El título del artículo es bien explicito; se refiere a que comenzaremos por desarrollar una de las tantas cosas que unen al deporte blanco con la psicología. Hoy escribiré sobre el control de ciertos (y frecuentes) pensamientos que atraviesan la cabeza del tenista, y me refiero desde el aficionado de fin de semana, a primer nivel del ranking ATP.
Es bien sabido que el tenis es el deporte mental por excelencia; es un juego de ajedrez con piezas humanas. ¿Por qué decimos que el trabajo mental, emocional y conductual es indispensable sobre todo en el tenis, por sobre otro deporte? La respuesta tiene dos aristas.
Por un lado, lo obvio; en el tenis, el jugador está solo. No tiene un compañero que supla sus falencias, en el cual apoyar su hombro ante el cansancio o un mal día; está solo contra su rival, contra el público, contra el clima, contra sus bloqueos mentales y emocionales…Y es en esa soledad donde debe aspirar a encontrar la fortaleza interna para seguir adelante, y sobreponerse a infinitas situaciones de partido adversas que se le han de presentar.
El otro aspecto es el siguiente, y es algo particular del tenis y pocos deportes más: el partido no acaba hasta que acabó. Para entenderlo, pongamos al futbol como ejemplo. El equipo que va ganando el partido, puede reducir su volumen de juego y concentrarse sólo en defender, en ejercer un juego físico y hasta sucio, en que el reloj transcurra con diferentes artimañas…hasta que el pitido final le dé la victoria. Bien, pues no es posible cosa semejante en el tenis.
Si tú estás ganando un encuentro al mejor de 3 sets, por 6-1, 5-3 y con el saque a tu favor, DEBES seguir ganándolo hasta completar el score. Definitivamente no puede hacer tiempo, ni jugar sucio; tal vez puedas jugar un partido defensivo, tirando slices de manera bochornosa, pero…estás arriesgando demasiado, y tu rival fácilmente puede advertir tu miedo a ganar. Y créeme, la tortilla puede darse vuelta de manera abrupta, y antes que te des cuenta, estás en las duchas masticando una derrota de un partido que estaba ganado. Pues bien, creo que ha quedado claro; no se gana, hasta que has ganado. En el tenis, contrariamente a la mayoría de los deportes, se debe completar el resultado.
Tras este preámbulo, espero que hayan comprendido que el tenis es, a mi modo de ver, 40% juego y 60% manejo mental y emocional. Tal es así que, aunque muchos engreídos tenistas intenten ocultarlos bajo la alfombra, todo (si, todo) jugador que aspire a algo en esta magnífica disciplina, cuenta en su equipo con un psicólogo deportivo, al cual valoran más aún que a su coach, su nutricionista, su trainer o.…su novia. Saben que él les ayudará a encontrar ese plus que hace falta para triunfar en un deporte tan asombrosamente competitivo como el tenis. ¿Acaso no hay cientos de casos de tenistas que tienen golpes súper estéticos o efectivos, movimientos dignos de un top ten, pero que no han ganado más que uno o dos torneos de poca importancia? ¿Y caso contrario, tenistas que, sin aparentes cualidades técnicas o físicas sobresalientes, han llegado más lejos de lo que todos pensaban a priori? La respuesta a ésta aparente encrucijada es bien simple, y se trata de el correcto control de las emociones y los pensamientos en un partido de tenis. Parece simple, y es lo mas espinoso.
Quien ve tenis por primera vez, observará a dos hombres/mujeres golpeando una minúscula pelota, corriendo de aquí hacia allá sin ton ni son. Seguramente pensará que quien golpee más fuerte resultará vencedor…Pues bien, ustedes que saben de tenis deben ser capaces de agudizar la visión, y no caer en la mirada simplista que puede tener un espectador novato.
Es claro que para alguien que entiende el deporte blanco, hay cientos de variables puestas sobre la mesa a la hora de ver quién es capaz de ganarle a quien, porque tal jugador gana siempre y porque tal otro, pierde siempre los partidos importantes, o tiene estupendos golpes y no llega jamás a nada interesante, en términos de éxito deportivo.
Una de tantas cosas, como subtitulo mi artículo, que inclinan la balanza a un lado o al otro en el tenis, es el efectivo control de los pensamientos negativos. Veamos de qué estamos hablando.
