
Novak Djokovic está a sólo un partido de colocarse con 10 torneos de Grand Slam. Esta noche, en la final del US Open 2015, el serbio buscará subir un nuevo escalón en el ranking de mejores de la historia y se metería de lleno en el Olimpo. Ahí entre esos nombres que son auténticas leyendas de este deporte y justo, a la caza del líder en esa prestigiosa lista, el que será su rival esta noche, el suizo Roger Federer.
Quién nos lo iba a decir hace unos años, ¿verdad? Roger y Rafa dominaban el mundo del tenis y entre uno y otro se repartían los títulos de Grand Slam. Eran pocos los que se atrevían a cuestionar esa dominancia y muchos menos los que conseguían tener éxito y llevarse algún major de los que Nadal y Federer dejaban escapar. Entre todos ellos sobresalió un chico descarado y con mucho talento. Un hombre con alma de hierro, que pasó por una guerra cuando fue niño y que tenía el arrojo suficiente de decir que quería ser el mejor del mundo.
Y ese día llegó, pero no sólo se quedó ahí sino que ahora Novak lucha por seguir escribiendo la historia en el mundo del tenis. Cuando creímos que no llegaría otro como Roger que fuera capaz de ganar más de 10 Grand Slams, llegó Nadal. Y cuando pensamos que no, que pasaría muchísimo tiempo en aparecer alguien como ellos, coincidiendo en época con ellos dos, -lo que da mucho más mérito a lo que está consiguiendo- llega Djokovic.
El de Belgrado busca convertirse en el hombre 10. Diez trofeos de Grand Slam puede acumular en sus vitrinas. Para que nos hagamos una idea, quedaría empatado con el gran Bill Tilden y se quedaría a tan sólo uno de leyendas como Bjorn Borg o Rod Laver. Ahí es nada.
Djokovic llegó al US Open después de un verano un tanto extraño ya que después de ganar Wimbledon, ante Federer, se tomó un merecido descanso y llegó a la gira norteamericana mostrando un nivel un tanto irregular. Le costó ir cogiendo tino con su raqueta y sufrió ante tenistas contra los que no debería hacerlo, arrastrando también algunas molestias en su codo. Aun con eso, llegó a la final en los dos Masters 1000 aunque cayó derrotado ante Murray y Federer y eso dejó algunas dudas sobre si llegaba al 100% a Nueva York y si el británico y el suizo serían capaces de volverle a ganar sobre las pistas de Flushing Meadows.
Pero lo cierto es que las dos semanas de Nole han sido más que notables. Ha continuado rayando al mismo nivel que le conocemos en todas las facetas de su juego y le hemos llegado a ver extremadamente metido y concentrado dentro de los encuentros, llegando a externalizar fuertes ataques de rabia cuando las cosas no le iban como él quería, demostrando que el serbio no quería dejar absolutamente nada para ninguno de sus rivales. Muestra hambre. Lleva un año excepcional, donde ha ganado casi todo lo que ha jugado y donde ha estado en prácticamente en el último partido de cada torneo que ha disputado. Pero eso no le basta al serbio.
Novak sabe que este Federer no es el mismo que se encontró en la final de Wimbledon, hace tan sólo dos meses. El suizo ya le derrotó en Cincinnati un par de semanas atrás en una de sus nuevas reinvenciones con un juego súper agresivo. El número 1 del mundo sabe perfectamente lo que se encontrará y seguro que tanto él como su equipo han preparado la táctica a seguir para evitar que Roger se acerque a la red asiduamente intentando empujar con sus golpes desde el fondo y, sobre todo, la asignatura más difícil de todas, romperle el saque al suizo. Nole, posiblemente el mejor restador del circuito en la actualidad, tendrá que dar lo mejor de sí en este aspecto. No será nada fácil pero si alguien es fiable al resto, ese es Novak.
Es difícil precisar si Djokovic es el tenista 10. Lo que sí se puede asegurar es que el de Belgrado buscará serlo. Al menos, en torneos de Grand Slam.