A la octava fue la vencida. Después de 7 finales perdidas, algunas de ellas con una suficiencia notable por parte de Novak Djokovic, Rafael Nadal tumbó a quien se había convertido en su “Bestia Negra” tras derrotarle en siete últimos partidos, las finales de: Indian Wells, Miami, Madrid, Roma, Wimbledon, US Open en 2011 y Australia (2012). La rivalidad entre Nadal y Djokovic, en el apogeo de sus carreras y con menos de 26 años ambos, promete emociones muy fuertes y futuros duelos. Sin embargo, la hegemonía que Djokovic había mostrado en 2011 donde fue muy superior a Nadal en todos sus enfrentamientos y en todas las superficies amenazaba con desmoronar la fortaleza psíquica de Nadal. Tantas derrotas seguidas y sobre todo en los torneos más importantes, llevaron a hacer pensar que el español nunca más podría volver a vencerle. Pues no. Fue en Monte Carlo donde Nadal no conoce la derrota desde que en 2003 Guillermo Coria pudiera con él cuando el balear contaba con 17 años y hacía sus primeros pinitos como profesional y donde hoy ha igualado un récord histórico, el de conseguir 8 veces el mismo título, y donde, por primera vez, se ha conseguido en un Masters 1000. De paso, se ha convertido en el jugador con más títulos de esta categoría, 20 y cierra por fin cualquier duda de quién es el mejor jugador del mundo en esta superficie. Para muchos, el mejor de la historia. En el Día Mundial de La Tierra, Nadal se coronó dominador absoluto de Monte Carlo y Emperador de la tierra batida. (6-3 y 6-1).
Mucho más que una final
Para ambos suponía mucho más que una final. Nadal defendía 1000 puntos y llevaba 10 meses sin ganar un torneo. La estadística es terrible porque un hombre como él, acostumbrado a ganar en todas las superficies y a cualquier rival, limitarse a ganar los torneos de tierra batida empieza a ser un lastre. Sin embargo, su potencial en esta superficie se vio amenazado cuando Djokovic le derrotó sin demasiados problemas, primero en Madrid y sobre todo en el Foro Itálico de Roma. Después, le ha cerrado las puertas de 3 Grand Slams consecutivos y ha abierto una brecha en la clasificación mundial que hoy parece insalvable. De hecho, y a pesar de la derrota, el serbio aventajará en 600 puntos más al español, dado que Nadal defendía la corona y los 1000 puntos, pero Nole no jugó en la Costa Azul el año pasado y suma los 600 puntos de subcampeón.
Aunque a nivel clasificatorio la final sea incluso dañina para Nadal, lo cierto es que moralmente hay un cambio de situación. Con la victoria del US Open, donde el español, al 100% y en su mejor momento físico cayó sin remisión, sin dudas y ante un rival colosal y muy superior, las dos finales de este año se han vivido de una forma muy distinta. En Australia, Nadal sí estuvo a la altura de Djokovic y el serbio tuvo que exprimirse al máximo y sobrevivir a un quinto set que parecía que podría decidirse para Rafa. Ese revés al pasillo de su rival fue medio título. Y hoy, en Monte Carlo, Nadal no sólo le ha ganado sino que le ha mandado un mensaje. Aquí no.
El mayor especialista de tierra batida de todos los tiempos no sólo consiguió una victoria sino que emocionalmente le ha asestado un duro golpe a Nole. Es verdad que la semana del serbio ha estado plagada de circunstancias que le han mermado en su rendimiento. Para empezar, un cuadro mucho más exigente en el que ha cedido sets contra rivales realmente peligrosos, como Dolgopolov o Tomas Berdych. Ha perdido mucho más tiempo en la pista que Nadal y además, ha tenido que jugar en Monte Carlo con la mente puesta en Serbia, donde su abuelo, una figura imprescindible a la hora de forjarse como tenista y como persona, y uno de los baluartes de su infancia así como base de su carácter, ha fallecido esta semana. Al conocer su falta, Nole abandonó las pistas de entrenamiento absolutamente destrozado.
Con todo, Nadal ha salido a mandar en la pista central del Monte Carlo Country Club y lo ha hecho desde el primer golpe, desde el primer saque del número 1 del mundo al que ha acosado, casi desde el sorteo. El bombardeo de bolas altas y picudas ha sido terrible y la paliza final en el resultado deja ver las sensaciones que ha quedado después de la final. Un dominio abrumador de Nadal.
El tenis tiene la memoria muy corta y la sensación que te queda en el cuerpo puede marcarte a corto y medio plazo. Nadal se ha quitado el estigma de ser incapaz de restar constantemente bien a Nole. (En Australia lo hizo en la mayor parte del partido). Ha hostigado casi todos los saques del serbio al que ha roto en 5 ocasiones de las 8 bolas que ha tenido de break.
Su porcentaje de éxito sobre el primer saque ha sido la clave. Nadal ha ganado el 60% de los puntos que ha restado el primer servicio de Djokovic. Una animalada. En estas circunstancias y con este Nadal se hace difícil pensar cómo se le puede ganar en tierra batida. La pregunta sólo tendrá respuestas en Madrid, Roma y Roland Garros. No parece que nadie de los presentes en Barcelona esté en condiciones de discutirle el título y los 500 puntos. En Madrid volverá todos los mejores, con Roger Federer, el propio Djokovic y la amenaza de Isner, que es el gran “outsider” en la Caja Mágica.
Un nuevo panorama
De aquí en adelante las cosas cambian de perspectiva y el panorama también. Si Nadal se muestra tan dominador y ejerce su tiranía en la tierra batida, y con ello suma los 5.500 puntos que va a disputar, no sólo le va a pegar un buen bocado a la distancia que hoy se abre con Djokovic sino que se va a presentar en Wimbledon y en los Juegos Olímpicos como una seria amenaza para todos.
Federer llega como una incógnita en su temporada de tierra. Se presentará en Madrid para estrenarse en arcilla con el aval de una temporada ilusionante a la que sólo se le puede poner el pero de la derrota en Miami ante Roddick.
Roger sabe que en esta superficie puede discutir con Djokovic, pero se siente muy inferior a Rafa. Si los cuadros le favorecen y le emparejan con Nole en semifinales, podrá optar a ganar puntos y a recortar distancias, pero antes tendrá que ser más regular. No podrá dejarse puntos ni caerse en eliminatorias antes de las semis.
Lo de Murray tiene peor solución. El británico sigue siendo un gran jugador y amenaza principal para cualquiera de los cuatro jugadores que le preceden, pero su irregularidad, ante jugadores que juegan constantemente finales de Grand Slam y de Masters 1000 impide que se pueda siquiera acercar.
Cada batalla volverá a marcar el futuro, pero todo parece apuntar a que va a ser muy difícil, también en la tierra batida que ninguno pinche. Desde luego Nadal no tiene ninguna intención por lo visto hoy en Monte Carlo.
La temporada se abre con otra dimensión. Con un Nadal competitivo. Con un Nadal capaz de ganar a Djokovic. El Día Mundial de la Tierra, Nadal se ha manifestado como el gran dominador en tierra batida. Punto final.