Raonic toma la delantera
El tenista canadiense ganó en Bangkok su quinto título ATP y se confirmó como la promesa más sólida del circuito


El día de hoy vio coronarse a Milos Raonic en la pista cubierta de Bangkok. Bajo la bóveda de la capital tailandesa el servicio del gigante de Podgorica fue inabordable para un Tomas Berdych que se quedó cerca de estrenar su palmarés de títulos en 2013. A sus 22 años y colocado en la undécima posición del ranking mundial, el jugador canadiense es la gran promesa tenística del panorama ATP tras una temporada en la que ha superado barreras que sus compañeros de generación aún deben afrontar.
Milos Raonic y la eterna e injusta crítica al cañonero. Desde que irrumpió en el circuito alcanzando desde la fase previa la segunda semana del Abierto de Australia 2011 muchos creyeron ver en él al nuevo Pete Sampras. Otros, a la enésima máquina de sacar incapaz de mantener un intercambio intenso desde el fondo de pista. Y ni tanto ni tan calvo, señores. Raonic es simplemente Raonic. Con una esporádica estancia en el top-ten y a pesar de estar aún algo verde para rendir en las grandes plazas del circuito, su futuro se presenta esperanzador y brillante. Y la sensación de que aún puede dar mucho más es lo más positivo sobre su figura.
El tenista de origen montenegrino está a punto de cumplir su tercera temporada completa en el circuito ATP. En este tiempo ha acumulado victorias, heridas de guerra, y también alguna que otra derrota dolorosa. Sin embargo, el balance hasta el momento es claramente positivo. Hasta el momento ha disputado nueve finales –todas sobre pista dura- ganando cinco títulos. Cuatro de ellos han llegado bajo techo, siendo Chennai el único evento conseguido al aire libre que tiene Raonic en sus vitrinas.
Su trabajo durante dos años y medio con Galo Blanco dio claramente frutos. Con el entrenador asturiano vimos a un Milos capaz de aguantar los intercambios en el fondo de pista. Se adentró en el top30 de manera muy rápida y eficaz ganando sus primeros títulos en el circuito. Superó una complicada lesión de cadera a mediados de 2011 y fue cimentando su acceso hacia las diez mejores raquetas del ranking. El gran salto lo dio junto a Ivan Ljubicic. Aunque los inicios no fueron fáciles -perdió siete de sus primeros doce partidos- Raonic explotó en Montreal.
En un torneo de Masters 1000 y ante su público Raonic templó sus nervios y alcanzó la final, dejando en la cuneta a un top-ten como Juan Martín Del Potro y a un compañero de generación y compatriota como Vasek Pospisil. En la final poco pudo hacer ante un huracán llamado Rafael Nadal pero las mejoras en el juego de Milos, sobre todo en el aspecto mental, eran claramente visibles. Si junto a Galo Blanco el canadiense terminó abandonando ligeramente sus principios tenísticos, el ex jugador de Banja Luka optó, como sugirió el entorno del de Podgorica, por potenciar al máximo las virtudes del cañonero. Y ahí se siente muy cómodo.
Tenis de ataque. Puro y duro. Sin contemplaciones. Servir por encima del 80% de primeros servicios, como ha hecho en los cuartos de final de Bangkok ante Feliciano López. Ganar el 95% de puntos con primer saque en una final teniendo enfrente a todo un top-ten como Tomas Berdych. El día anterior, ante su raqueta había doblado la rodilla el campeón vigente, un Richard Gasquet que a pesar de quebrar el arma más de poderosa de Milos acabó inclinándose en tres parciales. Milos sabe sufrir y se vengó de la sufrida derrota que le infligió el galo en los octavos final del US Open.
A estas alturas, nadie duda de que Raonic es la mayor promesa del panorama tenístico. El único que le puede resistir la comparación a estas alturas es Jerzy Janowicz, que en apenas un año en el circuito ATP ha alcanzado una final de Masters 1000 y unas semifinales de Grand Slam. Parece que al polaco le van los grandes escenarios, algo que a Milos -Copa Davis aparte- aún le cuesta afrontar. Sin embargo, cada victoria ante un top-ten le acerca más al objetivo de hacerlo bien en un major. Mientras tenistas como Tomic o Dimitrov navegan en un mar de dudas debido a su perenne irregularidad y otros como Ryan Harrison o David Goffin compiten en fases previas o torneos menores para recuperar el ranking perdido, la perla canadiense ya se encuentra en la terna de los mejores. Y no parece que se conforme con eso. La Copa de Maestros no está tan lejos. Y va a luchar por ese objetivo tan ambicioso. ¿Será capaz de conseguir estar entre los ocho mejores a final de año? ¿Conseguirán sus compañeros de generación acercarse a sus registros?