El saque o servicio es un golpe fundamental, central, nuclear, esencial y clave en el tenis femenino, quizás incluso más importante que para el tenis masculino, donde los servicios son más determinantes por lo que aumentan su relevancia en el devenir del partido, pero no tanto el juego; pese a la extendida idea, el saque en el tenis femenino es verdaderamente cardinal, y no tanto por su gran número de aces, % de puntos ganados al servicio o % de juegos ganados al saque, sino por lo emocional del mismo: cómo afecta a las jugadoras, cómo encoge el hombro y el codo, y hace cerrar la muñeca, además de porque saca a relucir en muchos momentos qué está pensando la tenista y cómo afronta los momentos clave. En el tenis masculino estas emociones, por lo general, son más fluidas.
Se nos llena la boca a los defensores del mismo de hablar del tenis femenino como un tenis diferente al masculino, que comparte reglas, estadios y títulos, mas no realidades en pista. Basta observar un partido de dobles mixto para ser consciente de esto. Las tenistas son más emocionales que los tenistas, y si a eso se suma que su fuerza bruta -con excepciones muy contadas y sonadas- no les salva de determinados apuros en fases críticas de partidos y torneos, el efecto se multiplica.
"Sencillamente me centré en que eso no podía volver a pasar, pensé sólo en dónde y cómo iba a colocar mi saque a la línea y allí fue", confesó en rueda de prensa Victoria Azarenka tras el partido de 'round robin' del WTA Championships de final de temporada que le enfrentó en Estambul ante la alemana Angelique Kerber, que llegó a disponer de varias bolas de partido, neutralizadas con grandes servicios por la #1 bielorrusa que, no obstante, dispone de uno de los saques más flojos del top25.
Cómo saca una tenista es pista para el espectador, para la rival y para, incluso, la propia tenista de cómo se afronta ese momento, y qué pasa por su cabeza. Sin grandes potencias ni puntos fáciles y rápidos, el tenis femenino se convierte en una dura lucha mental en la que juegan factores que normalmente pasan desapercibidos en el tenis masculino. ¿Cómo afrontó Azarenka su servicio con 5*/4 a favor en el tercer set de la final del US Open ante Serena Williams? Si no se acuerdan yo se lo digo: con un 0-40, en el que sólo fue capaz de salvar una de esas bolas de break. Son cientos, me atrevería a decir que miles, los casos al año en los que un partido femenino termina con una tenista derrotada que ha dispuesto de servicio para cerrar el encuentro o de una ventaja considerable.
Los llamados 'chokeos' se dan varias veces en cada torneo y son el 'pan de cada día' de este circuito, donde ni un 5*/0 se puede decir 'definitivo'. Las tenistas dudan, igual que lo hacen los tenistas de la ATP, pero éstos dominan desde el saque, muchos de ellos disponen de servicios por encima de los 200 km/h y aunque también sufren esos kilos de piedras que de pronto se han subido encima de su brazo y esos calambres nerviosos sobre sus muñecas, disponen de más herramientas para contrarestarlos.
El tenis femenino vive pendiente del saque, una figura como Serena Williams tiene en él su gran baza y sólo se encuentran a su nivel en el circuito perfiles como Samantha Stosur o Lucie Hrdecka. Ante esto surgen las grandes restadoras, entre las que encontramos a Victoria Azarenka, Sara Errani o Agnieszka Radwanska, auténticas especialistas para atacar desde el segundo servicio de la rival y en utilizar la potencia del primer saque contrario como arma propia.
Así lo reflejan las estadísticas de este año 2012. La reina indiscutible de los aces ha sido Serena Williams con un 15,5% de saques directos por saques realizados. Una auténtica locura, a años luz de las siguientes que son empatadas Hrdecka y Petrova con sendos 9,6%. Y en concordancia con esto sólo 6 tenistas del top100 han conseguido superar el 70% de puntos ganados con el primer servicio: S Williams (78%), L Hradecka (73%), N Petrova (71%), K Clijsters (70%), K Flipkens (70%) y V Williams (70%). Ahora bien cuando de salvar bolas de break al servicio desaparecen las tenistas con buen saque y salen a relucir las que lo afrontan con espíritu ganador: Serena Williams (68%), Kim Clijsters (65%), Sharapova y Safarova (61%), Stosur y Na Li (60%) o Kerber, Azarenka y Radwanska (59%).
El saque es afrontado por muchas tenistas del circuito -la mayoría- como una losa sobre su juego, una dificultad irremediable que les lastrará el resto de sus carreras, por altura, falta de confianza y determinación. Es difícil ver aces por el circuito WTA lejos de los nombres de grandes sacadoras que hemos visto en el párrafo anterior; diferente es con las dobles faltas, bastante más comunes por lo general.
La conclusión al artículo es que la WTA es un mundo de constantes contrabreaks en las primeras e igualadas rondas, cuanto más avanza el torneo y en las primeras rondas con grandes favoritas el saque acostumbra a ser más sólido, como por otra parte es lógico dada la diferencia de nivel en este segundo caso, y el aumento de los recursos al servicio en el primero. Contrabreaks por los que la WTA es duramente criticada sin contemplar una visión del tenis femenino diferente y separada del masculino, en el que los breaks son más habituales lo que no significa necesariamente mayor debilidad.
En la WTA no hay tenistas con saques determinantes que hagan aces y tengas grandes porcentajes de puntos directos de servicio -hagamos caso omiso de Serena- pero sí tenistas con buenos y consistentes servicios de altos porcentajes de efectividad y con buenos porcentajes también en lo que se refiere a mantener el servicio y salvar los momentos difícil con bolas de break en contra. Son ésos momentos y no otros los que marcan la diferencia en la WTA, y el servicio en ellos juega un papel importante pero no esencial como en el tenis masculino.
Quizás lo que el tenis femenino lleve tiempo pidiendo no son tenistas con un gran servicio, pero sí campeonas que afronten ese momento difícil en el que hay que cerrar con valentía, capacidad y experiencia, lo que les permita confirmarse y cruzar ese charco de las estrellas en el que más que dudas por cerrar, surge esa sensación de oportunidad y de ganas por avanzar. El camino lo marca en los porcentajes visto más arriba -una lección más que nos deja- la ya retirada definitivamente Kim Clijsters, que sin un enorme servicio sabe sacarle provecho en los momentos clave y hacer de ese golpe un arma más para el combate. Un arma de campeona, en lugar de un escudo para defenderse.