Murray de Melbourne
Andy Murray venció a Tomas Berdych 6-7(8), 6-0, 6-3, 7-5 y se clasificó para la final del Open de Australia por cuarta vez en su carrera.


Ambos jugadores saltaron a la pista con tensión en el cuerpo. Se notaba en el aire que la presión y los nervios hacían acto de presencia en la Rod Laver Arena, era más que tenis lo que había en juego. Morbo añadido el hecho de que Berdych contara en su box con nuevo entrenador, Dani Vallverdú. Venezolano que durante casi 6 años acompañó al escocés por todo el mundo formando parte de su equipo técnico. Coach que conoce a la perfección los puntos fuertes y débiles de Murray.
La pista dejó de ser de tenis para ser un escenario de batalla entre dos guerreros con el pecho inflado que no querían desperdiciar la oportunidad de estar en la primera gran final del año. Primer set igualadísimo, no había tregua con un Berdych inspirado y confiado y un Murray que no perdía pisada y desbordaba con su revés. Era más tensión y gran ambiente que realmente buen tenis lo que había en la pista. Ambos jugadores combinaban grandes tiros ganadores pero un buen número de errores no forzados.
Se quebraron en una ocasión cada uno pero el set iba destinado al desempate. Máxima igualdad en cada punto, en cada juego. 76 minutos de palos, dejadas, ángulos, tiros cruzados, golpes paralelos, potentes saques pero también muchos errores. No era el mejor nivel de tenis pero había un repertorio interesante de golpes de los cuales Berdych se aprovechó para quedarse el partido por 8-6 en el tiebreak.
Ganó el primero pero llegó la relajación en el segundo set. Bajó la intensidad de sus piernas y sus golpes y lo pagó caro. Como suele ser habitual ante los mejores, cualquier desconexión se paga a precio muy caro. Murray lo detectó y se plantó en la línea de fondo para tomar mando del partido. Se soltó, empezó a atosigar a Berdych que perdió todo tipo de frescura. El checo solo conectó 1 tiro gandor (por 16 del primer set) y llenó el casillero de errores no forzados, 12. En tan solo 30 minutos, Murray le endosó un rosco doloroso (6-0) a Berdych.
Partido igualado en sets pero había un jugador que venía con una clara dinámica positiva: Andy Murray. El británico se había adueñado del partido y le había dado un cachetazo de realidad al checo. No estaba por la labor de salirse del papel dominante y seguía repartiendo juego. Movía a Tomas que ya no pegaba ni una sola pelota de manera cómoda. Siempre a la carrera y jamás plantado en el medio de la pista con tiempo para martillar. Murray variaba direcciones, pegaba duro y Berdych iba a remolque agrandando el casillero de errores no forzados. En 44 minutos y con el 84% de puntos ganados con el primer servicio, se hacía con la tercera manga por 6-3 y ponía el 2 sets a 1 a su favor.
En la última manga, Berdych empezó a reencontrarse con su juego y le avisó a Murray que no lo tendría fácil para meterese en la final. No, al menos, de la manera que fueron los dos sets anteriores. Berdych aumentó tiros ganadores, bajó los no forzados y le dio más guerra. Sin embargo, el partido tenía un ganador escrito. Un hombre acostumbrado a las instancias finales de Grand Slam que no titubeó en ningún momento y le quebró en el 5-5 para así sacar para partido y hacer valer su saque.
Murray selló su pase a la final con un tenis exquisito y se enfrentará al ganador del encuentro entre Novak Djokovic y Stan Wawrinka. Andy no conoce la victoria en Melbourne Park pero en 2015 quiere cambiar la historia.