanna Konta en el Grand Slam británico la habría convertido en la nueva número 1 del mundo pero la historia se repitió. Ventaja de un set, nervios, juego conservador y derrota muy dura para su moral. No será fácil que la discípula de Darren Cahill pueda superar sus miedos y convencerse a sí misma de que puede culminar con la faena que lleva gestando durante mucho tiempo.
El pasado año ganó en el torneo de Bucarest, pero esta temporada renunció a ir debido a la necesidad de un descanso que le haga despejar la mente. Y es que tiene retos muy complicados por delante si quiere salir del US Open en la cima del tenis femenino. La rumana ganó el pasado año en Montreal, hizo semifinales en Cincinnati y cuartofinalista en Grand Slam neoyorquino. Algún tropiezo tempranero podría dejar sin opciones a una Simona que puede acusar el desgaste físico y emocional que ha supuesto para ella tener tantas oportunidades perdidas de alcanzar su sueño.
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Tan solo 185 puntos le separan en la clasificación de Karolina Pliskova, pero Simona Halep no solo quiere el número 1 del mundo. Las dos finales de Grand Slam perdidas a lo largo de su carrera escuecen mucho, y la rumana no quiere entrar en el grupo de tenistas que han dominado el circuito sin cosechar éxitos en los grandes torneos. Todo está en su mente. Tiene tenis de sobra para conseguirlo, tan solo necesita resetear y dominar sus nervios.