Nuria Llagostera fue suspendida por la ITF durante dos años por dopaje. La española comenzó una etapa de crisis en lo tenístico pero reavivo un área algo desatendida por los tenistas como es estar en casa, cuidar de la familia y disfrutar de sus amigos. En una entrevista con MARCA, Llagostera hace un repaso a cómo terminó su carrera, explica por qué se siente que fue una cabeza de turco y también se sincera con todo lo que le acarreó la suspensión tanto a nivel profesional como emocional.
“Me he reciclado por dentro para volver a ser feliz”, comenta la española cuando resume todo lo que ha podido hacer tras darle positivo un control de metanfetamina. Algo que la propia tenista, a día de hoy, sigue desmintiendo categóricamente. “Lo más frustrante a día de hoy es no saber qué ocurrió exactamente, quién me la jugó y porqué lo hizo. En su día ya intenté todo lo que estaba en mi mano para defenderme. Conté mi verdad, pero no me hicieron caso. Además, di un porcentaje tan bajo de esa sustancia que es ridículo pensar que podía haberme tomado nada para mejorar mi rendimiento. Si lo normal es que al día siguiente no te puedas ni mover... Es una pena porque luego hay gente que se mete de todo. Creo que me tomaron como un caso ejemplarizante”, analiza.
Llagostera lamenta quedarse con un imagen manchada por el doping tras tantos años de carrera y con tanto sacrificio a sus espaldas. “Quedarse con la mancha que han querido ponerme al final de mi carrera no sería justo. La gente que me importa no piensa mal de mí y no he tenido que darles explicaciones nunca porque entienden que yo no hice nada de manera intencionada. Las personas que quieran pensar mal de mí es algo inevitable, no puedo hacer nada contra eso. Yo estoy tranquila con mi conciencia y duermo muy tranquila cada noche. He sufrido mucho pero ya he conseguido pasar página”, se sincera.
La mallorquina quedó tan dolida por cómo sucedieron las cosas que no quiere ni un partido de despedida ni disputar torneos menores. “No voy a perder tiempo ni dinero porque no tengo ni ranking ni ganas. Tampoco voy a arrastrarme a pedir una invitación para jugar un ITF de 50.000 dólares. Mi carrera se acabó cuando me sancionaron con dos años de suspensión. Cortaron mi vida de golpe. Fue un palo duro que una no termina de asimilar”.