El ex tenista marroquí Younes El Aynaoui es noticia. Invitado por su buen amigo Harel Levy, pasará una semana en Israel como entrenador, instruyendo a las futuras estrellas del país hebreo. La noticia ha causado mucho revuelo en Marruecos. Los medios de comunicación han criticado la decisión del ex top15 del ranking ATP y también muchos de sus fans se han mostrado en desacuerdo con el viaje del jugador a Oriente Próximo debido a las diferencias culturales y religiosas entre ambas naciones.
Nuestro protagonista de hoy es un jugador que nunca ha perdido la sonrisa. Desde sus inicios como profesional en 1990 siempre ha mostrado un carácter jovial y alegre, fuese cual fuese la situación. Afincado en Barcelona desde hace unos años, Younes el Aynaoui ha dejado los grandes focos del circuito ATP por una vida familiar tranquila en una de las ciudades europeas más importantes. Su última aparición en el circuito, en el torneo de Doha de hace tres temporadas, supuso el fin de una carrera llena de altibajos debido a las lesiones pero en general bastante satisfactoria. Con la decimocuarta plaza del ranking mundial como mejor posición y cinco títulos ATP, se convirtió en el jugador de tenis marroquí más laureado de la historia, formando un gran equipo de Copa Davis junto a Hicham Arazi y Karim Alami, que se mantuvo durante varios años en el Grupo Mundial.
Con cuatro apariciones en cuartos de final en torneos de Grand Slam -repitió presencia en esa ronda tanto en Melbourne como en Nueva York-, a El Aynaoui siempre se caracterizó por su gran deportividad, tanto dentro como fuera de las pistas. Al proceder de Marruecos, las diferencias culturales con otros jugadores bien podrían haber sido un impedimento, sobre todo hace veinte años, cuando su carrera era incipiente y el mundo estaba menos abierto, menos globalizado. Para Younes, las barreras políticas o religiosas nunca fueron problemas. Y ya retirado, lo ha vuelto a demostrar. Invitado por Harel Levy, otro ex jugador ATP y antiguo finalista del Masters 1000 de Canadá, pasará una semana en Israel para entrenar a las futuras estrellas del país hebreo.
Esta decisión ha hecho que varios fans y medios de comunicación marroquís critiquen esta decisión debido a razones culturales y religiosas. Por su parte, la prensa israelí aplaude el bonito gesto de El Aynaoui: “La estrella del tenis marroquí ha enviado el perfecto mensaje de que el deporte puede romper fronteras que la religión mantiene sin sentido alguno. El tenis es el deporte perfecto para hacer que las cosas mejores”, dijo el Jerusalem Post. Las clases de tenis que impartirá Younes, estarán supervisadas por Harel Levy, que es el organizador del evento. "Vine aquí en 2003 junto a Arazi y estuve entrenando un mes, la verdad es que hay buenos entrenadores y buen nivel entre los chicos de 12 a 18 años", comentó el marroquí.
Hadad y Qureshi, el precedente
En palabras del propio jugador marroquí “el diálogo para la promoción de la paz y la convivencia entre israelíes y árabes a través del deporte es algo agradable”, asegura Younes. El gran gesto del ex jugador no es el primer acercamiento entre estas dos religiones, ya que hay algún que otro precedente. El más cercano lo protagonizaron hace algo más de una década dos jugadores de dobles. El israelí Amir Hadad y el pakistaní Aisam-ul-Haq Qureshi unieron sus fuerzas en el año 2002 para hacer tándem en Wimbledon y en el US Open. Sobre el césped londinense del All England Lawn Tennis Club, su historia salió a relucir.
Se deshicieron en segunda ronda de Rick Leach y Ellis Ferreira, uno de los favoritos para llevarse el título, y a partir de ahí su particular lucha se hizo pública. “Mucha gente me preguntó al llegar al aeropuerto de Londres que qué hacía con un jugador pakistaní. Nunca había oído a nadie decirme: no juegues con él o algo parecido”, comentaba Hadad. Era la primera vez que un jugador de Israel se asociaba con un árabe y la decisión pudo haber tenido consecuencias nefastas, sobre todo para Qureshi, que estuvo a punto de ser apartado del equipo paquistaní de Copa Davis.
Afortunadamente, el mensaje que Aisam quiso dar al mundo del deporte fue claro: “No me gusta que la política o la religión interfieran en el deporte. Nosotros no cambiamos nada, son los gobiernos los que lo hacen. Nosotros solo salimos a la pista y disfrutamos jugando”. La ITF tuvo que intervenir ya que la Federación Pakistaní de Tenis obligó al especialista en dobles a no participar junto a Hadad en el US Open, aunque finalmente pudieron disputarlo, llegando a la segunda ronda. Este variopinto tándem se llevaría a finales de ese mismo año el premio humanitario Arthur Ashe de la ATP por fomentar la tolerancia en el tenis, a pesar de las barreras políticas, sociales y religiosas que había entre sus países de procedencia.