A pocas horas de que inicie el último Grand Slam del año, es bueno tirar a la historia y traer al presente a aquellos, y aquellas, que en el pasado fueron capaces de levantar el título en el máximo torneo de los Estados Unidos, el Us Open. Esta vez, vamos hasta los años treinta para hablar de la chilena Anita Lizana, quien tiene el privilegio de ser la primera tenista sudamericana en ganar un Major y la única del país austral con un trofeo de tal magnitud, entre hombres y mujeres.
Los historiadores cuentan que Anita desde pequeña demostraba una gran destreza para jugar al tenis, incluso llegó a no tener rival de talla dentro de Chile en su etapa adolescente. Sin embargo, la falta de dinero en su familia era uno de los principales impedimentos para crecer en el tenis y por eso, muchos de los socios del Club de Tenis Quinta Normal de Santiago, donde su padre era profesor, lograron recaudar unos $120.000 que le permitieron propulsar su carrera hacia Estados Unidos y Europa.
Y ese esfuerzo no fue en vano ya que Lizana supo hacerse con cerca de 17 títulos en la rama de individuales y otros 7 en dobles. Pero su corona más importante la lograría un 11 de septiembre de 1937 en Forest Hill, lugar donde se disputaba el US Open en esa época, cuando en una calurosa tarde se proclamó campeona luego de un sorpresivo triunfo ante la polaca Jadwiga Jerdzejowska por 6-2 y 6-4, esta última quien era la máxima favorita para el periodismo especializado de aquellos años. Pero la victoria de la chilena, de apenas 21 años, dejó una verdadera anécdota dentro de la pista: apenas consiguió la victoria, Anita terminó desmayada y tuvo que ser llevada a las instalaciones del club para reanimarla. Luego explicaría que tal suceso fue provocado por las altas temperaturas de aquel día y, además, que su deseo de ganar le afectó los nervios y le provocó una gran fatiga.
Y es que la jugadora nacida en Santiago tuvo un excepcional torneo estadounidense: no perdió set alguno durante todo el evento y hasta se dio el lujo de encajar tremendos resultados como el 6-1, 6-1 en los cuartos de final a Marjorie van Ryn, quien era la cuarta sembrada. En total, solo cedió 28 games en todo el campeonato. El título, además, la puso como la número uno del mundo del momento, un ranking que era establecido por los principales medios enfocados en el tenis del momento. Pero eso era apoyado también por una forma de juego agradable, ya que muchos la catalogaban como poseedora de golpes firmes, experta en aplicar efectos y una resistencia física envidiable. Estas características salían a flote en ella a pesar de ser una jugadora de talla pequeña (apenas medía 1 metro con 59 centímetros) y por lo que era apodada “La Ratita”.
Lizana también tuvo buenas actuaciones en Wimbledon, evento donde en dos ocasiones logró alcanzar los cuartos de final (1936 y 1937) y lo que le dio el derecho de hacer parte del Club “The Last 8”, una sociedad que remonta sus inicios en 1986 y en el que hacen parte todos aquellos jugadores que logran alcanzar la ronda de los 8 mejores en individuales, las semifinales en dobles o la final en dobles mixtos. Todos los que lo integran tienen la posibilidad de tener algunos privilegios dentro del All England Lawn Tennis Club.
La carrera de esta chilena se interrumpió en 1940, tres años después de su heroico triunfo en Estados Unidos, para dar a luz a su primera hija (de las tres que tuvo) llamada Ruth, fruto del matrimonio con el también tenista Ronald Ellis. Esto hizo que se mudará indefinidamente a Escocia, de donde era su esposo, y muy poco volvió a su natal Chile, de hecho, una de sus más recordadas visitas fue luego de ganar el US Open donde fue recibida por más de 200 mil personas y fue homenajeada por el mandatario de turno. Anita intentó volver al tenis unos años después pero no volvería a ser la misma que deslumbró en los años anteriores.
Anita, que murió hace ya 11 años, aún sigue manteniendo una inmensa prerrogativa. Porque es la única chilena con un título de Grand Slam y no ha habido siquiera una compatriota que pueda igualar sus logros. Tanto que sigue siendo catalogada como la mejor tenista femenina de la historia de Chile.