Este texto es una traducción de un artículo que nos ha gustado de Dan Markowitz en Tennis Prose. Le hemos pedido permiso para poder traducirlo al español y, amablemente, nos lo han concedido. Si sois padres y tenéis hijos que se dedican a intentar ser tenistas desde muy corta edad, o si tenéis casos parecidos en vuestra familia, os sentiréis identificados con el texto.
"Mi hijo, Callum, ganó su primer torneo sub-12 ayer en White Plains, Nueva York. Él tiene nueve años y medio pero sólo se dejó un set para llegar hasta el título. Acabó vomitando el primer encuentro y cojeando tras conseguir llevarse la final en el super tiebreak del tercer set. Cal es ahora número 8 del Este para menores de 10 años pero probablemente jugará contra niños de 12 años desde ahora, una de las excepciones siendo un L1 con el torneo que llega a mediados de enero en Nueva Jersey.
No estaré en ese torneo puesto que estaré en Costa Rica para entonces, liderando un grupo de 26 personas que practican yoga en Carrazil. Será mejor que no esté allí para los partidos de Callum. Tengo tendencia a sobreexcitarme viendo sus partidos y de pelearme con otros padres (todavía no con una madre) y enfadarme con los directores de los torneos. Me voy a acercar a la USTA sobre esto, pero mi pregunta es: ¿Por qué los chicos de 8 y 9 años, incluso de más edad, tienen que decir si sus pelotas salieron fuera o no? Los niños de su edad no hacen de árbitros en partidos de béisbol o pitan faltas en basket. La inscripción para la mayoría de este tipo de torneos es de 50 dólares. ¿Con ese dinero el torneo de club no puede tener un juez de silla en pista para ver si las pelotas salen fuera?
Me gustó la madre que vi el otro día de un niño que tenía una posición alta en el ranking junior. Ella estaba leyendo un libro y no miró ni una sola vez al partido de su hijo. Yo no podría hacer esto. De alguna manera, imagino o creo que viendo cada punto que juega mi hijo, si le subo el pulgar cuando conecta un gran golpe o moviendo mis manos hacia abajo cuando se agita intentando calmarle, tengo un impacto en sus partidos tanto si gana como si pierde. Y quizás así sea. Mi hijo me pide ver cada partido que juega y cada entreno que hace. Ayer, estaba trabajando mientras él jugaba la final y llamé a mi mujer cuando él iba 4-1 y 3-1 arriba (los sets se juegan llegando a cuatro juegos con un super tiebreak en el tercero). De repente, Callums deja escapar cuatro match points y necesita de ganar ese segundo set en el tiebreak. Mi mujer dice que Callum le vio a ella hablando por teléfono conmigo y eso le debió haber distraído porque él siempre está preocupado por lo que yo pienso de él como jugador.
En ñas semifinales le dije: '¿Sabes, Cal? No consigues puntos extra consiguiendo winners a mucha velocidad. Si tu oponente deja la pelota en la red vale lo mismo que meter una pelota en la línea'. Pero él me dijo que él pone bolas en las líneas para impresionarme. Que quiere enseñarme lo fuerte que puede pegarle. Yo le contesté: 'Deja de impresionarme. Ni siquiera trato de impresionarme a mí mismo nunca más'.
He aprendido a dejar que los profesionales hagan el trabajo con él pero todavía siento que veo ciertas cosas que ellos podrían saltarse como por ejemplo, mover sus piernas cuando realiza el saque, algo sobre lo que ellos no hacen hincapié. Lo que he aprendido es que el tenis es un deporte asombrosamente caro y va en contra de todo lo que he aprendido en la vida y en el deporte (que uno no debería pagar tanto en algo recreativo). Es también un deporte cruel y aislante en muchas maneras. Mi hijo conocía a su oponente de cuartos de final desde hace dos años, aun con eso, cuando él se acercó al chico la noche antes del partido, éste apenas le saludó. Estás enfrentando a dos niños en una competición donde sólo uno saldrá vencedor pero sigue siendo apasionante y adictivo. Mi hijo me pide seguir jugando un poco más después de jugar dos partidos seguidos en los torneos. Él quiere más o quiere más de mi atención/aprobación.
¿Por qué todos estos chicos juegan torneos? Algunos de ellos ni siquiera son buenos. Quizá sus padres los aprietan o saben que sus hijos/hijas no tienen muchas posibilidades en los deportes de equipo. Quizá sea divertido para los niños. Se ve sobre todo angustiante pero en la vida, donde estamos a la deriva sin saber a dónde nos lleva, el tenis es la rareza donde la autoestima o el nivel de competencia está muy definido: tienes un ranking, puedes ser llamado 'un prodigio' como mi hijo ya ha sido considerado (¿En qué otra cosa se puede llamar a un niño de 9 años un prodigio si no es en tenis, ajedrez o piano?). Tú puedes golpear una derecha a gran velocidad con mucho spin y tomarte una foto con un trofeo o placa con una sonrisa mientras tu oponente se retuerce a tu lado o incluso tirar la placa justo después de ganar el trofeo porque no estás contento con tu propio juego o porque viste en la tele al padre de Andre Agassi tirar una vez el trofeo que ganó su hijo.
Quizá Cal no crezca para ser el próximo Felix Ager-Aliassime pero tenis es lo que más ha hecho en su corta vida hasta ahora. Eso le ha dado una identidad y un motivo para hacer las cosas bien. Eso podría hacer que le vaya bien o meterle en un socavón y que no salga de ahí. El tenis tiene esta forma de consumir la mente, cuerpo y espíritu y no siempre de la manera más beneficiosa. Cuando más se involucra un padre, siento que a veces estoy dirigiendo un barco con los ojos cerrados, sin estar seguro si estoy conduciendo a mi hijo a una tormenta o a unas plácidas aguas. Pero espero que Cal y yo seamos capaces de controlar nuestros nervios y prosperar en este juego, recordando eso mismo, que es sólo un juego. Una metáfora de competencia, perfeccionando la propia embarcación, disfrutando del duro trabajo y, en última estancia, disfrutando de la batalla".