Cuando se es pequeño y se destaca en varios deportes, existe siempre la difícil decisión de elegir uno u otro. A lo largo de la historia, han sido muchos los deportistas que triunfaron en un deporte confesando que estuvieron cerca de dedicarse a otro. Entre los tenistas también existen casos conocidos como el de Rafael Nadal, que también jugaba muy bien de pequeño a fútbol o el de Roger Federer, que destacó en otros deportes como balonmano o hockey. En los últimos tiempos, hemos visto a Nick Kyrgios decir en más de una ocasión que tuvo una difícil decisión eligiendo entre tenis o baloncesto, decantándose por lo primero. Es justo lo contrario que hizo el protagonista de nuestra historia, el británico Josh Ward-Hibbert, que llegó a destacar como junior pero que ha terminado por volver al baloncesto.
Fue campeón junior de Wimbledon 2011 en la categoría de dobles y tiene el récord de saque más rápido en el circuito junior a casi 213 km/h. Llegó a ser número 20 del mundo pero nada de eso le sirvió para convencerse de que sería un gran tenista. Su amor por el baloncesto le pudo. "Ha sido muy duro decidir entre tenis o baloncesto pero he tomado la decisión que creo ha sido mejor para mí. Fue difícil dejar el tenis pero no estoy dejando algo que ame sin más, estoy yendo hacia algo que amo también", explica Josh tal y como cuentan en Hoopsfix.
Ha vuelto al equipo de toda su vida y el poder reencontrarse allí con su mejor amigo, Rema Lascelles, fue algo que le impulsó a volver al baloncesto. "Saber que Rema volvía al equipo fue uno de los factores más importantes en mi decisión. Ahora quiero trabajar duro y volver a tener el nivel que quiero. Me tomará tiempo, pero estoy feliz por cómo está yendo hasta ahora", reconoce el británico.
Ward-Hibbert mide 1,96 y en su época de junior como tenista destacó por su gran saque y golpes potentes, un tipo de tenista que se lleva mucho en la actualidad y que es muy común entre los juniors que van saliendo. Nunca sabremos hasta dónde hubiera sido capaz de llegar Josh en el circuito ATP. Quizá hayamos perdido un gran tenista, pero habremos ganado a cambio un perfecto jugador de baloncesto.