Rememoramos aquella noche del 28 de marzo de 2004 en la que un jovencísimo Rafael Nadal, con tan sólo 17 años, doblegaba en su primer enfrentamiento a Roger Federer en la tercera ronda del Masters Series de Miami.
Noche cerrada en la pista central de Crandon Park en Miami. En liza el nuevo rey del tenis mundial Roger Federer y un jovencísimo zurdo mallorquín que estaba empezando a romper todos los esquemas dentro del circuito. El choque correspondía a la tercera ronda del evento por la parte alta del cuadro. Enfrentamiento hasta ese día inédito. Un encuentro que no solo supuso la primera victoria de Rafa Nadal sobre el genio suizo, sino que además dio comienzo a una de las más remarcables rivalidades de la historia del deporte de la raqueta.
Federer había alcanzado el número uno del tenis mundial por primera vez hacía apenas un mes y medio tras proclamarse campeón del Abierto de Australia. Y no lo cedería hasta pasadas 237 semanas, es decir, 4 años y medio después, siendo uno de sus más admirables récords. Su relevo lo tomó, quien lo iba a decir, el precoz mallorquín que tenía al otro lado de la red aquella noche.
El primer envite entre ambos fue un fiel reflejo de lo que depararía esta rivalidad en el futuro. Ante todo, un marcado contraste de estilos. Federer, desplegando un vertiginoso juego de ataque cimentado desde el servicio y seguido con precisas y rapidísimas derechas desde el fondo de la pista. Nadal, haciendo gala de una potencia física y un juego de pies nunca vistos en el tenis que le servía tanto para defender como atacar buscando siempre perfilarse con una brutal derecha de zurdo.
El número uno del mundo pronto se veía sorprendido por la consistencia y la pegada con la derecha del tenista manacorí. Nadal aguantaba las acometidas del suizo e incomodaba enormemente sus apariciones en la media pista. Desde el punto de vista ofensivo, Rafa tiraba con agresividad y altura sobre el revés a una mano de Federer, cambiando con mucha fuerza a su derecha. A esto hay que sumar unos números con el saque estratosféricos, especialmente en la primera manga donde conectó 14 primeros servicios consecutivos. No concedería ni tan siquiera una bola de rotura en todo el partido, estando tremendamente acertado en la cinta.
Nadal, cabeza de serie número 32 del cuadro, se hacía con la primera manga por 6-3 y empezaba a causar el rumor entre el público que prácticamente llenaba la central de Cayo Vizcaíno. Federer no encontraba huecos en la numantina defensa del español y los errores con la derecha se dispararon en el segundo acto. Un juego en el que servía con 2-3 y 40-0 y que acabó cediendo fue la confirmación de que estábamos ante una gran sorpresa. Tras 1 hora y 10 minutos Rafa redondeaba por un doble 6-3 la que sería una de las solo 4 derrotas que sufrió Federer en cemento en ese 2004.
Si bien es cierto que el Nadal de 2004 todavía tenía mucho recorrido por delante en cuanto a juego ofensivo y en pista dura, lo visto en este primer duelo ante Federer nos hace ver la extraordinaria capacidad de superación del manacorí y la mentalidad tan ganadora y positiva que de la que siempre haría gala en sus posteriores envites con el suizo. Un año más tarde, en 2005, ambos volverían a verse las caras en Florida, en la mismísima final donde Federer se tomó la revancha levantando dos sets a cero abajo.
Nadal lidera el cara a cara con Federer por un amplísimo margen (23-15) que perfila al español como la gran némesis del tenista helvético. Una rivalidad que, a pesar de su desigualdad, entronca con la verdadera esencia del tenis, el choque de estilos y personalidades.