“Oh, ha comenzado el partido y ya he perdido mi saque...no es un buen augurio” …” Rayos, está muy fácil el partido, temo que mi rival se despierte de pronto” …” Él es claramente mejor que yo, ha ganado torneos importantes...no tengo chance de nada” …” El viento me afecta mucho, no me gusta jugar con viento…perderé seguro” …
Podría pasarme la tarde escribiendo pensamientos negativos que en algún momento pasan por la cabeza de los tenistas. Créanme que los hay de toda forma y color, y sólo me he limitado a poner algunos ejemplos clásicos que tú mismo, si eres aficionado del tenis y practicas regularmente el deporte (tenista de fin de semana), reconocerás como familiares.
La cabeza de un ser humano es, aunque a simple vista no parezca, un torbellino de ideas, pensamientos, sentimientos, emociones, miedos, bloqueos… Una de las primeras cosas que se trabaja con un tenista es conocerse. Conocer que piensa, cómo lo piensa, porqué lo piensa y cuándo o en qué momentos lo hace. Esto trae aparejado un trabajo titánico y de hormigas, que suelo comparar con construir una escultura con los ojos vendados. Es realmente difícil lograr que entrar de manera profunda a la mente de una persona, pero atención… Es posible.
Cientos de casos avalan mis palabras. ¿Cuántos jugadores han pasado, abruptamente, de ser del montón a pasar años dentro del top ten? ¿Cuántas veces hemos visto, como espectadores, la metamorfosis de un jugador común en una mega estrella? Puede haber mejorado desde la técnica, puede haber cambiado un entrenador con el cual no se entendía del todo… pero sin dudas, la respuesta a estos cambios que nos asombran día a día, es el trabajo mental. Hay cientos de ítems que podemos repasar en cuanto a “trabajo mental”, pero hablando puntualmente del control de los pensamientos, el primer paso es reconocer que están ahí.
¡Pss! ¿Juegas tenis en forma amateur? ¿Pero igual te gusta ganar, y mejorar cada día? Pues sácate la careta ahora mismo. Reconoce y acepta que eres humano, y que jugar al tenis no te hace mejor que nadie. Concéntrate en tu nimia humanidad, en que eres un ser repleto de defectos, miedos, obstrucciones emocionales y pensamientos negativos. Entonces, desde esa base, empieza a reconocerlos. Y al terminar el partido, aun antes de darte una ducha y volver a tu cotidianeidad, toma nota. Escribe cada uno de los pensamientos negativos y pesimistas que has tenido durante el partido, sin obviar ninguno, y lee tus escritos a menudo, antes de que vuelvas a entrar a una pista. Y luego cuéntame; mi twitter está abierto para consultas y comentarios.
El que acabo de dar es tan sólo el primer ejercicio para comenzar a controlar nuestros pensamientos negativos jugando tenis. Pero cuidado, que no se puede aprender a correr antes que saber caminar. Quiero decir que primero, debemos ser extremadamente autocríticos y detallistas para poder saber que nuestros pensamientos negativos están allí, y podremos enfrentarnos a ellos más adelante. Pero paso a paso.
Por otro lado, te aseguro que, si no eres lo suficientemente detallista y autocritico, tus pensamientos pesimistas seguirán allí, dominándote desde la profundidad de tu inaccesible mente. Debes traerlos a la conciencia, a la mano y al papel; dejarlos plasmados y encararte con ellos las veces que sea necesario.
Si bien éstos últimos párrafos se han orientado más al jugador de fin de semana, les aseguro que sucede al más alto nivel de tenis. ¿Quieren saber por qué? Porque Nole, Rafa, Andy y otros tantísimos grandes jugadores de hoy y siempre, son humanos. Como tú. Y por esa sola condición, ya tienen problemas que resolver en la azotea, si quieren ser competitivos.
Pronto seguiremos tocando las íntimas relaciones entre psicología y tenis, que afortunadamente son cada vez más valoradas por cualquiera que se relacione con este deporte, y con razón.
Si queremos ser mejores tenistas, primero veamos qué tenemos dentro. Si el miedo a enfrentarnos con nosotros mismos es más fuerte, te sugiero que sólo te dediques a actividades que no requieran un continuo upgrade de nosotros mismos.