Enric Molina es el único juez de silla español en una profesión muy exclusiva que pocos pueden ejercer. El catalán empezó como árbitro en 1997 y ha sido uno de los únicos seis que hay en el mundo con el certificado Gold Badge, una acreditación que permite a esta élite de jueces de silla ejercer tanto en finales de Grand Slam como Masters 1000, Copa Davis y Copa Federación o Juegos Olímpicos.
Ayer en Londres la Federación Internacional de Tenis nombró a Molina Head of Officiating, es decir: jefe del arbitraje. La decisión no es casual; el juez de silla español es de los más respetados y aplaudidos del circuito, tanto por los jugadores como por los aficionados.
A Molina, como al resto de sus compañeros, le ha tocado afrontar situaciones de lo más variopintas a lo largo de su carrera. Aprovechamos su nombramiento para repasar alguno de esos momentos en los que el tenis pasa a un segundo plano y para poner nombre a algunos de esos rostros que nos resultan tan familiares y que a veces lo pasan verdaderamente mal.
Uno de los jueces de silla más famosos del circuito es Carlos Bernardes. El brasileño se hizo muy famoso el año pasado por una sonada disputa con Rafa Nadal en su partido de Copa de Maestros contra Tomas Berdych. Él es el Carlos del ya famoso "Estás diciendo una barbaridad, Carlos". Por si alguien no lo ha visto:
Por suerte, no todo son disputas -de hecho Bernardes es de los jueces de silla más afables y simpáticos del circuito- y también vemos momentos divertidos como la cara del brasileño al volver de una parada forzosa para ir al baño.
Otro árbitro con el que también nos ha resultado fácil entender sus disputas con Nadal, es el portugués Carlos Ramos. En la final del US Open de este año, el jugador se enfadó mucho con él porque cantaba tarde las bolas y llegó a decirle "Tú cantas los out (fuera) cuando los ves o cuando los canta él [Novak Djokovic], porque es que no lo entiendo". Antes de eso, pese al respeto que Nadal siempre ha profesado por Ramos, casi le deja sin cabeza.
Mohamed Lahyani también está en la lista de los árbitros con personalidad que se alejan de la imagen robotizada de estos profesionales. Es el juez de silla favorito de Roger Federer y muchos otros por su amabilidad y su tendencia al diálogo. Un ejemplo es el que podemos ver en el siguiente vídeo, donde el sueco no sólo habla con los jugadores sino también con el walkie-talkie y el supervisor del torneo [la explicación en español la dan los comentaristas a partir de los 50 segundos].
Es admirable que el sueco no pierda la sonrisa durante toda la situación. Cada juez de silla tiene su manera de aguantar los diferentes incidentes que se les presentan. Una especialista en el último año es Eva Asderaki. La juez de silla griega fue la receptora de las iras de Serena Williams en su final en el US Open 2011 frente a Samantha Stosur pero ya en el Abierto de Australia 2008 las hermanas Williams tuvieron una acalorada discusión con ella porque dio por buena una bola que la propia Asderaki reconoció que había visto fuera. Seguramente a la griega le gustaría más ser conocida simplemente por sus grandes reflejos y no por sus inconsecuencias a la hora de arbitrar.
En el incidente con Serena Williams en la final de este año, muchos pensaron que se trataba de la misma juez de silla con las que había tenido problemas en el pasado también en el US Open. Sin embargo, no era así; la más famosa de ellas fue la que arbitró los cuartos de final entre Williams y Jennifer Capriati en 2004. Mariana Alves tuvo tan poco acierto con las líneas que gracias a su nefasta actuación se impuso el "Ojo de Halcón". A la portuguesa esa historia siempre le perseguirá. De hecho, este año en Montecarlo, Ernest Gulbis le dijo que no sabía cómo se las apañaba para acabar destrozando los partidos. La historia no tiene desperdicio: Alves da por mala una bola al entender que la pelota ha botado dos veces, Gulbis no está de acuerdo y se enfada, lanza una pelota al público y le dan un warning, y entonces el jugador de Letonia empieza un discurso sobre como los jugadores reciben penalizaciones cuando se equivocan pero los jueces de silla no. A partir del minuto 3:10 se puede ver como Gulbis le invita a tomar algo tras el partido para comentar el punto -Alves no está por la labor de discutir- y que le va a comprar un DVD con la jugada. Una de las mejores frases: "Tengo una raqueta, tengo sentimientos, sabes, no me importaría admitir que ha botado dos veces si lo hubiera hecho".
En muchas ocasiones los jugadores pierden, con más o menos gracia, los papeles y los jueces de silla tienen que escuchar de todo. Otro ejemplo es el que protagonizó Michael Llodra en Roland Garros con el árbitro marroquí Mohamed El Jennati. Llodra se molestó porque, según él, el juez no hizo nada para que un espectador pesado dejase de distraerle y le soltó "No estamos en el zoco, aquí no hemos venido a vender en el mercado. Hemos venido a trabajar". Teniendo en cuenta el origen del juez, Llodra tuvo que pedir disculpas ante las acusaciones de racismo que se vertieron sobre él.
Una de las caras más conocidas de Roland Garros es sin duda la de Pascal Maria. Este árbitro francés parece en ocasiones que esté en todas partes -es uno de los pocos Gold Badge- pero, en este partido de dobles entre Feliciano López y Juan Mónaco contra Leander Paes y Mahesh Bhupathi, en cuanto acabó el partido puso pies en polvorosa. El origen de la disputa era que los indios estaban animándose con un "¡Vamos!" en perfecto castellano, algo que el argentino y el español entendieron como una especie de burla.
Maria es otro de los escasos treinta y pocos jueces de silla que ejercen a nivel profesional. Otras caras muy conocidas son las de Alison Lang -también Gold Badge-, del marroquí Kader Nouni -que tiene incluso un club de fans en Facebook por su ultra grave tono de voz-, el sueco Lars Graff que reza para que no llueva o la del impecable juez francés Cedric Mourier -que siempre se viste muy acorde al torneo en el que trabaja.