Tomas Berdych está a las puertas de una nueva final de Grand Slam, esta vez en el Open de Australia. La primera y única, lograda en Wimbledon 2010, donde un impresionante Rafael Nadal lo borró de la pista, queda ya muy lejos. Como si el trabajo previo con su nuevo equipo fuese prolongado en el tiempo -acuerdo pactado a mediados de diciembre pasado-, el jugador checo ha experimentado una repentina transformación, más propia de periodos de asimilación más duraderos. Su nuevo preparador físico, y la nueva voz de Vallverdú, han reseteado el espíritu de Berdych. Aún es pronto, pero la unión promete.
En una entrevista reciente concedida al diario El País, Tomas Berdych reconocía que el trabajo con su nuevo preparador físico, Azuz Simcich, ha surtido un efecto inmediato. "Me ha enseñado muchísimas cosas. Ha conseguido hacer mi cuerpo mucho más flexible, capacitándolo para una variedad mucho mayor de movimientos. Eso es muy importante. Me permite usar mi fuerza mucho mejor en la pista. Es lo que estaba buscando". Para un jugador tan poco engrasado en la horizontal como él, cuya gran virtud es golpear el mayor número de tiros posible con los pies quietos, poder salir rápido de los apoyos y flexionar con más liquidez supone un salto de calidad notable en su tenis.
En este arranque de temporada, el tenis unidimensional del checo parece matizarse, tomando más colores de lo que siempre ha sido habitual en un jugador de un ritmo de pelota altísimo, pero único. Sus problemas para pasar tiros cuando afrontaba pelotas bajas o cortadas parecen encaminados a solucionarse. Su empuñadura siempre presentó dificultades para bajar el ritmo y cimentar los puntos desde la réplica y con velocidades de mayor seguridad. Para ello, su físico necesita de buenas flexiones para meterse debajo de la esfera, moviendo mejor la muñeca a la hora de levantar tiros planos, devolviéndolos con más parábola de lo su mano le permitía hasta ahora.
Tácticamente es algo que parece estar labrando de la mano de Vallverdú. Sin modificar su esencia pegadora, con la iniciativa como bandera, siempre resulta útil acompañar de recursos a tus mejores armas. Ante Nadal, si bien el nivel de Rafa fue francamente bajo, se observó en Berdych la intención de proponer más cosas; adaptarse a ritmos más pausados, levantar la mano, cepillar los tiros, flexionar y recuperar con mayores garantías, etc. Fruto de todo ello es cómo está afrontando las ventajas en el marcador. Se le ve con un tremendo nivel de confianza. Con su reciente compromiso de boda y conociendo su baja en Copa Davis, parece que Berdych va a por todo en un gran momento personal y profesional.
Como último añadido, su rival de hoy fue el reciente discípulo de su actual coach. Daniel Vallverdú pasó muchos años al lado de Andy Murray. Conoce sus miedos y debilidades y puede influir en pequeños detalles; aconsejar estrategia a seguir y ayudar a Tomas a lograr lo que Wawrinka y Cilic ya han experimentado: conseguir, por fin, su primer grande. Rebajar esta euforia será fundamental para afrontar con equilibrio el encuentro de hoy. Veremos de qué es capaz el número 5 del mundo en esta nueva etapa.