Antes de acudir a la exhibición que le medirá a Pete Sampras con motivo del Día Mundial del Tenis, Andre Agassi ha manifestado que Londres siempre tendrá un lugar destacado entre sus recuerdos. Los dos tenistas estadounidense se medirán en la Court 2 de Earls el 3 de marzo, en un evento que también contará con un encuentros entre Ivan Lendl y Pat Cash, reeditando la final de Wimbledon 1987.
Para Andre, pisar las islas británicas tiene reminiscencias especiales. Allí ganó su primer Grand Slam, en Wimbledon 1992, y considera que competir en el Reino Unido le definió como jugador. "La última vez que jugué en Londres fue para la inauguración del techo en la Centre Court, pero he estado allí en numerosas ocasiones disfrutando de la ciudad" indica Agassi en palabras recogidas por tennishead.net.
"Siempre busco alguna ezcusa para dejarme caer por allí y no puedo pensar en un lugar mejor para entrar en pista con Pete. Me trae mucho recuerdos a la memoria, pero para mí en una excusa para conectar con la gente que hizo que mi carrera sea lo que es hoy".
"Aprendí mucho de Wimbledon, un montón de la gente, de pasar la línea de meta por primera vez" indica Andre en referencia a su primer major, alzado sobre la hierba del All England hace ya 22 años. "Es un lugar donde mi mujer brilló, un sitio donde aprendí como reverenciar, donde aprendí cómo crecer, de manera que muchos son los recuerdos que me vienen a la mente cuando estoy allí. Disfruto de verdad cuando visito Londres y busco siempre alguna excusa para ir".
Pero no todo fue siempre tan halagador. Su debut sobre las briznas británicas, en la edición de 1987 fue un amargo trago que tardó en digerir. Agassi perdió en primera ronda ante el francés Henri Lenconte. El partido fue un visto y no visto. Ni un set en su bolsillo. Apenas 47 minutos en pista. Un mortero mental. Después de aquello, como apartándose de ese miedo, no volvió a Wimbledon en cuatro años.
"Mi primera experiencia en Inglaterra no fue buena. Fue en un momento de mi vida donde me sentía sobrepasado por las grandes ciudades, por otras culturas, y como colofón a todo ello debía jugar en una superficie que era muy exótica para mí. Me sentía como un intruso en cada evento que debía disputar. La manera en que manejaba la pista, sin contar que ser apalizado por Henri Leconte en 47 minutos no fue un buen aditivo a mi experiencia en la Court Two. Realmente, sentía como si estuviera jugando en una enorme casa de muñecas. Era extraño, una experiencia surrealista para mí. Me dejó sin querer volver por distintas razones y no lo hice en tres o cuatro años".
Pero Andre volvió a estrechar los lazos con la ciudad de Londres. Regresó en 1991, y en 1992 ganó el primero de los ocho Grand Slam que figuran en su palmarés. "Cuando entendí lo que Wimbledon significa para nuestro deporte y lo que significaba en mi vida y en mi carrera, aparecí por allí. Fui bienvenido y perdonado. Como resultado de ello, fue sencillo para mí devolver esa generosidad de afecto.
"Fue una relación que creció hasta ser muy única, de manera que cada vez que jugué allí de nuevo, sin importar si fuera una buena o mala actuación, siempre sentí que manteníamos una gran fe entre nosotors. Eso me ayudó a cumplir un montón de sueños".