
El mauser de Djokovic escupe balas que rasgan el aire de la noche de Nueva York para destruir al portugués Joao Sousa por 6-0, 6-2 y 6-2 y citarse con Marcel Granollers en los octavos de final del Abierto de los Estados Unidos. Es un partido sin historia, más allá del servicio cedido por Novak cuando saca para ganar el partido. El subcampeón de 2012 imprime un ritmo altísimo de entrada. Maltrata con cada tiro a su rival, que pronto termina asfixiado ante semejante cadencia de golpes. Así llega Djokovic a la segunda semana de competición, sin sobresaltos ni batallas discutidas en el alambre. La historia, sin embargo, se vuelve dramática desde el próximo duelo, donde no hay margen de errores, donde pelean los mejores, donde todo se decide. Nole, que podría perder el número uno del mundo en función de los resultados, asalta la pugna por la corona defendiendo las ventajas de la dieta sin gluten, de la que tanto se habla por los pasillos del último grande de la temporada.
"Esta dieta en particular ha cambiado mi vida de una manera favorable y afectó positivamente a mi carrera y a mis sensaciones generales, dentro y fuera de la pista", contó el número uno mundial sobre el régimen para celiacos diseñado por Igor Cetojevic, un médico formado en la desaparecida Yugoslavia, que sigue desde 2011, la temporada que le vio alzarse hasta la cima del circuito, convirtiéndose en la bestia competitiva que es hoy. "Escribí un libro sobre ello porque quería compartir este tipo de régimen alimentario, este tipo de cambio que afectó a mi vida de forma positiva, presentar mi propia experiencia", explicó sobre las páginas de Serve to Win, donde relata los secretos de la dieta sin gluten y cómo variando los hábitos de alimentación ha logrado cambiar su vida, alcanzando el éxito deportivo. "No estoy intentando decir a la gente lo que deben comer, estoy compartiendo mi propia experiencia con la esperanza de que pueda servir a las personas que lo están leyendo. Que sepan que pueden tomar algunos ejemplos valiosos para probar en sus propias vidas. Tengo comentarios positivos de los lectores, lo cual es agradable. Es positivo que la gente siga el ejemplo de los deportistas. Escuchar que alguien se sintió bien leyendo mi libro, que eso produjo un cambio favorable en su vida, es algo fantástico".
Antes de dominar con mano de hierro el circuito, Djokovic, un jugador fantástico, sufre como ningún otro de los grandes. Sus aptitudes quedan eclipsadas por una débil condición física, que le anula, que le vuelve incapaz para inclinar la balanza en los momentos calientes de los encuentros. Lanzarse a probar una dieta sin gluten, dando un cambio radical a sus rutinas alimenticias, es la pieza que hace funcionar la máquina. "No puedo decir dónde estaría ahora si no hubiese tomado la decisión de seguir la dieta", confesó, recordando como antes era un jugador frágil, un tenista sensible, uno que vomitó en el vestuario durante los cuartos de final del Abierto de Australia en 2010, duelo que acabó perdiendo con Tsonga entre terribles dolores en el estómago. "En la vida todo sucede por una razón. Por eso, conocí a gente interesante, como a este doctor [Cetojevic]. Gente bien informada que me han ayudado a conseguir lo que debía lograr en la vida y a convertirme en lo que sentía que podía llegar a ser", detalló el serbio, que llegó a perder cinco kilos al abandonar los alimentos con gluten. "He tratado de absorber el conocimiento de la gente que me he he ido encontrando en los últimos años, traté de aprender acerca de todo lo que saben. Todo el mundo es diferente en este mundo, pero siempre trato de mejorar como persona y como jugador. He tenido una mente abierta sobre la ciencia del deporte; la nutrición y la salud, y sobre el bienestar general, porque eso es algo que forma parte de mi trabajo y de mi propia vida. Quiero sentirme bien y siempre trato de aprender más y más acerca de todo esto", aseguró, explicando el interés sobre los nuevo procesos para volver más férrea la armadura, clave en un deporte de alta competición donde el cuerpo sufre un altísimo desgaste.
"Mi plato favorito es la pasta. Toda mi vida lo ha sido. Hace unos años me cambié a la pasta sin gluten, y, sorprendentemente, está incluso mejor que la normal", admitió el serbio. "También tomo muchas verduras. La dieta sin gluten no es lo que la gente piensa que es. No es algo que no puedas encontrar en cualquier lado y disfrutar a diario", prosiguió. "Lo que más echo de menos es la pizza. Hay pizza sin gluten, pero la normal es mejor, tengo que admitirlo", reconoció entre riendo, con la sonrisa de un niño privado de su mayor tesoro. "Lo más duro fue dejar el chocolate. Mi padre es adicto al chocolate de una manera muy fuerte, pero también se dio por vencido", rememoró. "Solíamos tener en casa una gran cantidad de dulces. Nos encantaban, como creo que a todos en este planeta, pero tuve que hacerlo. Fue difícil al principio. Los primeros meses sentía que necesitaba azúcar justo después de la comida. Ahora tomo té y así trato de satisfacer mis necesidades. Pero no fue algo fácil". En Nueva York, Djokovic, un tenista sin pizza y chocolate, a por el último grande del curso.