Ernests Gulbis es un de esos antihéroes que define una estirpe solamente compuesta por él y nadie más. Sigue sus propias reglas, semejantes a las que Safin también abanderó unilateralmente hace ya más de un lustro. El letón jugará mañana, a sus 25 años, sus primeras semifinales de Grand Slam, ante un tal Novak Djokovic, inmerso en la empresa que más energías le está obligando a gastar. El lunes, Gulbis aparecerá entre las diez mejores raquetas del panorama mundial, un estatus que puede sea superado durante el año.
El 25 de febrero de 2013, Ernests Gulbis estaba situado fuera del top-100, concretamente en el 109. Desconocía el formar parte del top-50 desde septiembre de 2011. Un vaivén continuo para un temperamento que no tenía pinta de reconducirse a corto y medio plazo. Cuando el tenista letón, llamado a liderar la generación del 88 junto a Juan Martín del Potro, alcanzó los cuartos de final del US Open del 2007, parecían cumplirse pronósticos y vaticinios de lo que sugería la nueva ola. Un nuevo ritmo tenístico, una nueva escala en los límites de la potencia humana jugando al tenis. Argentino y letón pegaban a la bola como si jugarán con lanzallamas, en una nueva demostración de la propia evolución del juego.
Gulbis, lenguaraz, polémico y socialmente poco adaptado a las costumbres del deportista actual, valorado dentro y fuera de la cancha, revisado su comportamiento al mismo nivel que su rendimiento deportivo, era una dimisión constante, sin el ánimo ni la disciplina suficientes para permanecer en el top-20.
Con el trabajo que Gunther Bresnik inició a comienzos del año pasado, Ernests parece no mirar atrás. Su tenis es más constante y concreto, y aún en proceso de estabilizar completamente –o en la medida de lo posible- su carácter, no parece que Gulbis se vaya a detener aquí. Por los resultados que viene realizando en esta primera mitad de año, sumados a la segunda mitad de 2013 que realizó, con victoria en el ATP250 de San Petersburgo, pero con 3ª ronda en WB y 1ª en US Open, Cincinnati, Valencia y París, Gulbis puede pelear por una plaza en las Finales ATP de Londres.
En 9 de los 14 torneos que Gulbis ha jugado en 2014, ha logrado alcanzar los cuartos de final, la barrera de la regularidad que da acceso entre los ocho primeros. Su asignatura pendiente sigue siendo elevar y prolongar este nivel en los Grand Slams. Defiende apenas puntos entre Wimbledon y Nueva York. Nada como las victorias para mantener vivo el deseo de seguir rompiendo su propio molde.
El deporte de alta competición es una cuestión de enfocar al máximo pensamientos y energías en mejorar sobre la pista. La cantidad de frases con las que el letón ha dejado claro en el pasado que su prioridad máxima no era la pista y la raqueta parece haber quedado atrás. Las distracciones son las que difuminan la actividad, las ganas y el hambre por hacerse hueco. Si trabajaba su tenis era cuestión de intentarlo.
Con el desembarco de Gulbis (1988), la carrera de Del Potro (1988), aún con sus recurrentes problemas físicos, y la llegada de Nishikori (1989), Raonic (1990) y Dimitrov (1991), no es descartable que se produzca un relevo en el segundo tramo del top-10, habiendo desplazado ya a Gasquet o Tsonga de tales posiciones. El top-5 aún parece muy complicado.