El «pasabolismo» en los tiempos del cólera

Críticas contra el tenis de jugadoras por otra parte campeonas en grandes torneos, vuelven a invitar al gran debate contruido a partir de la figura de Rafa Nadal

Iván Alarcón Tortajada | 22 Feb 2016 | 14.38
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En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
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Ya sabemos que Garbiñe, “si quiere, destroza” a Errani, pero Errani ganó el sábado el Premier de Dubai, y Muguruza había cogido el taxi a la primera oportunidad, por jugar a béisbol en lugar de a tenis en el segundo set contra Svitolina. Idem para Giorgi o Pliskova, otras dos coléricas tenistas de las que nos mueven del asiento mucho más de lo que nos mueve Errani. Pero lo cortés no quita lo valiente.

El debate sobre el «pasabolismo» es ya viejo, y por causa sobre todo de Rafa Nadal, ultra manoseado. Como le diría Hemingway a Plimpton, “es uno de los más trillados clichés, y me disculpo por ello. Pero si usted formula preguntas viejas y gastadas, lo más probable es que reciba respuestas viejas y gastadas”.

Últimamente, aparte de sobre el «antitenis» de Errani, sigo leyendo afirmaciones viejas y gastadas sobre la victoria de Kerber en la final del Australian Open ante Serena Williams. Principalmente, que la alemana ganó porque Serena hizo un mal partido. O dicho de otra forma, que la alemana ganó sobre todo porque Serena jugó mal, y no, sobre todo, porque ella jugase bien. Verdaderamente, la afirmación es tan cierta como decir que un objeto continuará moviéndose en línea recta a velocidad constante a no ser que otra fuerza le haga la puñeta. Ya, pero resulta que en la realidad la gravedad existe, y la presión, y existe el calor, y las malas noches, y la regla. Y hacen la puñeta.

Cuando el guepardo corre tras la gacela Thomson miramos al guepardo.

Cuando un boxeador golpea a otro púgil, que a merced de su oponente se cubre en el rincón, contemplamos al atacante.

La ofensiva es más bella ante nuestros ojos que la defensa, quizás porque alimenta, aunque sólo sea con una miagaja, el instinto asesino reprimido de la especie, pero aparte de eso, muchas veces la gacela escapa y muchos guepardos mueren de hambre.

El guepardo, en teoría siempre más rápido, falla en la práctica casi la mitad de las veces que lo intenta.

Elevar a la categoría de regla que un tenista, en general, es favorito sobre otro porque las características de su juego le atribuyen el papel de depredador, podría ser tan cierto como equivocado. La teoría es racional pero la experiencia es emocional. La realidad incorpora todas las variables, incluyendo aquellas que nosotros eludimos para provecho de nuestro argumentario.

El último botón de muestra podría ser Sara Errani, campeona el sábado en un torneo Premier lleno de depredadoras.