
Apenas 75 minutos bastaron a la número uno del mundo para deshacerse de Caroline Wozniacki por un doble 6-3, en una final carente de emoción y donde la potencia de la norteamericana desbordó por completo a la jugadora de Odense. La menor de las Williams entra en la historia del tenis femenino al conseguir su 18º título de Grand Slam, igualando a las míticas Chris Evert y Martina Navratilova, amén de engrosar su cuenta corriente con la nada desdeñable cifra de 4 millones de dólares.
Hace quince años, los aficionados que abarrotaban la pista central del Billie Jean King National Tennis Center, asistían al nacimiento de una estrella, una jugadora destinada a dominar el tenis femenino mundial. Con apenas 17 años, Serena Williams lograba su primer US Open tras ganar en la final a la alemana Steffi Graf.
Hoy, tres lustros después, el mismo escenario presencia como agranda su leyenda al recoger de manos de dos de las más grandes tenistas de la historia, Chris Evert (¡¡no pasan los años por ella, qué guapa está!!) y Martina Navratilova, la medalla que conmemora su 18º título de Grand Slam.
Tras haber dado alguna que otra muestra de debilidad en los últimos meses, Serena se medía a una de sus mejores amigas en el circuito, Caroline Wozniacki. La rubia danesa se había acercado bastante a su mejor nivel y ya le había robado un set a su rival de hoy en sus dos últimos enfrentamientos, en Montreal y Cincinnati.
Con estos precedentes, esperábamos mucho más de esta final. Sin embargo, tras un inicio titubeante, en el que los breaks eran la tónica dominante, y los errores se imponían a los aciertos, Serena fue afinando el punto de mira hasta llegar a desarbolar a su rival a base de palos. Potencia y agresividad unidas para contrarrestar el gran poder de recuperación de Wozniacki. El rostro de la Williams reflejaba el hambre de título con el que saltó hoy a la central de Flushing Meadows. Fallaba, sí, pero siempre enviando bolas largas y profundas, apenas dejaba bolas en la red. Iba a por todas.
Esos errores eran los que mantenían a la danesa relativamente cerca en el marcador pero, a medida que transcurrían los juegos, Serena iba encontrándose con su tenis, el servicio empezaba a funcionar y Caroline no podía hacer más que correr detrás de la bola, en busca de defensas imposibles.
Tras cerrar el primer set, Serena encontró la tranquilidad que parecía haberle faltado en los primeros seis juegos del partido y comenzó el recital: de un 41% de efectividad con el primer saque en la primera manga, pasó a un 70% en la segunda. Dominando desde el primer golpe, los winners llegaban uno detrás de otro, sin aparente esfuerzo, con su rival defendiéndose como podía, intentando encontrar un resquicio para contraatacar. Lo encontró un par de veces, pero con eso apenas pudo inquietar a la tigresa norteamericana.
Ganando su saque en blanco, con dos aces de por medio, Serena ponía fin al sufrimiento de su amiga y lograba el sexagésimo cuarto título de su carrera. Total, nada.
Se acaban los calificativos para definir a esta mujer. Bueno, tras ver la americana con la que saltó a los calentamientos estas dos semanas, y que volvió a enfundarse para la entrega de premios, se me ocurre uno más para añadir a la lista….