Las ironías del ranking ATP hacen que Roger Federer vaya a continuar el próximo lunes como número 1 del mundo. Con la siguiente, serán 300, las semanas que el suizo alcance en la cima de la clasificación. Un hito sin precedentes que le servirá para acumular un nuevo récord que, a buen seguro, tardará muchos años en batirse.
Serán muchas las portadas y las bondades que se ocupen de ensalzar la carrera y gran trayectoria del genio helvético. Tantas, que incluso, se prestará más atención a su logro que al campeón de Shanghái, y quizás, hasta con total merecimiento. El reconocimiento, presumiblemente, hasta incluirá la entrega de algúna placa conmemorativa en el torneo de Basilea dentro de apenas 8 días para celebrar dicha gesta.
Sin embargo, lejos de esa euforia, Federer también tiene motivos para salir triste de Shanghái. Una nueva derrota con Murray (la segunda consecutiva) le apartan del otro gran objetivo de la campaña: acabar el año como número 1 e igualar a Pete Sampras como tenista con más temporadas al frente de la clasificación, con seis. Actualmente, el suizo comparte con Jimmy Connors el finalizar cinco veces en lo más alto de la tabla el año.
En ese sentido, poco tiene que celebrar Roger en la ciudad china. Djokovic, su gran rival, ha alcanzado la final y le recortará la semana siguiente 240 puntos en el ranking, que pueden ser muchos más (640) si el serbio gana la final.
La ventaja quedará reducida a 595 puntos (195 si Djokovic triunfa), una escasa diferencia para un hombre que tiene que defender el histórico triplete Basilea, París-Bercy y ATP World Tour Finals de Londres, ante un Djokovic que, en cambio, acude sin tantos agobios ni emergencias en su defensa de puntos.
De hecho, en la Race, que mide los resultados de 2012, son ya 1.945 (2.345 si gana la final el serbio) los puntos de diferencia entre uno y otro, un abismo teniendo en cuenta lo poco que queda. Las perspectivas son tan malas que ni siquiera una posible repetición de su memorable actuación de la pasada campaña le pueden valer si el serbio está medianamente fino.
Su relación con el resto del Top 4
Pero más allá de la ilusión por acabar como número 1, Federer está empezando a mostrar un problema grave cada vez que se enfrenta a un integrante del Top 4: la sensación de vulnerabilidad. Los partidos con Rafa Nadal, Andy Murray y Novak Djokovic se han convertido en una cara o cruz donde dependiendo del momento de forma de cada uno, suele vencer un jugador u otro.
Con Rafa Nadal, su particular bestia negra lleva un balance negativo de 10 partidos ganados y 18 perdidos, si bien en el último año han ganado cada uno un enfrentamiento de los dos disputados. Con Murray la cosa tiene tintes parecidos. Su cara a cara es de 8 partidos vencidos y 10 derrotas, si bien esta temporada han sido dos los partidos que se han llevado cada uno.
También dos son los duelos que se han llevado respectivamente en este 2012 Djokovic y el suizo. Para el serbio, los dos de tierra batida (Roma y Roland Garros) y para Federer la semifinal de Wimbledon y la final de Cincinnati. Eso sí, con el serbio el balance es mucho más favorable con 16 partidos ganados por 12 perdidos.
Sin embargo, más que las estadísticas que en realidad no son tan negativas en este 2012, el problema viene con las sensaciones. Tanto Djokovic, Murray como Nadal son jugadores muy sólidos de fondo de pista tanto de revés como de derecha y esto supone un quebradero de cabeza para Federer, que si no tiene el día y la paciencia necesaria se ve incapaz de hacerles frente.
Es por ello, que el problema de Federer en poder conservar el número 1 no radica tanto en los puntos a ganar que son muchos, sino en el hecho de que en cada torneo que se enfrenta a los mejores, ya no es el jugador dominante de antaño. Eso si, siempre le queda la pista cubierta, donde ahí sí, Federer es un auténtico experto como lo demuestra sus enfrentamientos directos con Nadal (4 victorias-0 derrotas), con Djokovic (4-1) y con Murray (3-2).