
Serena Williams resiste el paso del tiempo mejor que ninguna otra tenista de la historia. La jugadora nacida en Michigan hace más de 33 años es la campeona más próxima a la eternidad en este deporte. Una campeona de otro siglo.
Fue en el verano de 1999 cuando Serena, aún con 17 años, derrotó consecutivamente a Kim Clijsters, Conchita Martínez, Monica Seles, Lindsay Davenport y Martina Hingis para ganar su primer título de Grand Slam: el US Open. Una hazaña para la historia, un torneo memorable frente a su público, el primer destello de grandeza de la hermana menor de Venus.
Desde entonces, Serena ha superado lesiones, el asesinato de su hermana Yetunde Price y una embolia pulmonar. Contratiempos en su vida, golpes que han moldeado su carácter ganador.
La longevidad en el éxito de Serena Williams no tiene precedentes, si entendemos como tal el período transcurrido entre el primer y último título individual de Grand Slam. Entre el US Open de 1999 y el reciente Open de Australia, Serena ha recorrido un largo camino de 15 años y 4 meses de duración. Durante este intervalo, la jugadora estadounidense ha faltado a diez torneos de Grand Slam por diversos motivos, pero ello no ha impedido que su palmarés (19 grandes a nivel individual) brille con la misma intensidad que el de otras leyendas del tenis femenino.
14 años y 10 meses transcurrieron entre el primer y último título de Grand Slam de Helen Wills Moody, dominadora en las décadas de los 20 y los 30 del pasado siglo. Margaret Court ganó sus 24 Grand Slams individuales a lo largo de 13 años y 7 meses. Martina Navratilova y Chris Evert lograron los suyos en un período de 12 años, mientras Steffi Graf consiguió 22 grandes en 11 años y 4 meses.
Serena Williams, 15 años y 4 meses después de su primer título de Grand Slam, es la campeona más cercana a la eternidad que el tenis ha contemplado. Y como actual número 1, se encuentra en condiciones de seguir escribiendo capítulos para la historia.