Ernests Gulbis buscará en Delray Beach el tercer título de su carrera. El letón, ubicado fuera del Top 100, jugará contra el francés Edouard Roger-Vasellin la final de un torneo que ya ganó en 2010.
Era protagonista hace pocas fechas Ernests Gulbis en Punto de Break. Recogíamos del letón sus declaraciones, esas en las afirmaba que había dejado el tabaco, el alcohol, su ajetreada vida nocturna. Buenos propósitos para un tenista que también señalaba que había empezado a entrenar de forma más profesional, y que su aspiración no era otra que ser un Top 20.
Buenas palabras y mejores intenciones que cabía poner en tela de juicio por temor a una vuelta a las andadas, esas en las que tantas veces ha caído. Sin embargo, no parece que vaya a ocurrir así en esta ocasión, al menos de momento. Esta vez, sí, parece que Gulbis -109 del mundo- quiere volver a la élite, y va a poner todos los medios (que son muchos) de su parte para que ello suceda.
Eso por lo menos de extrae de su paso por Delray Beach, donde ha llegado a su primera final del año, tercera de su carrera ofreciendo la mejor de sus versiones. Con el saque como arma más valiosa, pero con un revés letal y una capacidad de sacrificio más alta que en otras ocasiones, Gulbis ha sido capaz de ganar ya siete partidos consecutivos (venía de la previa, no lo olvidemos), algunos de ellos a nombres ilustres como James Blake y otros a jugadores en forma como Sam Querrey (nº23) o Tommy Haas (19º).
Gran actuación para un hombre que a sus 24 años volverá a entrar a la élite de los 100 primeros (será el 85 si pierde la final, el 67 si gana) el próximo lunes tras más de seis meses de ausencia fuera de ella, más por deméritos suyos que por méritos de otros si nos acordamos de su reciente frase en la que señalaba que no entendía como algunos Top 100 habían llegado a serlo.
Cuartofinalista de Roland Garros 2008 con 19 años y número 21 del mundo (su puesto más alto) a principios de 2011, Gulbis es el prototipo de tenista genial con talento y clase suficiente para ser Top 10. Estamos hablando de un jugador capaz de vencer a Roger Federer en tierra batida o a Novak Djokovic en pista rápida y de robarle a Rafa Nadal un set en tres de los cuatro enfrentamientos entre ellos. Además, de un hombre con dos títulos ya en sus vitrinas, ambos logrados en Estados Unidos, uno en Los Ángeles 2011, y el otro precisamente, en Delray Beach, en la final de 2010 ganada a Ivo Karlovic.
Cara a cara frente al Top 6
Novak Djokovic: 1 ganado, 4 perdidos
Roger Federer: 1-2
Andy Murray: 0-5
Rafa Nadal: 0-4
David Ferrer: 0-1
Tomas Berdych: 2-3
Un tenista extraordinario, con unas condiciones sensacionales, pero con una cabeza frágil en la que la motivación lo es todo. Ya hemos comentado de él en infinidad de ocasiones que procede de una familia acomodada y multimillonaria, que tiene por costumbre viajar en avión privado y que su dedicación al tenis no ha sido hasta la fecha todo lo ideal que debería de ser para un deportista de alto nivel.
Es quizás, por ello, que se antoja difícil saber el significado real de esta nueva final: ¿es este torneo el definitivo punto de inflexión de su carrera? ¿ brillará a partir de ahora de forma seguida? Complicado saberlo, como decimos, para un hombre que en los últimos tiempos se ha caracterizado por dejarnos actuaciones estelares puntuales y decepciones sonadas con más frecuencia de la deseada.
Que su nivel es de Top 10, no cabe duda. Que es un tenista capaz de amoldarse a cualquier superficie y derrotar a cualquiera tampoco. Que tenga continuidad, eso ya es otra historia, de la que escribiremos conforme el protagonista vaya actuando.