Historias de Wimbledon | La histórica caída de Courier en 1992

Jim Courier sigue siendo, desde 1968, el único primer cabeza de serie de un Grand Slam que ha caído derrotado con alguien procedente de la fase previa

Alejandro Arroyo | 21 Jun 2014 | 17.46
facebook twitter whatsapp Comentarios
En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.

Conseguir el doblete Wimbledon-Roland Garros ha sido históricamente una hazaña reservada para los mejores de todos los tiempos (Borg, Nadal, Federer...). Dos superficies naturales pero antagónicas que de por sí crearon la figura del especialista; aquel que cuanto más cerca estaba de ganar y jugar con naturalidad en una, más se distanciaba técnicamente de la otra. A eso se enfrentó en 1992 el que por entonces era número 1 del mundo, el estadounidense Jim Courier.

James Courier (1971, Stanford, Florida) siempre fue el americano más atípico de una generación que relevó con mayor éxito, si eso era posible, a dos leyendas de la disciplina: Jimmy 'Jimbo' Connors y John McEnroe. El pelirrojo nació a la par que Pete Sampras, Andre Agassi, Todd Martin, Michael Chang o el prometedor Aaron Krickstein, para desempeñar un juego equilibrado y paciente sobre la línea de fondo, lo que le situó como uno de los grandes especialistas de tierra batida del momento. Con un rendimiento similar sobre pista dura, era la hierba lo que más dificultad presentaba en el juego de Jim, de ahí que su final sobre pasto en 1994 tomara un valor extraordinario.

En 1992, con 21 años y habiendo terminado N.2 en 1991, Courier se convirtió en el mejor jugador del mundo. Campeón en Australia, Roma y Roland Garros, Courier llegaba invicto en Grand Slam desde que Edberg lo derrotara en el US Open. Su increíble consistencia y su calidad táctica para preparar el siguiente golpe le convertián en un jugador enormemente competitivo y dificilísimo de batir. La verdadera prueba de fuego iba a ser Wimbledon, donde la velocidad en aquellos años de la hierba británica era realmente fugaz. Con un hipotético duelo de octavos ante John McEnroe, Courier enfrentaba al ruso Andrei Olhovskiy tras derrotar Byron Black en tres mangas. Courier iba como un auténtico tiro.

Olhovskiy venía de pasar la fase previa, habiendo jugado más del 70% de torneos del año en categoría Challenger, llegando a Wimbledon en la posición 193 del ranking. Finalista de dobles en Roland Garros, Andrei sería importante en el futuro de su país en Copa Davis, a pesar de ir siempre por detrás de los Volkov, Cherkasov y Chesnokov. Durante toda su carrera no pasaría del puesto 49 y llegaba sin nada que perder, en un guión visto en multitud de ocasiones a lo largo de Wimbledon.

Cuatro parciales después y sin necesidad de acudir a ningún tie break, Andrei Olhovskiy se convertía en el único jugador desde la Era Open (1968) que desde la fase previa lograba derrotar a un primer cabeza de serie en un Grand Slam, hazaña que aún perdura y que Michael Russell a punto estuvo de repetir cuando tuvo contra las cuerdas a Guga Kuerten en Roland Garros de 2001.

"No he tenido opciones. El juego en los hombres es realmente igualado y cualquiera puede vencer a cualquiera en un buen día. No pasa nada, es deporte. Es como llover, hoy pudo llover pero no llovió. Ahora a pensar en los Juegos Olímpicos". Aquella derrota no impidió que Courier siguiera cosechando grandes resultados pero no vovlería a ganar otro título en todo el año, perdiendo en tercera ronda de Barcelona'92, sobre tierra batida, con el que a la postre sería medalla de oro, el suizo Marc Rosset.

"Me costó mucho leerle las direcciones. Me recuerda mucho al juego de (Miroslav) Mecir. Tiene facilidad para hacer passings y cambiar el ritmo de las jugadas". Courier no supo descifrar ni entrar en el juego de un Olhovskiy que años atrás manifestaba que para él fue crucial desligarse de la Federación Rusa. "Ahora juego para mí y quiero progresar. Antes jugaba para la Federación y eso dificulta cualquier desafío personal".

"Qué puedo decir? Es la mayor victoria de mi carrera. Hoy en día la diferencia entre el 1 y el 200 está en la cabeza, no en el juego. Saqué muy bien, resté también bien y aproveché todas las oportunidades que tuve. Si tienes confianza, puedes jugar bien. Así es la vida". Olhovskiy caería derrotado con claridad ante John McEnroe, subrayando de nuevo lo que suele suceder cuando se dan sorpresas de este calado. Así fue una de las grandes hazañas del Wimbledon de los 90. El número 193 del mundo despachaba al número 1 en un torneo del Grand Slam.