Hay jugadores que jamás podrán tener una regularidad permanente en el circuito, que nunca podrán hilar un par de buenos torneos y que, sin embargo, siempre hay que contar con ellos pese a no tenerles en cuenta. Un integrante de esta especie de sujetos es Martin Klizan, el hombre que conquistó en febrero su primer título ATP 500 en Rotterdam y que, hasta esta semana, no había vuelto a ganar un partido ATP. El eslovaco conectó de nuevo sus cables y, tras una final abrumadora, se ha impuesto en la final de Hamburgo, otro ATP 500, al uruguayo Pablo Cuevas (6-1, 6-4), especialista en la materia. Un caso más atractivo para el programa de Íker Jiménez que para estudios deportivos.
El misterioso caso de Martin Klizan