Juan Martín del Potro termina su encuentro ante David Ferrer y vuelve a pisar los octavos de final de un grande. Su grande, el US Open. Se dirige al público para saludar y aunque no es la central, los gritos de apoyo se escuchan a metros y metros a la redonda. La gente le quiere. Muchos se sienten identificados con lo que el argentino ha logrado hacer. Luchar contra la adversidad para salir adelante. Ahí cuando estaba ya todo perdido, cuando parecía que no encontraba la luz al final del túnel, dejando atrás a su entrenador de toda la vida y caminando solo, sin que los dolores terminaran por irse, Delpo no se rindió y acabó por salir y ahora disfruta por todo lo grande.
Incluso aquellos que no eran fans del argentino, han terminado por animarle y apoyarle después de conocer su historia. Del Potro estuvo desahuciado, tras varias operaciones, los dolores no terminaban de irse y ya nadie sabía qué tenía que hacer para que pudiera volver a la competición y hacerlo con unas garantías, acordes a alguien de su nivel. Antes de su maldita lesión, Juan era un grande. Se codeaba entre los grandes, consiguiendo victorias importantes ante los más top del circuito y logró ganar un Grand Slam, el US Open 2009, remontando a todo un Roger Federer en un torneo que recuerda mucho a este como él mismo ha declarado. "Es como si fuera ayer, para mí. Todavía sigo soñando con algo grande en el tenis", confiesa.
Lo que hubiera sido del tenis si Del Potro nunca hubiera tenido esa lesión nunca se sabrá. Tenía números de auténtica bestia. Quizá hubiera podido sumar varios Grand Slams más y ahora hablaríamos del Big Five. Quién sabe. Pero su lucha y su esfuerzo de superación ha calado en la gente y ha hecho que todos le profesen su cariño por la admiración que les causa. Y es que estuvo más cerca de retirarse de lo que la gente piensa. Su círculo más íntimo llegó a decir hace un año y medio que ya está, que se retiraba, que le veían totalmente desanimado y que ya pensaba qué iba a hacer tras colgar la raqueta. Pero se dio una última oportunidad y ahí le tienen.
Fue doloroso para él decir adiós a Franco Davin y Martiniano Orazi, su entrenador y preparador físico, pero era algo que debía hacer. Era mucho tiempo parado y sabía que ellos debían seguir trabajando, aunque fuera con otro. Un disparo más al ánimo del tandilense, que lejos de hacerle caer, le hizo luchar con más fuerza para seguir adelante.
Programó su vuelta de forma inteligente, haciendo acto de aparición en torneos sueltos, dejando tiempo a su muñeca para recuperarse. Poco a poco fue mejorando su nivel y lo que hizo en Rio, dejando en el camino al número 1 del mundo, Novak Djokovic y a todo un campeón como Rafael Nadal, luchando luego a muerte por el oro contra Murray, fue lo que terminó de llegar a la gente, que le recibió en su país como a un auténtico héroe.
Del Potro sigue haciendo terapia en su muñeca durante tres o cuatro horas cada día. Es la parte que no se ve. Para estar ahí y hacer lo que está haciendo, hay un trabajo detrás inmenso que pocos saben. Es él quien ha ido puliendo la técnica de su revés para hacer un gesto menos agresivo para su muñeca. Ahora tira más el slice y sube bastante más a la red con una volea mucho más mejorada que antes de la lesión. Su derecha, es todo un cañón. Mucho más mortífero. Entrenar sólo este golpe mientras estaba lesionado ha perfeccionado un arma que ya era peligrosísima antes.
Y todo esto lo hace solo, sin entrenador. No quiere tener a nadie de momento, sabiendo que aun no está al 100%. "Primero quiero solucionar todos mis problemas. Mi objetivo es estar al 100% en enero de 2017. Una vez sea así, llamaré a un buen fisio y a un buen entrenador para el año que viene", afirma el tenista de Tandil. El estar sin entrenador le hace jugar en cierta manera sin cadenas. Liberado. "Puedo jugar libre, no tengo que tomar instrucciones para jugar contra alguien", explica.
Juan Martín es un hombre que camina solo por el circuito, pero detrás de él existe toda una legión de gente animándole y apoyándole que le ayudan a luchar y a seguir hacia delante, esté donde esté. "Cuando entro en la pista y veo a la gente animarme... es increíble. Me siento muy feliz de recibir ese amor de los fans y del mundo del tenis. Me siento como un jugador local por donde quiera que vaya", reconoce con una sonrisa. Su sueño no es otro que jugar sin dolor. Los éxitos en forma de títulos podrán llegar o no, pero él ya gana cada vez que salta a pista a jugar y la gente se vuelve loca con él.