Nadie en la pista Philippe Chatrier daba crédito a lo que estaba viendo. La checa Jana Novotna, doble finalista de Grand Slam y quinta favorita del torneo estaba poco a poco dilapidando una ventaja que en un solo set es la máxima que se puede tener: 5-0 y 0-40 a su favor. Al otro lado de la red, la estadounidense Chanda Rubin, número 53 del mundo, firmando a cada minuto que pasaba una de las mayores remontadas de este deporte.
El choque había sido duro y de resultado muy incierto hasta el comienzo del tercer set. Rubin se había apuntado la primera manga tras un durísimo desempate resuelto por 10-8. La favorita Novotna reaccionó en el segundo set y puso el 6-4 en el electrónico de la Chatrier. El tercer y definitivo acto parecía ser demasiado para la americana. El público ya esperaba el apretón de manos en la red y la siguiente favorita en entrar en juego, Lindsay Davenport, aguardaba impaciente en el vestuario para saltar a la pista.
Un punto solo de la victoria estaba Novotna. Tres bolas de partido consecutivas al resto y cinco juegos de colchón. El 6-0 parecía servido. Aunque a la checa se le debió olvidar que para ganar un partido de tenis es necesario hacerse con el último punto, por mucha ventaja que se lleve. O quizá fueron los fantasmas de la final de Wimbledon de 1993 en la que desperdició un 4-1 a favor en el tercero ante la gran Steffi Graf.
Sea como fuere la ventaja de Novotna fue desapareciendo ante el rumor generalizado del graderío de la central de Roland Garros. Por el camino, Rubin salvó 9 bolas de partido. Era evidente que la checa se había ‘atrapado’ como se conoce en el argot tenístico. La tenista de Louisiana, a pesar de ceder un juego tras el 5-0, completaba por 8-6 la machada.
Una remontada a la altura de las protagonizadas por Robert Haillet ante Budge Patty en 1958 con idéntica historia pero en el quinto set o la materializada en 1993 por Mary Joe Fernández ante Gabriela Sabatini saliendo de un 1-6 y 1-5 en contra.
Rubin alcanzaría los cuartos de final del evento, cota que igualaría en 2000 y en 2003. Asimismo, fue protagonista en el siguiente Grand Slam, Wimbledon, donde ganaría el duelo con más juegos de la historia del tenis femenino. Ella y Patricia Hy-Boulais disputaron nada menos que 58 para un 7-6 6-7 y 17-15.
En el caso de Novotna, otra nota más que anecdótica en su carrera, tras haber llorado en el hombro de la Duquesa de Kent por la final perdida contra Graf en Wimbledon en 1993. La centroeuropea alzaría la ensaladera dorada de campeona en 1998 ante la francesa Natalie Tauziat.