
Andy Murray y Novak Djokovic van a disputar la final del US Open 2012 en unas circunstancias completamente excepcionales cuya repetición han hecho que se vean de manera rutinaria, casi vulgar, como por ejemplo que desde París 2010, nadie haya ganado un Masters 1000 o un Grand Slam fuera del Top 4, que Djokovic repita su tercera final consecutiva de US Open o que Andy Murray pueda perder su quinta final sin conocer el título en un GS, consiguiendo el peor balance de la historia en finales de un "major" (0-5), asomando al dudoso récord de finales perdidas que tiene, precisamente su entrenador; Ivan Lendl que con 11 derrotas lidera esta clasificación. Una final a la que se llega en condiciones muy diferentes; Murray descansando siempre un día después de cada partido y Novak Djokovic jugando consecutivamente desde el jueves. La quinta final consecutiva del US Open que se jugará un lunes. Muchas preguntas para resolverse a corto plazo. El tenis evoluciona rápido.
Final de calidad
Para empezar habría que añadir que, dadas las circunstancias y la enorme brecha que parece haberse abierto entre los cuatro primeros jugadores del mundo y el resto, todo lo que no sea una final de Grand Slam con dos de ellos es difícil y hoy, ya, hay que considerarlo una rareza mayúscula, que no la gane uno de ellos, estadísticamente complicado. Claro que, en este sentido, la presencia de Murray tiene un estudio a parte. Luego vamos con ello.
El US Open tiene una gran final. El hombre que mejores números presenta en pistas rápidas outdoor, el actual campeón del torneo y el número 1 de la Race de Campeones, lo que significa que ha sido el mejor jugador del mundo en los meses desde enero hasta hoy: Novak Djokovic. Frente a él, el gran aspirante, el hombre que viene de dar un paso adelante, ése que tanto tiempo se ha estado esperando y que llegó en los Juegos Olímpicos de Londres donde finalmente ganó dos partidos seguidos en un torneo de máximo prestigio a dos de sus tres predecesores en la clasificación. Un hombre de una calidad inmensa y de un talento descomunal. Murray llegaba al US Open con la medalla de oro de los Juegos Olímpicos colgada en el cuello y con algo más que una amenaza constante para los tres hombres dominadores del circuito.
Murray
Por atacar el caso de Murray de una forma más objetiva y real hay que sepáralo del resto del circuito ATP porque es el único que, regularmente, mira de tú a tú a los tres jugadores que ejercen una tiranía descomunal sobre los títulos más importantes: Masters 1000 y Grand Slams. Sin embargo, su balance en partidos a 5 sets le condena. De la misma manera que tiene estadísticas brillantes a la altura de sus predecesores en Masters 1000, no se sostienen en Grand Slam y… claro, las esperanzas, las promesas, algún día tienen que hacerse realidad.
Murray llegó, como en Wimbledon, con un pasaporte americano emborronado, con ausencia en Toronto y defraudando en Cincinnati. Nada distinto a lo que ofreció antes de Wimbledon donde rompió como un gran competidor. De entonces a ahora las cosas han cambiado, pero el estigma de “loser” sólo se lo puede quitar uno… ganando.
Murray ha perdido sus cuatro precedentes anteriores en una final de Grand Slam. 3 contra Federer, Wimbledon este mismo año, Australia 2010 y el US Open 2008. La otra contra el mismísimo Djokovic, Australia 2011. En casi todas ellas se llevó una paliza importante. Estuvo a la altura de las circunstancias en Wimbledon. Entonces dijimos que perder una final así era la primera muestra de madurez que le podría permitir dar el paso definitivo hacia un título en un “major”. Es su oportunidad.
El US Open
Sin embargo, una gran final no puede ocultar lo que ha sido un torneo con debates que quedan en el aire. Cómo se plantea la primera semana donde los mejores jugadores compiten en las pistas centrales en poco más que entrenamientos con público mientras que los mejores partidos, en muchas ocasiones se juegan partidos mucho más interesantes, incluso sin cobertura televisiva. Tres días para completar una primera ronda y semifinales y final de Grand Slam de forma consecutiva. Si el reparto de los premios debería ser o no igualitario entre chicos y chicas. Superioridad inmensa de algunos partidos de rondas muy avanzadas… Suspensión del Sharapova – Bartoli para dejar paso a los partidos masculinos en mitad de un gran momento de la francesa, los problemas del Super Saturday, el quinto torneo consecutivo que tiene que aplazar su final a un lunes, los problemas con el techo de la Arthur Ashe, hoy técnicamente imposibles de solucionar y las soluciones al mismo…
Quejas de jugadores, cambios de criterio… y al final, más de lo mismo, dos de los cuatro mejores jugadores del mundo en la final. Esto se acaba. Las incógnitas no.