Novak Djokovic protagonizó la acción más destacada en la primera jornada de la final de Copa Davis 2013. El balcánico, que enfrentaba al checo Radek Stepanek (al que batió 7-5 6-1 6-4) en el pulso que abría la eliminatoria, mostró frescura de piernas para trazar el punto del día.
Pese a llegar con la carga física del Masters 1000 de París Bercy y la Copa de Maestros como esfuerzo reciente, el de Belgrado plasmó en pista multitud de virtudes para inclinar a Radek y establecer la marca de victorias consecutivas (23) más autoritarias del año.
En un momento clave del primer set, teniendo al checo con un margen de error reducido (*5-6 15-30), Novak aprovechó la delicada tesitura para asestar un puñetazo al partido. Había fracasado en su anterior intento de servir para sellar el primer parcial. Pero esta vez, cuando la oportunidad se abrió al resto, no tuvo compasión.
En un intercambio dilatado por encima de los 25 impactos, el balcánico trata de imponer su mayor ritmo de pelota impactando las esfera en ascenso. Radek, gran anticipador, se siente cómodo ante la escasa búsqueda de líneas de Novak responde con cierta solvencia redireccionando con sutileza la pelota. En cuanto Djokovic le entrega una bola corta, cosa que Radek intuye al instante, no duda el checo en optar por venir a mitad de pista y colocar una volea de corto recorrido.
Ahí emerge el abanico de virtudes de Djokovic. Explosividad de salida, velocidad en carrera, flexibilidad para bajar el cuerpo al desplegar el tren inferior y tacto para acunar la esfera empleando un toque de muñeca en el último momento. Opción de jugar paralelo pero cambio de última hora a patrón cruzado hasta dejar clavado a Radek.
Djokovic se procuró dos bolas de set. Aprovecharía la oportunidad. Cerró el primer parcial (7-5) y no volvió a mirar atrás. En el resto del partido cedería los mismos juegos que en esa primera manga para poner con ventaja a Serbia en la final de Belgrado.
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