Tras derrotar a Garbiñe Muguruza, Serena Williams fue preguntada en la pista por su siguiente rival en el Open de Australia. En un alarde de sinceridad, la número uno respondió que no le importaba quién fuera.
Su partido de hoy ante Dominika Cibulkova, finalista en 2014, justificó esa respuesta. Con 33 años, el mejor nivel de Serena sobre pista dura todavía supera al de cualquiera de sus rivales. Y la estadounidense, irregular y dubitativa en las primeras rondas, suele abandonar las intermitencias cuando el torneo se acerca a su final.
Su enfrentamiento con Cibulkova fue un duelo de dos velocidades, ya apreciables desde el momento del servicio. El primer saque de Serena tenía una velocidad media 23 kilómetros por hora superior al de la eslovaca. La número uno lograba 15 saques directos, mientras su resto masacraba a su rival. La conjugación de potencia, acierto e intensidad de Williams minimizaba las virtudes de Cibulkova, muy mejorada en Melbourne respecto a los meses anteriores.
Serena no pestañeó, jugó con la determinación propia de una campeona que ansía más grandeza. La número uno arrasó a Cibulkova (6-2, 6-2 en 65 minutos) y se reconcilia con el Open de Australia, un torneo cuyas semifinales no pisaba desde 2010.
Madison Keys, que derrotó anteriormente a Venus, impide el show de las Williams en semifinales, pero Serena está decidida a ser la reina de la fiesta en Melbourne. Sólo su joven compatriota y una tenista rusa (Maria Sharapova o Ekaterina Makarova) separan a Serena Williams de su sexto título en el Open de Australia.